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Sesquicentenario natal del escritor, ingeniero y general José María Peralta Lagos

En la actualidad, ninguna instalación militar o civil de su ciudad natal ostenta su nombre. Ninguna plaza, calle, avenida o puente del país le rinde homenaje a este escritor, general, diplomático e introductor del cemento en el territorio nacional.

Por Carlos Cañas Dinarte | Abr 15, 2023- 06:27

Versión B/N del óleo con el rostro del general José María Peralta Lagos, retratado por el artista plástico salvadoreño Miguel Ortiz Villacorta. Colección privada, San Salvador.

José María Peralta Lagos nació en la ciudad de Nueva San Salvador (Santa Tecla desde el 1 de enero de 2004), departamento de La Libertad, el 25 de julio de 1873. Fue hijo de Rosa Lagos Marín y Antonio Peralta Lara (exalcalde y gobernador departamental de San Salvador, este comerciante y sus hermanos Carlos y Rafael fueron vástagos del exmandatario nacional José María Peralta y Rosa Lara, descendiente de independentistas del Reino de Guatemala).

En sus primeros años de vida, residió en el barrio capitalino de San José y estudió en el Liceo Salvadoreño –al que ingresó en 1881, año de su fundación-, donde pronto se evidenció que era malo para Historia Sagrada y excelente para los estudios geográficos y matemáticos.

Hacia 1888, él y sus hermanos constituían el terror del vecindario, pues a diario sostenían acaloradas discusiones –con pedradas, gritos, carcajadas y disparos incluidos-, conatos de incendio, bulliciosas zambullidas en la pila de agua y los primeros intentos de enamorar a las criadas y jovencitas de la zona, quienes se volvieron destinatarias de endechas y cartas de amor o, si no correspondían a los requiebros, de epigramas de desamor. Por esta época redactó la comedia en verso Los malos amigos, hoy perdida. Desde esas fechas, algunas personas se dieron en tildarlo de pirujo, término usado desde la época independentista para definir a aquellas personas liberales que no son católicos fervientes y no se confiesan ni comulgan.

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Interesado por estudiar ingeniería, una carrera universitaria que el régimen del general Francisco Menéndez anexó a la Escuela Politécnica Militar –fundada el 14 de enero de 1888, era dirigida por el capitán español José María Francés y Roselló-, en enero de 1889 entró como pensionista de educación media a esa institución de formación castrense, de la que salió poco después del movimiento militar del 22 de junio de 1890, en que los hermanos y generales Carlos y Antonio Ezeta derrocaron al gobierno menendista y causaron la muerte, por infarto cerebral, de ese mandatario golpista y agricultor ahuachapaneco. Dos de los cadetes que hicieron guardia de honor y que acompañaron al féretro fueron Peralta Lagos y su primo, el también escritor Luis “Negro” Lagos y Lagos.

Los actuales Palacio y Teatro Nacionales son dos de los edificios de San Salvador en los que hay contribuciones constructivas de Peralta Lagos. Fotos estereoscópicas de la década de 1920, procedentes de la colección Viaud-Kuny, San Salvador.

Por sugerencia de Francés y Roselló, en junio de 1891 se marchó a España y en septiembre ingresó como el alumno número 1934 de la Academia General Militar, con sede en Toledo. Estudiante aventajado de matemáticas, desde el primer día de septiembre de 1893 pasó a la Academia Militar de Ingenieros (Guadalajara, España).

Tras cumplir con la totalidad de los cursos académicos y militares en ese centro español, a fines de 1897 obtuvo los grados de teniente e ingeniero. Con notas que lo hicieron el número dos de su promoción, compuesta por 900 alumnos, fue nombrado alférez de la Reina.

Vuelto al país en enero de 1898, pronto entró a trabajar al Estado Mayor General del Ejército, como instructor agregado al Ministerio de la Guerra. Fue integrante de la comisión salvadoreña que asistió, el primer día de noviembre, a Amapala (Honduras), para la inauguración e instauración de la República Mayor de Centro América, disuelta doce días más tarde, con el golpe militar protagonizado en San Salvador por el general Tomás Regalado Romero.

