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El piloto gringo que se estrelló en Apaneca

Hace 80 años, la sierra Apaneca-Ilamatepec fue el escenario donde pereció el único militar estadounidense caído en la región centroamericana durante la Segunda Guerra Mundial.

Por Carlos Cañas Dinarte | Ago 27, 2022- 05:52

Retrato fotográfico del piloto y teniente primero Woodrow “Woody” Yarbrough Boone (1918-1942), fallecido en accidente aéreo en el cerro de Oro, jurisdicción de Apaneca.

Eran entre las 06:00 y 07:00 horas del lunes 7 de septiembre de 1942. Aquella era un alba lluviosa sobre el occidente salvadoreño, con fuertes ráfagas de viento frío y densos frentes de neblina. Una fuerte explosión y muchas llamas se alzaron de pronto sobre el Cerro de Oro, en la zona de Tizapa, en el municipio ahuachapaneco de Apaneca. La voz de alerta se corrió por todos los rumbos: ¡Se estrelló un avión donde los Salaverría!

El Cerro de Oro era denominado Volcán de la Sabana en los estudios desarrollados por la misión alemana del Instituto Tropical de Investigaciones Científicas (ITIC). Forma parte del ciclo magmático de la sierra Apaneca-Ilamatepec y se localiza a una latitud norte de 13 grados, 50 minutos y 59 segundos y a una longitud oeste de 89 grados, 46 minutos y 59 segundos. Es decir, latitud 13.85 y -89.783333 en su versión decimal.

Aquellas eran tierras repletas de cafetales en pleno proceso de maduración. Eran propiedad de José Dolores Salaverría Rivas (Juayúa, 18/10/1863-San Salvador, 27/01/1956) y de su esposa Ana Chacón Pacheco de Salaverría (Quetzaltenango, Guatemala, 1881-San Salvador, 1977). Empresarios agrícolas desde inicios del siglo XX, poseían inversiones agroindustriales en Apaneca, Juayúa y Salcoatitán, así como una residencia en San Salvador. Entre esas posesiones rurales estaban las fincas cafetaleras de Apaneca y una curtiembre dotada de maquinaria movida por motor eléctrico y vapor. En enero de 1932, algunas de esas posesiones sufrieron daños, al ser atacadas durante el levantamiento etnocampesino de filiación comunista, desarrollado en diversos puntos del occidente, norte y centro del país.

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El señor Salaverría Rivas gustaba también de coleccionar piezas arqueológicas y restos paleontológicos. En varias oportunidades donó parte de esos tesoros culturales al Museo Nacional “Dr. David J. Guzmán”. Además, le gustaba mucho la mecánica. Por ello, en 1933 patentó en Estados Unidos un aparato que permitiera el salvamento de marinos atrapados en un submarino hundido. Su patente en imagen y texto aparece en la página 773 de The Official Gazette of United States Patent Office, Washington D. C., volumen 446, no. 1, 4 de septiembre de 1934. Una pequeña contribución salvadoreña más a la historia de las técnicas y las tecnologías.

Patente registrada en 1934, en la Oficina de Patentes de los Estados Unidos, por el agricultor salvadoreño José Dolores Salaverría Rivas (1863-1956). Imagen cortesía de la Biblioteca del Congreso, Washington D. C.

Aquel aparato militar que se estrelló en su finca Cerro de Oro era estadounidense. Al principio, los lugareños que acudieron al lugar del siniestro pensaron que los fallecidos eran varios militares, por la cantidad de trozos humanos dispersos entre aquellos fragmentos humeantes, algunos enterrados a cierta profundidad y otros hechos un amasijo retorcido. Nadie pareció preocuparse de que, en medio de aquellas llamas, pudiera haber alguna bomba o metralla aún activa. Ni siquiera el comandante departamental de Ahuachapán, coronel Ladislao Escobar, tomó las providencias del caso, pese a que El Salvador había ingresado a la Segunda Guerra Mundial desde el 8 de diciembre de 1941, con la declaración de guerra al imperio japonés, seguida cuatro días más tarde por las declaratorias bélicas contra la Alemania nazi y la Italia fascista. Así, el bando aliado quedaba compuesto por 31 naciones contra las 11 del Eje.

