El lunes 2 de febrero de 1824, la Junta de Gobierno de San Salvador convocó a elecciones para diputados, según lo dispuesto en el decreto constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América, emitido desde la ciudad de Guatemala, el miércoles 17 de diciembre de 1823, documento federal que sentó las líneas fundadoras del régimen republicano centroamericano.
Según los artículos 5 y 26 de las bases de la Constitución Federal, emitidas en la ciudad de Guatemala por la Asamblea Nacional Constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América, la Asamblea del Estado Salvador, compuesto entonces por 212,573 habitantes, estaba llamada a poseer once diputados propietarios, electos por el voto de los pueblos
Tras desarrollar los comicios -en los que no tomaron parte mujeres, indígenas ni esclavos afrodescendientes-, se procedió a la instalación de ese cuerpo deliberante a partir del viernes 5 de marzo de 1824, con 15 diputados de la Intendencia de San Salvador y 3 de la Alcaldía Mayor de Sonsonate, según decreto comunicado por los diputados secretarios Ramón Meléndez y Carlos Antonio Meany. Su solemne instalación pública tuvo lugar hasta el domingo 14, cuando fueron celebrados actos religiosos y civiles en la Iglesia Parroquial de San Salvador (hoy templo del Rosario, en la parte oriental de la plaza Libertad) y en la sede del Congreso, situada en la amplia manzana del antiguo convento y templo de San Francisco, predio ocupado en la actualidad por el Mercado Municipal de Artesanías o Excuartel.
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Entre esos constituyentes figuraban Manuel Romero -diputado por Sonsonate-, Sixto Pineda -diputado por San Miguel-, Hermenegildo Gutiérrez -por Gotera-, Mariano Fagoaga -por Sonsonate-, Miguel José de Castro y Lara de Mogrovejo -por Zacatecoluca-, Joaquín de San Martín y Ulloa -diputado por Tejutla y Chalatenango-, Pablo María Sagastume -diputado por Sonsonate-, Benito González Martínez -por Chalatenango-, Bonifacio Paniagua -por Santa Ana-, Vicente Chávez -diputado por Cojutepeque-, Ramón Meléndez -diputado por San Salvador, José Manuel Guillén -por Metapán-, Atanacio Flores -por San Vicente-, Mateo Ibarra -por San Salvador-, Carlos Antonio Meany -diputado suplente por San Miguel-, José Mariano Calderón y San Martín -por San Salvador-, José Damián Villacorta -por San Salvador y León Quinteros -diputado por San Vicente-.
En la mañana de ese domingo 14, fue celebrada una magna misa en la nave central de la Iglesia Parroquial capitalina, como una manifestación pública de agradecimiento hecha por la ciudadanía de San Salvador y otros lugares del protoEstado.
Tras la ceremonia religiosa, los diputados y el pueblo se dirigieron hacia el templo y convento de San Francisco, donde el ciudadano vicepresidente de la Constituyente hizo uso de la palabra, en ausencia del presidente del Congreso, presbítero y doctor Calderón y San Martín (¿1778?-1826). En su discurso de circunstancias, el nuevo funcionario destacó las expectativas del pueblo por consolidar sus nacientes instituciones y se comprometió a hacer que aquel Congreso de tan solo once diputados presentes trabajara de acuerdo con las altas obligaciones que la población le había confiado a cada uno al elegirlos en las urnas.
Con el arribo tardío del presbítero y doctor Calderón y San Martín, llegó a la tribuna el independentista Mariano Prado, Jefe Político Superior Provisional de la Junta Gubernativa del protoEstado salvadoreño, quien felicitó al Congreso Constituyente con encendidos términos, tal y como después lo hicieron los también secesionistas doctores Pedro Molina –representante diplomático o ministro plenipotenciario del istmo ante los gobiernos suramericanos- y José Matías Delgado y de León –a la sazón, uno de los diputados provinciales sansalvadoreños en el Congreso Constituyente Federal, con sede en la ciudad de la Nueva Guatemala de la Asunción-.
