Ciberacoso y bullying: cómo identificar sus síntomas en casa
Cambios de conducta, aislamiento y ansiedad son algunas señales de alerta que pueden revelar situaciones de acoso escolar o ciberacoso entre menores.
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Agencias
Publicado el 23 de octubre de 2025
El acoso escolar y el ciberacoso son formas de violencia entre pares que pueden afectar gravemente la salud emocional de niños y adolescentes. Según un informe de EFE basado en datos del Instituto Centta, las principales señales de alerta incluyen cambios de conducta, aislamiento, bajo rendimiento escolar, quejas físicas y problemas para dormir. El estudio de Save the Children revela que uno de cada cinco jóvenes ha sufrido algún tipo de acoso digital. Expertos recomiendan a los padres observar el comportamiento de sus hijos, mantener el diálogo abierto, fomentar la autoestima y buscar ayuda profesional ante cualquier sospecha.
El acoso escolar, también conocido como bullying, sigue siendo una de las problemáticas más persistentes en los entornos educativos. Se manifiesta mediante agresiones físicas, verbales, psicológicas o sociales, con un daño intencionado y prolongado en el tiempo. Así lo explica un informe difundido por la agencia EFE, que cita al psicólogo del Instituto Centta, Ignacio Malo, quien subraya la necesidad de aprender a identificar las señales tempranas para actuar con rapidez y evitar consecuencias graves para la salud emocional de los menores.
El Instituto Centta define el bullying como una forma de violencia entre pares por abuso de poder. Esta se produce en relaciones donde existe un claro desequilibrio entre acosador y víctima, generando un ambiente de temor e inseguridad que puede repercutir en el desarrollo académico y personal. En palabras del especialista citado por EFE, “si observamos alguna de estas señales, es importante abordar la situación de manera proactiva, escuchar al niño y buscar la ayuda de un profesional porque podríamos estar ante un caso de acoso escolar”.
Según los datos más recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), publicados en el informe PISA 2024 y recogidos por el Instituto Centta, el 6,5 % del alumnado en España sufre acoso escolar con frecuencia. Además, un 10 % ha preferido quedarse en casa al menos una vez para evitar la sensación de inseguridad dentro del colegio. Estos porcentajes reflejan un fenómeno que, aunque más visible que en décadas anteriores, sigue demandando atención urgente por parte de las instituciones educativas y las familias.
El ciberacoso, por su parte, ha ampliado las fronteras del maltrato entre iguales. EFE destaca que el estudio “Derechos sin conexión” de Save the Children documentó que el 11,2 % de los más de 3.000 menores encuestados recibió mensajes de odio o discriminación en línea, mientras que un 10,6 % fue víctima directa de insultos o amenazas. En conjunto, cerca de uno de cada cinco jóvenes ha experimentado o presenciado alguna forma de acoso digital.
Cinco señales clave del acoso escolar
El psicólogo Ignacio Malo, del Instituto Centta, citado por EFE, detalla cinco síntomas que pueden ayudar a padres y docentes a identificar si un niño o adolescente está siendo víctima de acoso:
- Cambios de comportamiento. Una alerta frecuente es cuando un niño pasa de disfrutar de ir a la escuela a mostrar irritabilidad, tristeza o conductas inusuales. El entorno debe prestar atención a transformaciones súbitas en la actitud o el ánimo, especialmente cuando no hay un motivo aparente.
- Quejas físicas. Dolores de cabeza, de estómago o malestares corporales sin una causa médica concreta pueden ser somatizaciones derivadas del estrés o la ansiedad que produce el acoso. En muchos casos, estos síntomas aparecen justo antes de asistir al colegio o durante la semana escolar.
- Aislamiento social. Rehusar interactuar con amigos o participar en actividades grupales puede ser un signo de que el menor está sufriendo algún tipo de hostigamiento. Según el Instituto Centta, este retraimiento puede ser una forma de autoprotección o un reflejo del miedo a la humillación pública.
- Desempeño académico. La pérdida repentina de concentración y la caída del rendimiento escolar suelen indicar que el niño está emocionalmente afectado. No se trata solo de notas bajas, sino también de desinterés general por tareas que antes disfrutaba.
- Problemas para dormir. La dificultad para conciliar el sueño, los despertares nocturnos con miedo o las pesadillas frecuentes son respuestas físicas al estrés constante del acoso. La falta de descanso puede, además, agravar los otros síntomas y generar un círculo de ansiedad.
