El ejercicio físico, un escudo contra el Alzheimer: moverse cuenta
Un estudio internacional revela que caminar más de 5.000 pasos al día puede retrasar hasta siete años la aparición de síntomas del Alzheimer.
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Agencias
Publicado el 03 de noviembre de 2025
Caminar podría ser una de las formas más simples de proteger el cerebro. Una investigación publicada en Nature Medicine comprobó que la actividad física regular retrasa la aparición del Alzheimer hasta siete años en personas con alto riesgo. El estudio, realizado por universidades de Harvard, Australia y Canadá, siguió durante 14 años a casi 300 adultos mayores. Quienes caminaban más mostraron una acumulación más lenta de proteínas dañinas y un deterioro cognitivo menor. Los expertos destacan que incluso pequeños aumentos en la actividad diaria pueden tener un impacto positivo en la salud cerebral.
Caminar no solo es una actividad sencilla y accesible: puede ser una poderosa herramienta para cuidar la salud del cerebro. Una investigación internacional publicada esta semana en la prestigiosa revista Nature Medicine revela que la actividad física regular puede retrasar hasta siete años la aparición de los síntomas del Alzheimer en personas con alto riesgo de desarrollarlo.
El estudio, realizado por un equipo de científicos de Australia, Canadá y Estados Unidos, siguió durante 14 años a casi 300 adultos mayores que, aunque no mostraban signos de deterioro cognitivo, presentaban una alta acumulación de las proteínas Beta-amiloide y Tau, características de las fases iniciales de la enfermedad de Alzheimer.
Los resultados fueron claros: quienes se mantenían físicamente activos presentaban un deterioro cognitivo más lento y una acumulación menor de proteínas dañinas en el cerebro. Por el contrario, la inactividad física se confirmó como un factor de riesgo importante en la progresión de esta enfermedad neurodegenerativa.
Caminar: un hábito sencillo con grandes beneficios
El Alzheimer, una de las principales causas de demencia en el mundo, afecta a millones de personas y aún no tiene cura. Sin embargo, cada vez más estudios coinciden en que el estilo de vida puede marcar una gran diferencia en la salud cerebral.
En esta investigación, los participantes fueron divididos según su nivel de actividad diaria. Aquellos que caminaban menos de 3.000 pasos al día mostraron un deterioro cognitivo más rápido, especialmente si tenían niveles elevados de la proteína Beta-amiloide en el cerebro. En cambio, quienes caminaban entre 3.000 y 5.000 pasos diarios lograron retrasar el desgaste cognitivo en promedio tres años, mientras que los que alcanzaban entre 5.000 y 7.500 pasos diarios retrasaban los síntomas hasta siete años.
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“Nuestro hallazgo demuestra que aumentar el número de pasos, aunque sea ligeramente, puede ayudar a ralentizar la progresión del Alzheimer en personas con alto riesgo de desarrollarlo”, explicó el neurólogo Jasmeer Chhatwal, del consorcio médico Mass General Brigham, vinculado a la Universidad de Harvard y a los principales hospitales de Boston.
Para el especialista, esta relación entre movimiento y salud cerebral puede explicar por qué algunas personas con predisposición genética o acumulación de proteínas se deterioran más rápidamente que otras. “Los cambios en el estilo de vida —como caminar más o mantenerse activo— podrían servir como una estrategia terapéutica preventiva”, añadió.
El estudio: tecnología y constancia al servicio de la ciencia
Los investigadores analizaron los datos de 296 participantes del Estudio sobre el Envejecimiento Cerebral de Harvard, con edades entre los 50 y 90 años. Ninguno presentaba deterioro cognitivo al inicio.
Mediante una técnica de imagen no invasiva —la Tomografía por Emisión de Positrones (PET)—, midieron los niveles basales de Beta-amiloide y Tau en el cerebro. Además, cada participante llevaba un podómetro de cintura para registrar su número diario de pasos, lo que permitió evaluar de manera objetiva su nivel de actividad física.
Durante el seguimiento, que duró entre dos y catorce años (con una media de 9,3), los voluntarios se sometieron a evaluaciones cognitivas anuales. Un subgrupo se realizó nuevas pruebas PET para observar los cambios cerebrales a lo largo del tiempo.
Los resultados fueron consistentes: a mayor número de pasos diarios, más lenta era la acumulación de proteína Tau y más estable se mantenía la función cognitiva. Por el contrario, la falta de actividad física aceleraba la acumulación de estas proteínas y el deterioro mental.
“Nuestro estudio demuestra que cada paso cuenta, e incluso un aumento pequeño de la actividad redunda en una mejora de la salud cerebral y cognitiva”, destacó la neuróloga Wai-Ying Wendy Yau, también del Mass General Brigham. “Mantenerse físicamente activo es una forma de proteger el cerebro”.

Un llamado a moverse más
Los autores coinciden en que la actividad física no necesita ser intensa para tener beneficios. Caminar, subir escaleras o realizar tareas domésticas activas pueden marcar una diferencia significativa si se hacen con regularidad.
El movimiento, además, influye positivamente en otros aspectos de la salud que también inciden en el riesgo de Alzheimer, como la presión arterial, el control del azúcar en sangre, el peso corporal y el estado de ánimo. El ejercicio contribuye a mejorar la circulación, reducir la inflamación y estimular la liberación de sustancias neuroprotectoras que fortalecen las conexiones neuronales.
“En la prevención del Alzheimer, no existen soluciones mágicas, pero sí hay estrategias efectivas”, afirman los investigadores. “Entre ellas, el ejercicio físico ocupa un papel central, porque es accesible, no invasivo y tiene múltiples beneficios”.
Hacia una nueva prevención del Alzheimer
De cara al futuro, el equipo planea profundizar en los mecanismos biológicos que explican la relación entre movimiento y acumulación de proteínas en el cerebro, así como identificar qué tipo de actividad física resulta más eficaz para cada perfil de riesgo.
El objetivo final es que estos resultados sirvan de base para diseñar ensayos clínicos que prueben programas de ejercicio personalizados como tratamiento preventivo del deterioro cognitivo.
Mientras tanto, la recomendación es clara: caminar más puede ser una de las decisiones más sencillas y efectivas para proteger la mente. No se trata de convertirse en atleta, sino de incorporar pequeños cambios que sumen. Porque, como señala el estudio, cada paso cuenta.
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