¿Tienes hambre real o emocional?

Aprender a distinguir si el origen de tu apetito se debe a una necesidad real del cuerpo o si lo haces como respuesta a tus emociones es de gran importancia, sobre todo si estás tratando de controlar tu peso. Por ello, te compartimos algunos consejos para que vigiles tus hábitos alimentarios.

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El hambre emocional te lleva a consumir alimentos poco saludables. / Foto Por EDH / Shutterstock

Por Mireya Amaya

2020-03-14 9:00:09

¿Te ha pasado que estás triste, estresado, desanimado o emocionalmente débil, y de repente aparecen unos terribles antojos de comer?

Pues no estás solo, a todos nos ha pasado alguna vez en la vida. El problema se da cuando esta situación es recurrente, llegando a sabotear tus esfuerzos por mantener un peso saludable.

Por fortuna, según explicó Susan Bowerman, experta en nutrición, existen señales que pueden ayudarte a distinguir el apetito emocional o por estrés del que es físico y real.

Uno de los principales aspectos que debes tomar en cuenta es que “cuando se come por un escape emocional o por estrés, el hambre generalmente aparece de forma repentina”, sostuvo Bowerman y agregó que en general las personas lo hacen para escapar de algunos sentimientos negativos que se están experimentando, con la esperanza de que la comida los haga sentir mejor.

“A veces es una decisión consciente pero, con más frecuencia, automática. Quizás la persona no sabe exactamente qué es lo que le molesta, pero está bastante segura de que la comida es lo único que curará su malestar”, aseguró.

Por el contrario, el apetito es físico tiende a aparecer de manera gradual. La persona comienza a sentir hambre pero puede esperar para comer, lo cual da tiempo para escoger prudentemente y saciar el apetito con algo saludable. Si es por estrés en general provoca antojo de algún alimento con azúcar, grasas y alto en calorías, como chocolate o golosinas, por ejemplo.

Otra señal, según Bowerman es que cuando se ha satisfecho la necesidad real de comer, el estómago está lleno, lo cual indica que ya se ha comido lo suficiente. “Sin embargo, cuando las emociones son el motor, es fácil ignorar lo que dice el estómago y se come mucho más tratando de sentirse mejor. Comer por estrés puede levantar el ánimo momentáneamente, pero después, con la misma rapidez, el sentimiento de vergüenza y culpa aparecen”, afirmó la experta.

Toma el control
Cuando las emociones negativas amenazan con desencadenar una alimentación emocional, puedes tomar algunas medidas para controlar los antojos. Las siguientes ideas son de gran ayuda.

Lleva una agenda de comidas. De acuerdo con la Clínica Mayo, es una buena práctica anotar lo que comes, cuánto comes, cuándo comes, cómo te sientes cuando comes y cuánta hambre tienes. Con el tiempo, estos datos podrían ayudarte a encontrar patrones que revelan la conexión entre tu estado de ánimo y la comida.

Admite tus sentimientos. Si eres consciente de que las emociones son el detonante de que comas por estrés, entonces ¿por qué no aceptarlas? Es bueno sentirse a veces enojado, solo o aburrido. “Los sentimientos pueden ser desagradables pero no son peligrosos y no siempre necesitarás ‘repararlos’ comiendo”, explicó Susan Bowerman.

Trabaja en tus habilidades de adaptación. Cada vez que comes como reacción al estrés, es un recordatorio de que no puedes controlar tus emociones. Cuando te afecte el agobio, intenta preguntarte: “¿Qué es lo peor que puede pasar si no cómo?” Sí, tu nivel de estrés podría aumentar un poco, pero el sentimiento pasará. Practica tolerar tus emociones o encontrar otras maneras de hacer frente a tu estrés.

Lucha contra el aburrimiento. En lugar de comer bocadillos cuando no tienes hambre, la Clínica Mayo sugiere que te distraigas y optes por un comportamiento más saludable. Puedes dar un paseo, mirar una película, jugar con tu mascota, escuchar música, leer, navegar por Internet o llamar a un amigo.

Opta por alimentos saludables. Si sientes la necesidad de comer entre comidas, elige un bocadillo saludable, como frutas frescas, vegetales con un aderezo bajo en grasa, nueces o palomitas de maíz sin mantequilla. O prueba versiones bajas en calorías de tus alimentos favoritos para ver si satisfacen el antojo.

Espera hasta que pase. Quienes comen por estrés a menudo temen que si no satisfacen las ansias de comer, el antojo empeorará. No obstante, cuando practican tácticas dilatorias, a menudo se sorprenden de que el apetito simplemente desaparece. En vez de rendirte inmediatamente a las ansias, hazte la promesa de que esperarás unos minutos y dejarás que el antojo desaparezca.

Aprende de los errores. Si tienes un episodio de alimentación emocional, perdónate y comienza de nuevo al día siguiente. Trata de aprender de la experiencia y haz un plan para prevenirla en el futuro. Concéntrate en los cambios positivos que estás haciendo en tus hábitos alimenticios y date crédito por hacer cambios que se reflejarán en una mejor salud.