Cinco siglos en el mundo hispánico

En mayo del año próximo, el territorio que ahora conocemos como El Salvador cumplirá 500 años de relación con el mundo hispánico, en el que se fusionaron los pueblos originarios con otros llegados desde Europa y África.

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En 1589, en Amberes, fue publicado este colorido mapa trazado por Abraham Ortelius (1527-1598). Fue grabado en cobre y colorado a mano, con medidas de 34 por 49.5 cm. Fue pionero al presentar, casi completas, ambas riberas del océano Pacífico. Imagen cortesía de la Biblioteca Estatal de Nueva Gales del Sur, Australia

Por Carlos Cañas Dinarte

2021-10-08 3:53:24

Corren los días finales de mayo de 1522. Dos barcos, pertenecientes a una flota comandada por el capitán Gil González Dávila y por el piloto mayor Andrés García Niño, llegan a un golfo al que bautizan como Fonseca, donde encuentra una isla “redonda e poblada” y prosiguen su ruta por una costa a la que denominan “rostro fragoso”, por las sinuosidades de sus farallones y acantilados.

El capitán García Niño cartografía la zona y su jefe máximo, Pedrarias Dávila, gobernador de Panamá, remite ese mapa y otros documentos explicativos hacia España, donde se pierden, no sin antes dejar constancia de su existencia en mapas del primer cuarto del siglo XVI, trazados por los cosmógrafos de la corona ibérica. Esos primeros trazos son retomados, en 1524, por Giovanni Vespucci para su mapa con proyección polar.

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En 1589, Abraham Ortelius divulga su colorido e ilustrado mapa dedicado al “Mar Pacífico o, como lo llama el vulgo, Mar del Sur”, en contraposición de la Mar Océana, Mar del Norte, Mar Occidental u océano Atlántico. En ese amplio trabajo cartográfico, su autor revela una visión de conjunto de las posiciones en ambos lados del océano, con énfasis en los dominios europeos y en las tierras aún por explorar. En esa mirada panorámica, indica la posición de Punta Remedios, el río Lempa y la “badía” de Gibladique o bahía de Xiribaltique (Jiquilisco), donde fueron armados varios de los barcos de una flota iniciada por Pedro de Alvarado y Contreras que, a partir de 1542, dirigiera Juan Rodríguez Cabrillo para iniciar las exploraciones españolas en California. Así, ese mapa ponía en evidencia la importancia estratégica de esos puntos del actual territorio salvadoreño en las travesías y descubrimientos ibéricos en esos sitios del océano incorporado a los dominios imperiales españoles por el explorador Vasco Núñez de Balboa, sacrificado después por Pedrarias.

Giovanni o Juan Vespucci (1486-¿1527?) fue un marino y cartógrafo veneciano al servicio de España. Sobrino de Amerigo Vespucci (de quien se deriva el nombre continental América), trazó este mapamundi en 1524, con proyección estereográfica polar, ahora archivado en la Biblioteca Houghton, en la Universidad de Harvard, Cambridge.

Para 1650, cuando Jansson publica su mapa, la relación marítima de la villa de La Trinidad de Sonsonate y sus puntos interiores en Guatemala y San Salvador son evidentes. El galeón o nao de China llega a Acapulco, desde donde son enviados productos hacia Acajutla y repartidos por el Reino de Guatemala. A la vez, desde Acajutla salen hacia el mundo hispánico productos agrícolas esenciales, como el cacao, bálsamo y añil.  El registro del río Lempo (sic: Lempa) consigna un punto crucial de abastecimiento de agua dulce o potable.

Dieciséis años más tarde, Pieter Goos agregaría en su mapa las ubicaciones de La Trinidad de Sonsonate, Acaxutla (sic: rada de Acajutla), San Salvador, San Miguel y el golfo de Fonseca. Para entonces, piratas y corsarios necesitaban conocer la posición de los puntos de embarque y desembarque, los sitios administrativos y de potencial presencia de tropas y las radas, golfos y bahías donde pudieran pasar tormentas y reabastecer sus naves. La piratería era uno de los más graves problemas a los que se enfrentaba la España imperial en sus posesiones americanas. A los asentamientos señalados por Goos, el alemán-inglés Herman Moll (¿1654?-1732) agregará, en su mapa de 1711, un trazado interior del golfo de Amapalla o Fonesca (sic: Amapala o Fonseca), con detalle de sus islas, ríos y pueblos ribereños.

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En 1747, Bowen agregó diversos topónimos marítimos e interiores al territorio de la Alcaldía Mayor de Sonsonate y de la Provincias de San Salvador y San Miguel, en el Reino de Guatemala. Fuera de las ya conocidas Costa del Bálsamo y Tonalá (punto usado para el amarre de barcos), incorporó al volcán de Izalco (entonces un ausol en erupción, sin cono hasta 1770) y a San Juan del Gozo, en la bahía de Jiquilisco, zona para atracar y para subir provisiones a las naves.

En 1742, el cartógrafo francés Jacques-Nicolas Bellin (1703-1772) publicó esta carta reducida del océano Pacífico, de 57 por 85.5 cm y escala aproximada de 1:15,873,000, basada en los meridianos de París, Londres y Cabo Lezard. Fue grabada en cobre por Guillaume Dhelland y coloreada a mano, con una elegante cartela central. Fue actualizada y republicada en 1756 y 1776. Copia digital suministrada por la biblioteca de la Universidad de Texas en Arlington, EE. UU.

En su detallado mapa de 1776 (actualización del publicado en 1742), Bellin colocará a Sonsonate y al golfo de Fonseca como los dos puntos más importantes de la costa ahora salvadoreña en relación con el océano Pacífico y sus posesiones españolas y europeas en general.

Ninguno de los mapas presentados en estas páginas fue creado por cosmógrafos y cartógrafos españoles. Pero sin ellos ni sus capitanes y marineros, ninguno de estos mapas habría existido, por las múltiples influencias imperiales y coloniales en las ciencias astronómicas de los siglos XVI al XVIII. Ahora, lo mejor es tomar una lupa y examinar los detalles de cada uno de estos trabajos, que resumen parte de esa herencia cultural hispánica y europea que posee la tierra que ahora denominamos El Salvador.