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Testimonios de prisioneros por el régimen de excepción: “A los reos enfermos los sacan cuando ya están boqueando”

Varios testimonios recopilados de personas que estuvieron por varias semanas encarceladas bajo el régimen de excepción coinciden en describir la cárcel de Mariona como un infierno. Izalco parece que es peor.

Por Jorge Beltrán Luna | Jun 23, 2022- 20:39

Familiares de reos detenidos esperando saber el paradero de ellos. Foto EDH/ Francisco Rubio

Para quien nunca ha estado preso y lo han capturado injustamente, llegar al Penal de Mariona o cualquier otra prisión se vuelve un infierno, con condiciones infrahumanas en que se agolpan miles de personas capturadas durante el régimen de excepción.

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Sus testimonios coinciden en que dentro de las cárceles hay muchas personas presas injustamente, como era el caso de ellos. Algunas no aguantaron y los vieron salir “boqueando” (expirando).


Una golpiza “de bienvenida”

Con razón o sin ella, al llegar a Mariona y hacerlos desfilar hacia las celdas designadas, absolutamente todos los prisioneros recibían golpizas, con garrotes, patadas o puñetazos. Los golpeaban los custodios por saña.

Al menos en Mariona, adentro no había golpes entre reos a pesar de que en las celdas había de todo: pandilleros de cualquier pandilla y “civiles”, como les llaman adentro a quienes no pertenecen a pandillas.

Los exreclusos coinciden en que los primeros dos meses del régimen de excepción la vida adentro de Mariona era terrible: en cuanto llegaban solo les daban una calzoneta blanca. Era todo lo que tenían puesto.

“Cuando yo llegué en abril estaba duro. Hoy ya cambió la cosa. Estar adentro es más que un castigo. Adentro se oyen cosas que si uno le pone atención a todo se puede volver loco”, comentó un hombre de menos de 30 años que recuperó su libertad.

Pero para algunos, eso llegó hasta el 25 de mayo. Después de esa fecha dejaron de golpear a los que iban llegando.  Les entregaron una camisa y les dieron un poquito más de comida.

“¡Cayó uno con convulsión!”

Uno de los grandes problemas que se vive en las cárceles, aunque fue más en los primeros dos meses, fueron las enfermedades y la falta de atención médica y de medicinas.

“Yo vi gente que sacaban grave,  que no sé si murieron o viven. Los llevaban de arrastras para afuera.  Así los agarran de brazos y piernas y los sacan los mismos reos. Algunos creo que mueren por desnutrición porque no están acostumbrados a estar en esos lugares”, afirmó otra fuente que también aseguró que todo lo que dijo el exalcalde capitalino Ernesto Muyshondt que pasa en Mariona es cierto.

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“De repente se oía que gritaban ‘¡cayó uno  con convulsión!’. Pero a los custodios poco les importa porque, como a las dos horas, llegaban a sacarlo, ya cuando está boqueando”, comentó un exprisionero, quien añadió que allí no hay camillas ni nada parecido. “Los mismo reos lo agarran de los brazos o las piernas y lo sacan en calidad de bulto”.


Durante los primeros dos meses del régimen, a nadie le daban ni una pastilla mientras no tuviera 15 días de gripe. “Últimamente sí, ya dejaron entrar doctores a checarlos,  pero al principio no.  Después comenzaron a dejar entrar medicamentos  junto con los paquetes que las familias llevaban”, comentó otro expresidiaro.

 “Los primeros dos meses fueron duros con las enfermedades pero pocos días antes de que yo saliera ya no se oían las grandes estornudaderas en la noche, que como que era orquesta en todas las celdas. Que aún está duro estar encerrado, sí está duro. Pero algo ha mejorado”, expuso una fuente.

91 catres para 200 reos

El hacinamiento es clave en la propagación de enfermedades. Los entrevistados afirmaron que en Mariona, algunas celdas son para 91 personas porque hay 91 catres; sin embargo, en algunas había entre 175 ó 200 reclusos. Lo menos que había eran 150.

“Es allí (por eso) donde se enfermó mucha gente, porque con el mismo  recipiente con que se le echa agua al baño (letrina), de esa misma toma uno. El agua cae, pero cae caliente, entonces hay que dejarla un momento para que se enfríe un poco”, afirmaron.

Las celdas son de aproximadamente de  12 x 10 metros. El calor es espantoso y respirar se hace difícil porque no tienen nada de ventilación, debido a que todas fueron selladas con láminas para evitar que los reclusos vieran lo que pasa afuera de ellas.

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“De repente comenzaron a sellar las celdas. Imagínese 200 personas respirando el mismo aire. La gente que estaba débil no aguantaba. Los que más sufren son los hipertensos, los que tienen azúcar en la sangre (diabéticos), de repente o se les sube o se les baja”, comentó un informante.

Dos tortillas y frijoles

La comida es otro factor que contribuye a la desnutrición y a que los reos sean presa fácil de las enfermedades.
Exreclusos aseguran que la comida que les proporcionan es insuficiente y poco nutritiva. Durante los primeros días era peor. “No creo que el gobierno gaste más de 75 centavos en cada tiempo de comida”, afirmó una fuente.

Hasta los primeros días de junio, en Mariona solo les daban dos tiempos de comida. Por la mañana, una porción pequeña de frijoles molidos y dos tortillas delgadas, como para hacer tacos. Por la tarde, una porción de casamiento, un huevo duro y  dos tortillas”.

Lo anterior coincide con la promesa que el presidente Nayib Bukele y otros funcionarios hicieron en los primeros días de las capturas masivas: que solo les darían tortillas  con frijoles a los  capturados.

Una de las fuentes comentó que como las raciones de comidas son insuficientes, a veces solo les dan una tortilla con el poco de frijoles y eso mismo toca compartirlo con compañeros de celda para quienes no alcanzan las raciones.
“Últimamente ha mejorado un poco, porque ya en la cena dan macarrones, casamiento y un vaso pequeño con algo que supuestamente es atol”, dijo un exrecluso.

Para paliar la desnutrición de algunos reos, el sistema carcelario ha permitido que los familiares les lleven suplementos vitamínicos.

“Últimamente, a los más delgaditos (flacos) los separaron para darles más comida”, dijo un expresidiario, uno de los últimos que recuperaron su libertad a mediados de este mes.

“Los amarran y les tapan la boca”

Policías y soldados han capturado y enviado a prisiones a personas con discapacidad mental. El caso de Óscar Alfredo Gallegos Pocasangre fue uno de ellos. Óscar murió a las pocas horas de haber sido llevado al penal de Mariona.

Los reclusos que recién han recuperado su libertad comentan que a esa gente, los pandilleros los amarran y les tapan la boca para que no hagan ruido y así evitar que los custodios lleguen a golpear a todos los de la celda o les echen gas pimienta.

“Han llevado a gente que está ‘loca’ (tienen discapacidad mental) y les agarra de gritar, y entonces los custodios llegan a golpear y aventar gas. ‘Mamá, aquí estoy’, gritaba uno en una celda. Al que teníamos en la celda donde yo estaba. Logramos convencerlo: ‘No vayas a gritar, que nos van a echar gas’, le decíamos. ‘No, no voy a gritar’, decía él”.

“Yo no entiendo por qué el Sistema hace eso (de capturar gente inocente incluyendo a personas con discapacidad mental). Lo que sé es que allá adentro hay bastante gente inocente. No entiendo, no tiene lógica”, afirmó uno de los entrevistados.

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