Qué es el TDAH el trastorno que padece Rosalía y cómo se trata
Aunque empieza en la infancia, el TDAH persiste en la vida adulta. Reconocerlo y tratarlo puede cambiarlo todo, como lo contó Rosalía hace unos años.
Por
EFE
Publicado el 12 de noviembre de 2025
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no desaparece con la infancia: persiste en la adultez, impactando la vida emocional, laboral y social. Rosalía reveló que lo padece, ayudando a visibilizar una condición con base neurobiológica y fuerte carga genética. A menudo no se diagnostica hasta la adultez, donde puede manifestarse como desorganización, impulsividad o dificultades para mantener rutinas. El tratamiento combina medicación, terapia y apoyo educativo, mejorando significativamente la calidad de vida. Detectarlo a tiempo es clave para romper estigmas y ofrecer nuevas oportunidades a quienes lo viven desde el silencio. Con comprensión, todo puede cambiar.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no se limita a los años escolares. Según la Clínica Universidad de Navarra (CUN), aunque suele manifestarse en la infancia, este trastorno persiste en la adultez y afecta múltiples áreas de la vida cotidiana. La artista Rosalía lo visibilizó al compartir públicamente que lo padece, ayudando a romper el estigma que lo rodea. Como explica la CUN, “es uno de los problemas psiquiátricos más frecuentes en la infancia”, pero su impacto se extiende mucho más allá.
Una vida adulta en pausa sin saber por qué
Muchas personas adultas viven durante años con una sensación persistente de desconexión, de caos interno, de estar siempre a punto de llegar… pero nunca llegar. Esa sensación puede tener nombre y apellido: TDAH. Este trastorno neurobiológico tiene una fuerte base genética y no desaparece mágicamente al llegar a la mayoría de edad.
Los adultos con TDAH suelen enfrentar dificultades para planificar, organizar su día, mantener la atención o controlar impulsos. “La impulsividad no es solo interrumpir a alguien al hablar; puede ser tomar decisiones sin pensar, cambiar de trabajo frecuentemente o tener dificultades para mantener rutinas estables”, señalan desde la Asociación Española de Pediatría.
La vida puede volverse una sucesión de frustraciones: proyectos sin terminar, olvidos constantes, relaciones tensas o sensación de estar siempre empezando de cero. Pero hay una salida, y empieza con un diagnóstico.
Detectarlo a tiempo cambia destinos
El diagnóstico del TDAH es exclusivamente clínico. Se basa en la observación de síntomas persistentes por al menos seis meses. En adultos, estos pueden manifestarse como una lucha constante con la organización, la memoria a corto plazo o el manejo del tiempo.
No se necesitan análisis de sangre ni resonancias magnéticas para llegar a un diagnóstico. La información se recoge principalmente a través de entrevistas clínicas, escalas de valoración y cuestionarios estructurados. Según los especialistas, cuanto antes se identifique el trastorno, mejor: evitar el desgaste emocional que conlleva no saber qué está ocurriendo internamente puede ser transformador.
En palabras de los expertos citados por la agencia EFE, detectar el TDAH incluso en edad preescolar es fundamental para evitar consecuencias como baja autoestima, trastornos emocionales o fracaso académico. En la adultez, el diagnóstico puede ser un parteaguas emocional: darle un marco a aquello que por años fue una lucha silenciosa.
Una mirada profunda al cerebro
Las investigaciones científicas han demostrado que el TDAH no es una moda ni un invento moderno. Su origen es biológico y genético. Estudios publicados en revistas como Nature Genetics identificaron al menos 27 regiones genéticas implicadas, 21 de ellas descritas por primera vez. Se estima que la genética explica cerca del 74 % de la variabilidad del trastorno.
Desde la Clínica Universidad de Navarra explican que se trata de “un desarreglo funcional de la dopamina y la noradrenalina”, neurotransmisores clave en funciones como la atención sostenida, el control de impulsos y la toma de decisiones.
Las imágenes cerebrales muestran, además, un desarrollo más lento en ciertas áreas del cerebro, como los ganglios basales, la amígdala y el hipocampo. Estas regiones están relacionadas con la regulación emocional y la cognición, y su desarrollo atípico ayuda a entender por qué el TDAH no es un simple problema de conducta, sino una condición neurológica real.
Tecnología para una detección más precisa
El avance de la inteligencia artificial también empieza a jugar un rol importante en el diagnóstico del TDAH. Investigadores de las universidades de Málaga y Alicante desarrollaron herramientas capaces de predecir diagnósticos con un 90 % de acierto. Esto podría acelerar la detección, especialmente en personas adultas que pasaron desapercibidas en su infancia.

Estas herramientas, aún en desarrollo, representan una esperanza para miles de personas que viven sin saber por qué les cuesta tanto concentrarse o estructurar su día a día. Poder ponerle nombre a lo que ocurre es el primer paso para tomar el control.
El tratamiento que cambia el rumbo
El TDAH no tiene cura, pero sí tiene tratamiento. La clave está en abordarlo desde múltiples frentes. El enfoque más eficaz combina medicación, psicoterapia conductual, apoyo psicoeducativo y, en el caso de personas con hijos, entrenamiento a madres y padres.
“Los psicoestimulantes han demostrado su eficacia en la disminución del 70 % de los síntomas”, apunta la CUN. Estos medicamentos ayudan a reducir el movimiento, mejorar la atención y controlar la impulsividad. Pero no son la única herramienta.
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La terapia cognitivo-conductual permite desarrollar habilidades para organizarse, gestionar el tiempo y regular las emociones. También es clave crear entornos que comprendan y acompañen, ya sea en el ámbito laboral o familiar.
Hacia una vida más plena y entendida
El TDAH no define a nadie, pero entenderlo puede cambiar radicalmente cómo una persona se relaciona consigo misma y con su entorno. El caso de Rosalía es solo uno entre muchos. Cuando una figura pública habla de su diagnóstico, contribuye a romper prejuicios y normalizar la conversación.
Vivir con TDAH puede ser un desafío, pero también una oportunidad de redescubrir fortalezas. Las personas con este trastorno suelen tener una creatividad desbordante, una gran energía y una sensibilidad fuera de lo común. El secreto está en conocer el propio funcionamiento mental y aprender a navegarlo con herramientas adecuadas.
Como señalan los especialistas, “entender el TDAH como un trastorno del neurodesarrollo y no como un defecto de carácter es esencial para avanzar hacia una mayor inclusión, empatía y bienestar emocional”.
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