Una vez reunidos los despojos mortales gracias al trabajo de decenas de campesinos de la zona, las autoridades locales determinaron que pertenecían a un solo piloto. Fueron conducidos al cuartel del Sexto Regimiento de Infantería, en la ciudad de Ahuachapán, para ser velados. Aquel DNB (fallecido no-en batalla, según la jerga militar estadounidense) era el teniente primero Woodrow “Woody” Yarbrough Boone, nacido el 21 de enero de 1918 en la localidad texana de Weatherford, en el amplio grupo familiar del periodista Theodore Yarbrough (1883-1960) e Inez Cleone Boone (1884-1933), vinculados en matrimonio en Dallas, el 3 de noviembre de 1905.

Portadas de El Diario de Hoy para dar cobertura al accidente aéreo en que falleció el teniente primero y piloto Woody Yarbrough.

El teniente Yarbrough se enlistó en la Fuerza Aérea de Estados Unidos en su misma localidad natal, Weatherford (Parker, estado de Texas), el 16 de octubre de 1940. Tenía ojos azules, tez morena clara, pelo marrón, 1.77 centímetros de altura (5.8 pies) y 140 libras de peso. Tras su entrenamiento obligatorio, ascendió en la escala del servicio militar activo hasta ser asignado al Tercer Grupo de Transbordadores (3rd Ferrying Group) de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, con base en la zona del Canal de Panamá.

Aquel 7 de septiembre, el escuadrón de Woody vigilaba la región centroamericana y se dirigía hacia su base panameña, pero antes debía repostar combustible en el aeropuerto salvadoreño de Ilopango. Al cadáver no se le practico autopsia ni necropsia. Tampoco se hizo mayor análisis de los restos de la aeronave ni se ordenó su recolección, por lo que es posible que aún permanezcan en la zona ocho décadas más tarde. Siempre quedó la duda si la muerte del piloto fue a causa directa de las condiciones meteorológicas imperantes en la zona o si él sufrió algún desvanecimiento o sueño del que ya no despertó. Sus compañeros de vuelo aterrizaron en la renovada pista de Ilopango y fueron conducidos en pocas horas hacia la cabecera departamental de Ahuachapán.

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La delegación oficial estadounidense enviada al sitio fue encabezada por el agregado militar, capitán Guillermo Moscoso. Fue notable la ausencia de Robert Frazer, ministro plenipotenciario y enviado extraordinario de la Legación de Estados Unidos ante el gobierno salvadoreño. Ese era el rango diplomático estadounidense que predominó en el territorio nacional desde 1863 hasta la fundación de su embajada, en 1943. Tampoco asistió al sepelio ningún diputado, ministro o funcionario de alto rango del régimen martinista. Todo quedó reducido al ámbito burocrático y militar departamental. Así trató un país “aliado” al primer y único militar estadounidense caído en tierras centroamericanas durante la Segunda Guerra Mundial.

Los principales periódicos nacionales enviaron a sus corresponsales a dar cobertura a la tragedia y a los funerales de Woody. Entre ellos estaban el capitalino El Diario de Hoy y el santaneco Diario de Occidente. Mediante llamadas y telegramas, la historia de aquella catástrofe fue narrada al público. Aquel no era el primer accidente aéreo en la historia salvadoreña, pero la situación global de guerra motivaba aquel súbito interés por darle seguimiento detallado a dichos acontecimientos, casi tanto como los análisis de las batallas en Europa que redactaba y publicaba el propio presidente de la república, general de brigada Maximiliano Hernández Martínez.

piloto gringo cayó
Primera plana del santaneco Diario de Occidente del martes 8 de septiembre de 1942. Nótese que el nombre del piloto fallecido aparece erróneo como Huerow Harbore. Foto proporcionada por la Biblioteca Especializada del Museo Nacional de Antropología “Dr. David J. Guzmán”, San Salvador.