Ignacio Malo enfatiza que estas señales no deben ser interpretadas de forma aislada. “La clave está en observar los cambios y ofrecer un espacio seguro donde el menor pueda hablar sin miedo”, explica en declaraciones recogidas por EFE. La detección temprana es esencial para evitar consecuencias que, en casos extremos, pueden derivar en depresión severa, abandono escolar o incluso suicidio.

El impacto psicológico del acoso
Diversas investigaciones coinciden con el análisis del Instituto Centta. La organización UNICEF ha señalado que el acoso prolongado puede generar daños profundos en la autoestima y en el sentido de pertenencia de los jóvenes. También advierte que, sin intervención, las víctimas pueden desarrollar cuadros de ansiedad, depresión o estrés postraumático que afectan su desarrollo social y académico.
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Desde el portal SientoSalud se destaca que los niños acosados tienden a experimentar una pérdida de confianza en sí mismos y muestran una creciente desmotivación hacia las actividades que antes les resultaban placenteras. Estas reacciones emocionales, si se prolongan, pueden consolidar una sensación de aislamiento y desesperanza difícil de revertir.
El Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), en su sección dedicada a menores, recuerda que el ciberacoso puede resultar aún más invasivo que el bullying tradicional, ya que las agresiones no se limitan al entorno físico. Las redes sociales, las plataformas de mensajería y los videojuegos en línea permiten que la víctima se sienta observada las 24 horas, lo que multiplica la ansiedad y la sensación de vulnerabilidad.
Ciberacoso: señales y prevención
Entre los síntomas específicos del acoso digital destacan el miedo a revisar el teléfono, la evitación de las redes sociales o la reacción de angustia tras leer mensajes o notificaciones. El Instituto de Estudios Superiores ISES subraya que los adolescentes que sufren ciberacoso suelen modificar su comportamiento en línea: bloquean contactos, borran publicaciones o cambian de cuenta con frecuencia.
Además, el INCIBE sugiere a las familias mantener un diálogo constante sobre el uso responsable de internet. Revisar de manera conjunta las configuraciones de privacidad y fomentar una comunicación abierta son estrategias esenciales para detectar irregularidades sin invadir la intimidad de los jóvenes.
La importancia de una respuesta integral
El acoso escolar y el ciberacoso no son problemas individuales; requieren una respuesta colectiva que involucre a escuelas, familias, autoridades y plataformas digitales. EFE resalta que el papel de los adultos es crucial, no solo para detectar las señales, sino para actuar con empatía y firmeza. Escuchar, acompañar y validar las emociones del menor son pasos fundamentales para restaurar su seguridad emocional.
La psicología educativa insiste en que el abordaje del acoso debe centrarse tanto en la víctima como en el entorno. Promover la empatía en los compañeros de clase, capacitar a docentes y establecer protocolos claros de actuación son medidas que pueden transformar el clima escolar.
Al final, como recuerda el Instituto Centta en su comunicación citada por EFE, cada signo cuenta. Detrás de una queja leve o de una mirada evasiva puede esconderse una historia de miedo que necesita ser escuchada. Prestar atención, creer y actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre el sufrimiento silencioso y la recuperación.
Consejos prácticos para madres y padres
Para acompañar y proteger mejor a los hijos frente al acoso escolar y el ciberacoso, los expertos recomiendan:
- Escuchar sin juzgar. Crear un espacio donde el niño se sienta seguro para hablar, sin temor a ser regañado o cuestionado.
- Observar los cambios. Estar atentos a variaciones en su conducta, apetito, sueño o rendimiento escolar.
- Evitar la confrontación directa con el acosador. En su lugar, informar a la escuela y solicitar la intervención del equipo docente o psicopedagógico.
- Registrar pruebas en caso de ciberacoso. Conservar mensajes, capturas de pantalla o evidencias digitales antes de borrarlas.
- Promover la autoestima. Recordarle al niño sus fortalezas y valores, reforzando la confianza en sí mismo.
- Supervisar su actividad en línea. Sin invadir su privacidad, enseñar el uso responsable de redes y explicar cómo bloquear o denunciar contenidos ofensivos.
- Buscar ayuda profesional. Si se detectan signos de ansiedad, tristeza persistente o retraimiento, acudir a un psicólogo especializado en infancia o adolescencia.
El acompañamiento familiar, sumado a una respuesta escolar activa, constituye la mejor herramienta para prevenir y detener el acoso. Porque reconocer las señales es el primer paso para devolver la tranquilidad y el bienestar a quienes más lo necesitan.
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