Establecido en la capital salvadoreña en los primeros días dicembrinos de 1898, no aceptó el cargo de oficial mayor del Ministerio de la Guerra que le ofreció el nuevo gobernante, sino que se dedicó a hacer estudios topográficos para la municipalidad capitalina, con miras a levantar un plano de San Salvador y al trazado de una avenida que uniera al Campo de Marte (hoy Parque Infantil) con la vecina población de Ayutuxtepeque.

Sus primeros escritos literarios fueron divulgados en 1898 por la revista literaria Don Tumas, dirigida en la capital por su primo, el coronel y humorista Luis Lagos y Lagos, mejor conocido por sus seudónimos “Negro”, “Lapislázuli” y “Gaspar Sylvestre”.

Escritor José María Peralta Lagos
Teatro Nacional. Foto estereoscópica de la década de 1920, procedentes de la colección Viaud-Kuny, San Salvador.

Un acuerdo presidencial del 7 de abril de 1900 lo comisionó para que, junto con el ingeniero Herman Ingerbretsen, trazaran la parte nueva del puerto de Acajutla, en el lugar conocido como Sitio Viejo, donde ya había sido construido el nuevo muelle de ese importante sitio de abordaje y descarga de mercaderías y pasajeros.

Como teniente coronel del ejército salvadoreño, desde el 24 de agosto de 1900 se desempeñó como subdirector y catedrático de la nueva Escuela Politécnica Militar, asentada en el cuartel El Zapote, en la ciudad de San Salvador. Tras dos años de labores, presentó su renuncia a ambos cargos, la cual le fue admitida mediante un acuerdo del poder ejecutivo nacional, fechado el 1 de octubre de 1902.

En 1903, el ya general Peralta Lagos pasó a la Dirección de Obras Públicas, donde colaboró de modo especial en el diseño y supervisión constructiva del segundo Palacio Nacional, aunque no contaba con la autorización legal para ello, pues hasta ese momento no había realizado los trámites de convalidación de su título de ingeniero civil ante el gobierno salvadoreño y la Universidad de El Salvador. En enero de 1905, fue contratado para viajar a Europa para verificar los materiales para esta monumental obra, por lo que entró en tratos con la casa constructora Eggerts (Hamburgo) y visitó su fábrica en Aix-la-Chapelle, Aquisgrán o Aachen, una ciudad alemana de Renania del Norte-Westfalia, fronteriza con Bélgica y los Países Bajos. Gracias a las gestiones hechas por su amigo Ing. Andrés Soriano, el Poder Ejecutivo, encabezado por el cafetalero Pedro José Escalón, emitió un acuerdo ejecutivo el 27 de agosto de 1906, mediante el cual se le autorizó a ejercer su profesión en el territorio salvadoreño.

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Casi al mismo tiempo, realizó estudios sobre el uso internacional del cemento armado, para cuya comercialización local obtuvo la licencia de la casa parisiense Hennebique. Para promover el uso de ese sistema constructivo, fundó en San Salvador la revista La construcción moderna (1906). Dos años más tarde, en 1908, patentó y generalizó el uso local del cemento como parte de las construcciones privadas y públicas en El Salvador.

En 1906, la Junta de Fomento de San Salvador le encargó la dirección de los trabajos de instalación de la nueva cañería capitalina, que reemplazó a la de barro que fuera instalada durante los años presidenciales del general Gerardo Barrios Espinoza.

Un año más tarde, en 1907, contrajo matrimonio con María Hortensia Salazar.

Escritor José María Peralta Lagos
Durante décadas, el sistema educativo nacional ha necesitado de múltiples reediciones de los libros de Peralta Lagos.

En 1908, le fueron adjudicadas sendas licitaciones para las construcciones de los puentes sobre los ríos Grande (San Miguel) y Jiboa, los cuales habían sido destruidos por las lluvias torrenciales de octubre de 1906. Una vez concluidas, ambas obras fueron recibidas por el gobierno e inauguradas en julio de 1909.