El entierro se produjo entre las 09:00 y las 10:00 horas del martes 8. El cortejo fúnebre salió del cuartel ahuachapaneco con rumbo al cementerio local. Iba presidido por las autoridades departamentales y locales, la banda regimental de música (a cargo de interpretar piezas fúnebres), dos compañías del Sexto Regimiento de Infantería, elementos de la Guardia Nacional, Policías Nacional y de Hacienda, representantes de la Legación Americana y los compañeros aviadores del fallecido, estudiantes del Grupo Escolar Isidro Menéndez y centenares de pobladores de la cabecera y otras localidades del departamento. Las personas civiles se turnaron para cargar el féretro del caído del cielo en afanes por la libertad frente a los totalitarismos fascistas. Los discursos fueron breves y la ceremonia corta, pero significativa. No hubo misa de cuerpo presente, en atención a que el teniente Woody no profesaba la religión católica.

El domingo 13 de septiembre de 1942, el viudo Theo, patriarca de la familia Yarbrough, escribió una sentida carta para sus hijos Ina Frances, Ardrey Inez, Wilson, Florence Jane, Theodore y Erin Mary. En sus páginas les notificó la trágica desaparición física de Woody. En unos de sus párrafos, aquel progenitor escribió (traducción libre de mi autoría, a partir del original en inglés): “Debemos pensar que si Woody tuvo que irse, las tiernas manos de un pueblo amigo le administraron los últimos y tristes ritos. […] Aunque estamos tristes, debemos recordar que la cima de la colina aún está delante de nosotros, y debemos subir, cada uno construyendo su propia escalera, y queremos que esa escalera llegue hasta donde Woodrow vive con su hermano y su santa madre. No podemos llamarlo de vuelta, pero podemos vivir y buscar, de todas las formas honorables, hacer tales contribuciones para que el mundo sea mejor que el lugar que encontramos cuando entramos en el drama de la vida”.

Al concluir la contienda bélica, la familia Yarbrough recibió la Medalla de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial, la Medalla de la Campaña Americana, la Citación Presidencial de la Armada y la Medalla de Buena Conducta de la Armada. Todas eran condecoraciones para el teniente Woody, otorgadas a título póstumo y en reconocimiento institucional a su fallecimiento en cumplimiento de sus deberes militares al servicio del mundo contrario a los totalitarismos del Eje Berlín-Roma-Tokio.

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Como parte del Programa Estadounidense de Concentración (USA Concentration Program) de sus caídos durante la Segunda Guerra Mundial, los restos mortales del teniente primero Yarbrough fueron exhumados del camposanto ahuachapaneco y fueron trasladados hacia la zona del Canal de Panamá. Allá fueron sepultados el 17 de julio de 1947, en la tumba 17, fila 7, lote N del Corozal American Cemetery, ubicado en el no. 6566 de la calle Rufina Alfaro, en la ciudad de Panamá. En la actualidad, la ubicación de su tumba y lápida dentro de ese camposanto conmemorativo es parcela C, fila 2, tumba 40.

piloto gringo cayó
Cementerio militar estadounidense Corozal, en la ciudad de Panamá, donde desde julio de 1947 se encuentra la tumba y lápida del piloto Yarbrough.

Ocho décadas han transcurrido y ningún monumento o placa rinden homenaje al teniente Yarbrough en aquel Cerro de Oro donde perdió la vida en aquella mañana trágica. Ninguna guía turística de las Rutas de las Flores y de los Volcanes consigna su nombre. Por eso, estas páginas buscan ser un detonante para reposicionar a Woody en la participación salvadoreña y estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. No es justo ignorar y olvidar aún más a ese joven de 24 años, el único militar estadounidense que cayó en Centroamérica en la lucha global por la libertad contra los gobiernos totalitarios del nacionalsocialismo alemán, el fascismo italiano y el Mikado japonés.

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