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Tras ellos, hicieron uso de la tribuna el síndico procurador de la municipalidad de San Salvador y el Comandante General de las Armas de la provincia sansalvadoreña; fray Francisco Dubón, prior de la Iglesia de Santo Domingo (ahora Catedral de San Salvador), quien habló en nombre de su orden religiosa y en las de La Merced y San Francisco –cuyos prelados estaban presentes en la ceremonia- y Miguel Delgado y de León –hermano de José Matías-, quien se desempeñaba como director del importantísimo Montepío de Cosecheros de Añil.
Luego de estos discursos, el presidente Dr. Calderón y San Martín agradeció cada intervención y señaló que el Congreso había escuchado cada una de ellas con pleno interés y satisfacción, con lo cual dio por clausurado el evento inaugural. Su período presidencial al frente de esa entidad constituyente finalizaría el 17 de abril. Opuesto al nombramiento civil del Dr. Delgado y de León como primer Obispo de San Salvador por designación civil y no de la Santa Sede, el presbítero Calderón y San Martín fallecería en su parroquia de Santiago Texacuangos, el 9 de abril de 1826. Su muerte se encuentra asentada en los libros municipales del lugar, en cuyo templo fueron sepultados sus restos mortales, tal y como lo señala una placa que fue instalada en la fachada, en 1950, por la Academia Salvadoreña de la Historia.
El 21 de abril del mismo año, ese cuerpo colegiado eligió como primer Jefe del Estado salvadoreño al independentista Juan Manuel Rodríguez Delgado, hermano por rama paterna de José Matías.
Ese primigenio Congreso Constituyente estuvo bajo las sucesivas presidencias temporales del también independentista Mariano Fagoaga (del 17 de abril al 6 de mayo), presbítero Pablo María Sagastume (del 16 de mayo al 5 de junio), ciudadano Manuel Romero (del 5 al 13 de junio), el coronel hondureño Joaquín de San Martín y Ulloa (Comayagua, 1770-Amayo, 1854, presidió al Congreso Constituyente del 13 de junio al 30 de julio), el ciudadano español Benito González Martínez (Vigo, 1776-San Salvador, 1852, presidió el ente del 30 de julio al 31 de agosto), ciudadano Juan Manuel Rodríguez Delgado (del 19 al 30 de octubre) y presbítero José Miguel de Castro y Lara de Mogrovejo (director del Semanario Político Mercantil de San Salvador desde el 31 de julio de 1824, dirigió al ente constituyente del 1 al 23 de noviembre).
Esa entidad constituyente redactó, discutió, promulgó y sancionó la primera Carta Magna del país, cuyo borrador fue responsabilidad creativa del doctor Pedro Molina y del licenciado José Damián Villacorta, oriundo de Santa Lucía Zacatecoluca y cuya memoria la honra un centro educativo en la ciudad de Santa Tecla. Esa primera Constitución dio vida legal al Estado de El Salvador. Fue emitida el 12 de junio y promulgada el 4 de julio de 1824.
Aparte de desarrollar esa primigenia Constitución del Estado, ese cuerpo colegiado también desarrolló funciones legislativas, antes de clausurar sus sesiones el 23 de noviembre de 1824.
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Las actas del segundo libro de sesiones del primer Congreso Constituyente del Estado, correspondientes a los meses de abril y mayo de 1824, se salvaron de las llamas que consumieron a los archivos nacionales contenidos dentro del primer Palacio Nacional de San Salvador (noviembre de 1889). Llegado el documento a manos del historiador y sacerdote jesuita Dr. Santiago Malaina, él realizó la trascripción paleográfica de dichas actas y las dio a conocer en la Revista del Departamento de Historia y Hemeroteca Nacional del Ministerio de Instrucción Pública (San Salvador, segunda época, año III, no. II, junio de 1940, páginas 107-185). Después, el cuaderno se perdió, aunque es muy probable que se encuentre entre los cientos de documentos sin clasificar del archivo del Arzobispado de San Salvador, donde reposa el resto de la documentación escrita y/o recopilada por el padre Malaina.
