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Colocar luces en familia activa emociones positivas y refuerza la conexión emocional a través de rituales compartidos.

El poder de las luces navideñas para levantar el ánimo

Colocar luces navideñas mejora el estado de ánimo, activa recuerdos felices y fortalece vínculos. La ciencia explica por qué nos hacen sentir tan bien.

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Por Betty Carranza
Publicado el 27 de noviembre de 2025

 

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Las luces de Navidad no solo decoran, también impactan positivamente en el estado de ánimo. La ciencia explica que su brillo estimula áreas del cerebro ligadas al placer y la emoción, elevando niveles de dopamina y serotonina. Además, evocan recuerdos felices, refuerzan vínculos sociales y permiten expresar creatividad. Decorar con anticipación prolonga la sensación de bienestar y crea espacios de calma en medio de la rutina. Según expertos, la combinación de luces, música y aromas festivos genera un entorno multisensorial que promueve alegría, relajación y conexión emocional durante una época que muchos asocian con afecto y tradición.

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Desde las primeras semanas de noviembre, muchas personas comienzan a decorar sus casas con luces de Navidad. Más allá de la tradición, este gesto tiene efectos comprobados sobre el estado de ánimo. Según la psicóloga Deborah Serani, entrevistada por el medio Today, “decorar en Navidad genera un cambio neurológico que puede producir felicidad”. Esa transformación mental tiene mucho que ver con cómo el cerebro responde a la luz, al color y a los rituales de fin de año.

El impacto de la luz en el cerebro y las emociones

Numerosos estudios demuestran que la exposición a luces cálidas y brillantes estimula zonas del cerebro vinculadas al placer, como la corteza visual y la amígdala. La Universitat de Barcelona señala que los estímulos luminosos navideños generan una activación emocional inmediata. Esta reacción es parte de un mecanismo evolutivo que nos prepara para responder ante lo novedoso y brillante.

El efecto es aún más potente durante los meses con menos luz solar. Las luces navideñas funcionan como un “contrapunto estimulante que ayuda a mantener un estado de ánimo más equilibrado”, explican desde la misma universidad. La cromoterapia también respalda esta idea, afirmando que la luz y el color modifican niveles de energía y pueden inducir emociones positivas.

Colores que reconfortan

No todos los colores actúan igual sobre el ánimo. Tonos clásicos de la Navidad como el rojo, el dorado o el verde intenso provocan sensaciones de calidez, seguridad y conexión emocional. Estos matices refuerzan el efecto emocional de la iluminación navideña, convirtiendo cada espacio decorado en un refugio sensorial.

“Los colores brillantes y la iluminación característica de estas fechas aumentan la dopamina, lo que favorece un estado emocional más positivo”, afirma Deborah Serani. Este neurotransmisor es clave en la sensación de placer, motivación y alegría.

Las luces navideñas estimulan la dopamina y serotonina, generando alegría, calma y una sensación de refugio emocional.
Las luces navideñas estimulan la dopamina y serotonina, generando alegría, calma y una sensación de refugio emocional. / Shutterstock

Tradiciones, recuerdos y pertenencia

Las luces también activan lo que se conoce como “memoria emocional”. Si las experiencias navideñas pasadas fueron positivas, el cerebro tiende a recrearlas como forma de buscar bienestar. Colocar luces en casa o ver calles iluminadas puede evocar la infancia, reuniones familiares, aromas conocidos o sonidos entrañables.

El Centro de Bienestar Mental explica que estos rituales refuerzan el sentido de pertenencia y gratitud. “Decorar, especialmente cuando se hace con anticipación, revive tradiciones que fortalecen la conexión social y emocional”, indican sus expertos. En un mundo acelerado, estas prácticas crean pausas significativas para reconectar con lo esencial.

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