Dedicado a la importación de cemento y a la construcción de casas de habitación y locales comerciales, también empleó parte de su tiempo y energías en otras labores como cañero y ganadero en su hacienda “El Trapiche” y en sus fincas “Minerva”, “Amatitán” (Ilopango) y “Trapichito” (Suchitoto-El Paisnal). Poseedora del teléfono no. 7 de Guazapa –debido a que el general Peralta Lagos y su familia la empleaban para sus temporadas vacacionales-, esta última propiedad agrícola estaba orientada al cultivo de maíz, zacate, ganado, cereales y caña de azúcar, la que era procesada en un ingenio a vapor y en un trapiche movido por fuerza animal.

Acostumbrado a firmar con los seudónimos de “T. P. Mechín” o “Mechinón”, sus libros publicados fueron Burla burlando (San Salvador, imprenta “Rafael Reyes”, 1923), Brochazos (artículos de tipo festivo, San Salvador, Imprenta La República del Centro Editorial Salvadoreño-Biblioteca Patria, 1925, 208 págs., con portada de Carlos Alberto Imery y grabado de Francisco Saso), Doctor Gonorreitigorrea (novelín de crítica social, San Salvador, Editorial Cuscatlania, diciembre de 1926, 151 págs., tomos 10 y 11 de la Biblioteca Cuscatlania), Candidato (comedia política en tres actos y un epílogo, San Salvador, Centro Editorial Salvadoreño, 1931, 191 págs.) y La muerte de la Tórtola o Malandanzas de un corresponsal (novela de costumbres, cuyo colofón indica que fue impresa en 1932, San Salvador, Imprenta Funes y Ungo, 235 págs.).

Ante el descubrimiento y neutralización de un atentado en contra del gobernante Maximiliano Hernández Martínez, a fines de enero de 1934, varios intelectuales suscribieron un manifiesto de adhesión, el cual fue publicado por La república –suplemento gratuito del Diario Oficial-, el lunes 12 de febrero. Entre esas firmas sobresalieron las del general Peralta Lagos y otros intelectuales como Alberto Rivas Bonilla, Raúl y Manuel Andino, Manuel Castro Ramírez p., Miguel Ángel García, Rafael González Sol, José Dutriz, Francisco J. Monterrey, Jacinto Castellanos Rivas, Liberato Dávila, Arturo Romero Castro, Arístides Roberto Salazar y más.

Escritor José María Peralta Lagos
El archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador conserva la documentación diplomática de Peralta Lagos.

Trasladado desde San Salvador a la Clínica de Salud del Dr. Estrada, en la ciudad capital de Guatemala, falleció a las 15:00 horas del sábado 22 de julio de 1944, a causa de insuficiencia cardiaca, como se señala en su partida de defunción. Sus restos fueron trasladados a San Salvador y sepultados en la Sección de Hombres Ilustres del Cementerio General capitalino.

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Otras obras suyas son Homenaje al sabio Valle (1934, trabajo de ingreso como socio correspondiente de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala), Algunas ideas sobre la futura organización de la enseñanza superior en Centro América (1936, conferencia pronunciada el lunes 6 de julio, en la Universidad de El Salvador, con el patrocinio de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños, AGEUS) y Masferrer humorista (conferencia ofrecida en septiembre de 1933, como parte de las actividades del primer aniversario mortal de ese periodista, docente y librepensador salvadoreño. Fue impresa en la revista La universidad, San Salvador, serie XVIII, no. 1, octubre de 1933, junto con la disertación Masferrer académico, escrita por el odontólogo y dramaturgo Dr. José Llerena h. Ocho años más tarde fue publicada en un folleto de 23 págs., San Salvador, 1941).

Su biografía y la recopilación de sus obras completas son tareas pendientes para la academia salvadoreña y las autoridades culturales del país.

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