Gracias a nueva información obtenida mediante el cotejo de fuentes secundarias, el autor de este artículo incorporó nuevos datos y precisiones al trabajo realizado por ese intelectual jesuita, ahora tan injustamente olvidado. Esa nueva versión del segundo libro de actas del primer Congreso Constituyente del Estado salvadoreño fue presentada a la sociedad salvadoreña en abril de 2006 y aún puede consultarse desde Google y otros buscadores de internet.
[Acta de la] Sesión de veinte y tres de abril (1824). (Fragmentos).
Presidencia del C[iudadano Mariano] Fagoaga.
Marginal: CC. Presidente, San Martín, Meléndez, Paniagua, Ibarra, Villacorta, Pineda, Castro, Sagastume, Calderón, Martínez, Romero, Quinteros, Guillén, Gutiérrez, Campo.
Se aprobó la acta anterior.
El C. Castro, manifestando que el Padre Arzobispo [Dr. José Matías Delgado], según las noticias que se tienen, ha pasado por el pueblo de Tacachico, regresando de Guatemala, pidió que se trajese a la vista el acta o acuerdo con que se declaró erigida esta Provincia en Obispado, con el objeto, a lo que hizo entender, de que este punto se arreglase y concluyese con dicho prelado, haciendo que para este fin viniese a esta ciudad.
[…]
Se trajo a la vista el acta citada, en que consta estar aprobado el dictamen de la Comisión de Negocios Eclesiásticos sobre el negocio en cuestión [el del Obispado civil de San Salvador]; y discutiéndose del modo de hacer efectiva la elección y lo demás consiguiente a ella. Siendo de sentir el C. Ibarra que el Poder Ejecutivo [del Estado] realizase todo lo dispuesto y que para ello se asociase de uno o más individuos del Congreso, autorizados para el caso; y puesto a votación, quedó acordado que pasase al Poder Ejecutivo el acuerdo de la materia, para su cumplimiento, sin asociación de ninguno del Congreso.
Se dio cuenta con una exposición del C. Manuel José Arce, recomendando la miserable situación de las viudas, mujeres e hijos de los que en la guerra han padecido y muerto por la defensa de la Patria. El C. Ibarra volvió, como ayer, a manifestar que el medio más eficaz y pronto de formalizar el expediente de estas e iguales solicitudes para proporcionar a los interesados los premios y socorros correspondientes a su mérito era el de que el presidente de la Comisión de Premios o algún otro de sus individuos se hiciese cargo de tal instrucción y de la justificación del mérito de los que se hallan en circunstancias de ser premiados o socorridos.
[…]
En cumplimiento de lo acordado en la sesión de veinte y uno del corriente, se procedió a la lectura del proyecto de Constitución formado por el C. Pedro Molina; y, entre tanto, habiendo quedado en la sesión del el C. Arce de venir al Congreso, a dar cuenta de su misión a Norte América, se le mandó recado por el C. Presidente, a que contestó excusándose, por hallarse indispuesto y manifestando estar encargado de venir a hacerlo el C. Juan Manuel Rodríguez.
[…]
Se dio, así mismo, con la solicitud de María de los Reyes, vecina de Analco, sobre los padecimientos de su marido y pérdidas que sufrió por ser adicto a la libertad e independencia. Se mandó a la Comisión de Premios.
[…]
El C. Castro pidió que la Comisión nombrada para la formación del Tral. [Tribunal] del Congreso tratase cuanto antes de evacuar este encargo; y el C. Ibarra, apoyando esta moción, dijo que era tanto más conveniente cuanto que los Representantes no debían estar sin un juez que los juzgase, no obstante que hasta ahora no ha habido de los Representantes uno que cometa alguna falta. Se recomendó a la Comisión del Tribunal del Congreso la brevedad de este negocio.
[…]
Se levantó la sesión.
Mariano Fagoaga,
Presidente.
Ramón Meléndez,
Dip. Srio.
Bonifacio Paniagua,
Dip. Srio.