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Unos minutos de estiramiento pueden renovar tu energía y concentración durante la jornada laboral.

Descubrí el poder de las pausas para tu mente y tu cuerpo

Hacer una pausa breve cada día ayuda a tu mente a descansar y a tu cuerpo a recuperar energía. Ese pequeño respiro puede cambiar tu bienestar.

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Por EFE Salud
Publicado el 15 de noviembre de 2025

 

TU RESUMEN

Tomarse una pausa diaria no es un lujo, es una necesidad. Según Alma Martínez de Salazar, presidenta de la AEPCP, detenerse unos minutos cada 90 minutos ayuda a recuperar la atención, reducir el estrés y prevenir el agotamiento emocional. Estas pausas breves pueden incluir caminar, estirarse, conversar o simplemente desconectar de la tarea. También es esencial cuidar el sueño, la alimentación y las relaciones personales. Incorporar estos hábitos mejora tanto la salud mental como física. “La pausa aporta vida”, afirma la experta. Hacer un alto diario no te resta productividad, te devuelve equilibrio y bienestar.

En un mundo donde el tiempo parece ir siempre un paso adelante, hacer una pausa puede parecer un lujo. Pero, según Alma Martínez de Salazar, presidenta de la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP), es todo lo contrario: es una necesidad vital. “La pausa aporta vida”, afirma con convicción en una entrevista publicada por EFE Salud. Esta sencilla práctica diaria puede convertirse en un escudo poderoso contra el desgaste emocional y el estrés crónico.

Martínez de Salazar explica que vivimos bajo un ritmo de vida acelerado, impulsado por cambios sociales y tecnológicos que nos arrastran a una constante exigencia de productividad. “Los ratitos de desconexión parecen imposibles, pero no lo son”, sostiene. El cuerpo y la mente, recuerda, están profundamente conectados: ambos necesitan descansar para funcionar correctamente.

Pausar, aunque sea por unos minutos, no es un acto de debilidad ni de pereza. Es un acto de fortaleza emocional. Es reconocerse como ser humano antes que como máquina. Es volver a uno mismo para seguir adelante con mayor claridad, más energía y mejor actitud. Es tener el coraje de decir: “Hoy me cuido, hoy me escucho”.

Cada 90 minutos, el cuerpo pide un respiro

La ciencia lo respalda. Después de 90 minutos de concentración intensa, la atención disminuye, la probabilidad de cometer errores aumenta y se disparan los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Es ahí cuando aparecen los primeros signos del desgaste emocional: tensión, irritabilidad y una disminución en la capacidad de planificar, decidir o incluso recordar.

“No encontramos las palabras adecuadas”, dice Martínez de Salazar. Una conversación que debería ser tranquila y constructiva puede convertirse fácilmente en una discusión innecesaria. Y así comienza un efecto dominó que puede escalar hacia un agotamiento más profundo: frustración, ansiedad, sensación de fracaso y, eventualmente, dolencias físicas como dolores de cabeza, musculares o problemas estomacales.

Pequeños cambios, grandes resultados

Pero hay una buena noticia: evitar este ciclo es posible con acciones sencillas. La clave está en reconectar con lo básico. “Podemos ir haciendo pequeños cambios en el día a día que incorporen unos hábitos mínimamente saludables, y así, hacer un descanso y tomarnos un tiempo”, aconseja la experta.

Conversar y desconectar unos minutos del trabajo mejora el ánimo, la creatividad y las relaciones personales.
Conversar y desconectar unos minutos del trabajo mejora el ánimo, la creatividad y las relaciones personales. /Shutterstock

Algunas recomendaciones prácticas de Alma Martínez de Salazar que podés aplicar desde hoy:

  • Cuidá tu alimentación con comidas regulares y balanceadas.
  • Dormí entre siete y ocho horas, desconectando de pantallas al menos una hora antes.
  • Levantate al menos una vez cada hora si trabajás sentado.
  • Caminá o hacé pausas activas breves durante el día.
  • Organizá tus horarios incluyendo momentos de ocio real y descanso.
  • Prioritizá las relaciones personales: hablá, escuchá, compartí.
  • Regalate un momento sin tareas, sin metas, solo para vos.

Estas prácticas, aunque parezcan pequeñas, tienen un impacto profundo en la salud mental y emocional. Incorporarlas no requiere grandes recursos, solo decisión y constancia.

El ejemplo empieza en casa

El impacto de las pausas no se limita al mundo adulto. Martínez de Salazar, experta en infancia y adolescencia, enfatiza la importancia de no sobrecargar las agendas de los niños. “¿Y cuándo juegan?”, cuestiona. A menudo, las jornadas escolares, seguidas de deberes y actividades extraescolares, superan incluso el ritmo de vida de los adultos. Esto genera irritabilidad y fatiga en los más pequeños, afectando su desarrollo emocional y social.

El juego libre es esencial para el desarrollo emocional infantil. Las pausas también son salud para los más pequeños.
El juego libre es esencial para el desarrollo emocional infantil. Las pausas también son salud para los más pequeños. / Shutterstock

El juego libre no es solo un pasatiempo; es un componente esencial para el bienestar infantil. Por eso, la psicóloga insta a los padres a liderar con el ejemplo y a proteger esos espacios de pausa y recreación. Parques sin niños y niñas jugando deberían ser una excepción, no la norma.

Pausar también es un acto de valentía

En los últimos años, muchas figuras públicas han comenzado a hablar abiertamente de la necesidad de detenerse. Renuncian a conciertos, giras, rodajes, y anuncian que necesitan tiempo para sí mismos. Aunque esto ha abierto un diálogo importante, Martínez de Salazar señala que hay un mensaje más profundo detrás: “Estoy tan agotado/a que ni siquiera un trabajo gratificante como cantar lo puedo soportar”.

Esto nos invita a hacernos una pregunta fundamental: ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo si incluso las personas con trabajos soñados se ven obligadas a parar por completo? El objetivo, subraya, debería ser una sociedad con niveles de bienestar satisfactorios, donde las pausas no sean una excepción, sino una parte natural del día a día.

Una invitación a reconectar con lo esencial

Pausar no significa perder el tiempo. Significa ganarlo en salud, en claridad, en relaciones y en calidad de vida. Es un acto de autocuidado que no requiere grandes inversiones ni transformaciones radicales. Solo un ratito al día.

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La próxima vez que sientas que no podés más, que todo va muy rápido o que estás reaccionando con más tensión de la habitual, recordá esta frase: “La pausa aporta vida”. Y hacela. Porque detenerse también es avanzar.

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