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a pérdida de peso saludable requiere compromiso con la alimentación y el ejercicio, más allá de cualquier tratamiento farmacológico.

Tu salud no se improvisa, la verdad sobre perder peso sin hábitos

Bajar de peso sin esfuerzo es una idea tentadora, pero puede tener consecuencias graves si se ignoran la dieta y el ejercicio, advierten expertos.

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Por EFE
Publicado el 09 de diciembre de 2025

 

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La pérdida de peso rápida con fármacos sin acompañamiento de dieta ni ejercicio puede tener efectos adversos como el rebote y la pérdida de masa muscular, advierte el catedrático Jordi Salas-Salvadó en declaraciones a EFE. Aunque medicamentos como Ozempic ayudan, usarlos sin hábitos saludables es un error. La dieta mediterránea, combinada con actividad física, sigue siendo la opción más eficaz y segura a largo plazo. También alerta sobre la moda del ayuno intermitente, que carece de evidencia sólida. La salud duradera requiere compromiso y educación alimentaria, no soluciones milagrosas ni atajos que comprometan el bienestar integral.

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Intentar adelgazar con medicamentos para la obesidad sin acompañarlos de una dieta saludable y actividad física es "una equivocación total" que puede generar efectos indeseados como el rebote o la pérdida de masa muscular, advirtió a EFE el catedrático Jordi Salas-Salvadó, experto en nutrición.

Un camino sin atajos

La popularidad de los análogos de GLP-1, como Ozempic o Mounjaro, ha crecido en los últimos años debido a su eficacia para tratar la diabetes y la obesidad. Sin embargo, muchos los utilizan como una solución rápida, sin modificar sus hábitos de alimentación ni incorporar ejercicio a su rutina diaria.

“Me he encontrado con muchas personas que quieren bajar de peso sin hacer ningún esfuerzo, sin cuidarse, sin hacer ejercicio, sin tener que hacer dieta. Esto es una equivocación total”, alertó Salas-Salvadó, quien también dirige el programa de Nutrición del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Obesidad (CIBERobn).

El experto subraya que estos medicamentos no están indicados si no se acompañan de una dieta adecuada y de actividad física regular. Primero, se debería intentar alcanzar un peso saludable por medios convencionales antes de considerar la medicación como una opción complementaria.

Consecuencias del uso inadecuado

Una de las complicaciones más comunes es el conocido efecto rebote: “Cuando una persona toma un fármaco sin hacer ejercicio ni dieta, baja de peso y es entonces cuando lo deja de tomar y se produce un efecto yo-yo”, explicó el catedrático.

Otro riesgo significativo es la sarcopenia, la pérdida de masa y fuerza muscular. Esto puede ocurrir cuando la persona experimenta pérdida de apetito o náuseas inducidas por el medicamento, y no se alimenta adecuadamente. Las dietas desequilibradas, sumadas al sedentarismo, pueden agravar esta condición, especialmente en adultos mayores.

“Si no cuidás la dieta, si hacés dietas deficitarias, una de las posibles consecuencias de este tipo de fármacos es que pueden producir sarcopenia”, detalló Salas-Salvadó.

La dieta mediterránea, el mejor complemento

Para quienes recurren a estos medicamentos, el especialista recomienda la dieta mediterránea como el mejor plan nutricional de respaldo. Rica en frutas, verduras, legumbres, pescados, frutos secos y aceite de oliva, esta dieta no solo ayuda a controlar el peso, sino que también reduce los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer.

Una alimentación equilibrada, como la dieta mediterránea, es clave para perder peso de forma sostenible y cuidar la salud a largo plazo.
Una alimentación equilibrada, como la dieta mediterránea, es clave para perder peso de forma sostenible y cuidar la salud a largo plazo. / EFE/Kai Försterling

“Dependiendo de la restricción calórica que produce el fármaco, puede ser la dieta mediterránea suplementada con otras proteínas, vitaminas y minerales”, explicó. Esta estrategia evita carencias nutricionales y refuerza los beneficios del tratamiento.

Los estudios Predimed 1 y Predimed Plus han demostrado que la dieta mediterránea supera a otras como la dieta nórdica o la vegetariana en cuanto a eficacia para la pérdida de peso y la mejora de la salud metabólica.

“La adherencia a una dieta mediterránea ligeramente hipocalórica, acompañada de actividad física es la mejor estrategia para bajar peso en una persona con sobrepeso u obesidad”, afirmó el experto.

Un modelo para toda la familia

Además de ser un tratamiento eficaz, la dieta mediterránea es una herramienta educativa y cultural. Según Salas-Salvadó, las personas mayores de 55 años, especialmente mujeres con mayor nivel educativo y socioeconómico, suelen adoptar más esta forma de alimentación.

“Los adultos tampoco damos ejemplo”, advirtió, señalando que la educación en hábitos saludables debe comenzar desde la infancia, tanto en casa como en la escuela. Lamentó que “se ha triplicado el consumo de procesados en las últimas dos décadas”, debido a un estilo de vida acelerado y a la demanda del consumidor.

“Somos responsables de lo que va a pasar en los próximos años y, además, con el problema añadido que estamos destruyendo el planeta por culpa de este sistema alimentario que tenemos”, advirtió.

El ayuno intermitente, en la lupa

Respecto al ayuno intermitente, Salas-Salvadó participó en una revisión publicada en la revista British Journal of Medicine, donde se analizó su eficacia frente a dietas tradicionales. Aunque a corto plazo se observan pequeños beneficios en algunas variantes, los estudios a largo plazo son insuficientes para considerarlo una solución sostenible.

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“He visto muchos estudios a corto plazo que luego a largo plazo no se reproducen”, aclaró, citando las dietas hipocalóricas extremas que han caído en desuso por sus riesgos.

La evidencia más sólida, hasta ahora, apunta a la dieta mediterránea ligeramente hipocalórica como la opción más segura y eficaz a largo plazo.

Un compromiso con la salud

La obesidad y el sobrepeso no se resuelven con atajos. Los fármacos pueden ser una herramienta útil bajo supervisión médica, pero nunca deben reemplazar a los pilares fundamentales: alimentación balanceada, ejercicio regular y educación en salud.

Optar por un enfoque integral no solo mejora el bienestar individual, sino que también contribuye a un sistema alimentario más justo y sostenible. Porque en salud, como en la vida, los resultados verdaderos vienen con compromiso, conciencia y constancia.

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