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El abandono al productor local impacta en alza de precio de alimentos

Los alimentos en El Salvador han aumentado sus precios con mayor rapidez que el resto de rubros. Esto es el resultado de una fórmula para el desastre: una política que privilegia la importación y no contempla el apoyo sistematizado y sostenido a productores locales.

Por Moisés Alvarado | Feb 23, 2024- 05:05

Joaquín Chacón es productor de granos básicos. Ha visto cómo la comida importada llena cada vez más el mercado local. Foto EDH/Jessica Orellana.

“El oxígeno de un país es la producción. Sin producción, no hay nada”, dice Joaquín Chacón, campesino del cantón Llano Grande, en Jucuapa (Usulután). Aquí, dice, la agricultura era importante hace unos años. En muchos de los terrenos que hoy parecen ociosos, se sembraba caña. Joaquín señala a lo lejos unas montañas, que no hace mucho eran fincas de café.

“Ahora no hay nada”, dice para remarcar el declive de la producción agrícola en su zona. Que podría ser un pequeño espejo de la situación en el resto del país.

Joaquín es propietario de una parcela que heredó de su padre y en la que puede cosechar cultivos como el maíz o el frijol. También tiene matas de guineo. Y más allá están sus gallinas, que le proveen de huevos. Es consciente de su privilegio en un lugar donde otros no son dueños de sus tierras.

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“Aquí, en este mismo terreno, mi papá sembraba caña, además del maíz y el frijol. Cuando él sembraba, esta misma tierra le daba unos 90 sacos de maíz (180 quintales). A mí, solo me está dando la mitad, si tengo suerte”, dice Joaquín, quien ahora pasea por la parcela que pronto volverá a trabajar.

Sabe que el gran enemigo del agricultor es el cambio climático, la imposibilidad de adivinar cuándo comenzará a llover o si lloverá demasiado. Es algo que no vieron los ojos de sus mayores. El otro obstáculo que debe enfrentar todo productor es el abandono gubernamental. Lo ha experimentado: el año pasado, perdió parte de su cosecha porque la mata apenas estaba creciendo cuando vino la sequía.

“Se malogró… pero yo no creo que desde el Gobierno no puedan hacer algo para decirle al campesino ‘¿Cuánto perdiste vos? Aquí tenés un subsidio para que te volvás a levantar’. Pero no, uno está solo. El campesino ha sido abandonado por todos los gobiernos después de los acuerdos de paz”, dice el hombre que bordea los 50 años.

“Hoy somos consumidores. Hoy más que nunca. Todo viene del extranjero. No producimos nada”, añade. En efecto, en El Salvador se ha emprendido una política que privilegia la importación de alimentos por sobre los programas de apoyo a sus productores de comida.

Ahora es habitual ver, incluso, la escena de un gran competidor que se retira del mercado porque los márgenes ya no dan, como en el caso de una gran ganadería en Zapotitán que cesó operaciones a mediados del año pasado.

Y, según los datos de CAMPO, el 2023 fue en el que menos grano se produjo en siete años, con apenas 17.2 millones de quintales. Y se vaticina que en 2024 será peor.

Mientras, desde la Asamblea Legislativa han decidido eliminar, a partir de marzo de 2022, los aranceles a la importación de varios productos alimenticios, lo que no ha servido para paliar los aumentos en los precios. Más parece el efecto contrario: el costo de los alimentos se ha alzado más aceleradamente que el del resto de rubros desde al menos octubre de 2021, lo que se puede consultar en la gráfica de abajo.

La tendencia se agravó justo después de la entrada en vigencia de la medida. El punto más alto se dio en diciembre de 2022, cuando la comida registró una inflación mensual de más del 12 %, superior en 5 % al de la general.

La eliminación de los aranceles no ha permitido parar esta escalada. Y más parece que ha servido para aumentar los ingresos de los importadores de alimentos. Para dar con esta conclusión, El Diario de Hoy comparó los precios de importación de cinco productos alimenticios pertenecientes a la canasta básica y verificó la diferencia entre su valor al entrar al país y aquel con el que lo compran los salvadoreños en los mercados locales.

El ejercicio se hizo con meses antes de que la eliminación se hiciera efectiva y con el periodo en el que se ha mantenido en vigencia.

Fueron tres granos básicos (maíz, frijol y arroz) y dos productos pecuarios, pollo y huevos (un cartón de 30). El resultado es que ha existido un aumento entre la brecha de los precios de importación y los de venta final en todos los casos.

El producto en el que esta diferencia fue más importante es el del quintal de frijol. Antes de eliminar los aranceles, en marzo de 2022, se colocaba en torno a los $6, con máximos de $9. Después de que la medida entró en vigencia, comenzó a escalar, llegando hasta los $52 en julio de 2023.

Es decir que la diferencia entre lo que se pagaba en el extranjero por ese quintal y lo que pagaba un salvadoreño en una plaza comercial era casi el mismo precio con el que el importador lo adquiría afuera, un poco más de $59.

Lo mismo ocurrió con el arroz y el maíz, aunque con menos intensidad. También se comprobaron aumentos en esa brecha en el caso del huevo (sin aranceles desde marzo de 2023) y en el del pollo (desde abril). Lo curioso de estos es que el aumento de dicha diferencia se registró desde justo un mes antes de entrar en vigencia la medida.

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