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Un abrazo también es refugio. Cuando el cuerpo se siente en paz, la mente respira.

Lo que un simple abrazo puede hacer por tu bienestar

En un mundo acelerado y digitalizado, abrazar no es solo un gesto de cariño: también es una herramienta poderosa para mejorar tu salud mental y física.

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Por Betty Carranza
Publicado el 09 de diciembre de 2025

 

TU RESUMEN

Un abrazo puede ser mucho más que un gesto afectivo: tiene el poder de regular emociones, reducir el estrés y mejorar la salud física. Esta necesidad de contacto, conocida como “hambre de piel”, surge cuando falta el tacto humano en la vida diaria. Estudios en neurociencia muestran que el contacto físico activa circuitos cerebrales asociados al bienestar, gracias a la liberación de oxitocina. Además, fortalece el sistema inmunológico y mejora el sueño. En un mundo digital, volver a abrazar es una forma simple y profunda de reconectar con el cuerpo, cuidar la mente y fortalecer los vínculos afectivos.

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En una era de hiperconexión digital, el contacto físico ha pasado a un segundo plano. Pero estudios recientes muestran que un abrazo puede ser mucho más que un gesto de afecto: es un potente regulador emocional y fisiológico.

La "hambre de piel" es una necesidad real y urgente. El término alude a la carencia de contacto humano en la vida cotidiana, algo que se ha intensificado con el auge de las relaciones virtuales. La neurociencia ha demostrado que el cuerpo humano está programado para responder al tacto. Las fibras nerviosas C-táctiles, especializadas en detectar caricias lentas y cálidas, activan circuitos cerebrales vinculados al apego, la calma y el bienestar, según estudios citados por el medio Clarín.

Lo que sucede en tu cuerpo cuando recibís un abrazo

Cuando alguien te abraza con sinceridad, el cuerpo responde de inmediato: se libera oxitocina, conocida como la "hormona del amor". Esta sustancia reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y genera una sensación de tranquilidad. Además, el corazón desacelera, la tensión disminuye y la mente se relaja. No se trata solo de una respuesta emocional, sino de un mecanismo biológico clave para la regulación emocional.

La doctora Katerina Fotopoulou, profesora de Neurociencia en University College London, explicó en entrevista para The Guardian: "El tacto afectivo tiene el poder de regular la fisiología de formas que no siempre reconocemos. Es una necesidad biológica, no un lujo".

Beneficios que van más allá de lo emocional

El impacto positivo del contacto físico se extiende también al ámbito físico. En estudios con lactantes prematuros, el contacto piel con piel ha demostrado mejorar el peso corporal, regular el sueño y reducir complicaciones médicas. En adultos mayores, está asociado con menor presión arterial, mejor descanso y mayor vitalidad.

Según el sitio argentino Clarín, el contacto físico también fortalece el sistema inmunitario, lo que lo convierte en una herramienta poderosa para enfrentar el estrés crónico y los trastornos ansiosos que predominan en la vida moderna.

Hay abrazos que te sostienen más que mil palabras. Rodeate de quienes te hacen bien.
Hay abrazos que te sostienen más que mil palabras. Rodeate de quienes te hacen bien. / Shutterstock

El tacto: nuestro primer lenguaje emocional

Desde el psicoanálisis, el tacto es uno de los primeros lenguajes que el ser humano experimenta. Donald Winnicott y Sigmund Freud señalaron que las experiencias tempranas de sostén físico son esenciales para construir la subjetividad. En la vida adulta, el contacto reaviva esa memoria emocional profunda, ayudando a restaurar la sensación de continuidad del ser y de conexión con otros.

Un estudio publicado en Frontiers in Psychology sugiere que los abrazos frecuentes están asociados con mayor satisfacción en las relaciones afectivas y menor incidencia de síntomas depresivos.

Por qué sentimos hambre de piel en la vida adulta

Aunque el contacto es una necesidad básica, muchos adultos lo reprimen. La autonomía, la autosuficiencia y el temor a invadir el espacio ajeno hacen que el contacto físico se reduzca. Además, los estilos de vida urbanos, el trabajo remoto y las relaciones digitales contribuyen a este vacío afectivo.

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Durante la pandemia, este fenómeno se visibilizó con fuerza: millones de personas experimentaron ansiedad, irritabilidad y tristeza como resultado de la falta de contacto humano. Allí nació el concepto de "hambre de piel" como una necesidad psicológica y corporal.

Cómo recuperar el contacto de manera saludable

Volver al contacto físico no significa invadir o forzar. Se trata de revalorizar el poder del tacto con respeto y consentimiento. Aquí algunas ideas para incorporarlo de forma cotidiana:

  • Abrazar a amigos o familiares durante al menos 20 segundos para estimular la oxitocina.
  • Recibir o dar masajes terapéuticos como forma de relajación y reconexión corporal.
  • Practicar ejercicios de conciencia corporal como yoga o meditación con autoabrazo.
  • Compartir tiempo con mascotas, ya que el contacto también genera efectos positivos.

No es debilidad, es biología

Abrazar, acariciar o simplemente estar cerca físicamente de alguien no es muestra de debilidad emocional. Al contrario, es una forma de cuidado activo que involucra al cuerpo en el bienestar mental. Tal como afirma la neurocientífica Tiffany Field, del Touch Research Institute en la Universidad de Miami: "El tacto es un nutriente tan esencial como la vitamina D".

El cuerpo también cuida la mente

En un mundo que privilegia lo rápido, lo racional y lo digital, el cuerpo sigue siendo el puente más directo hacia el bienestar. La "hambre de piel" no es una nostalgia romántica, es una alerta fisiológica que nos recuerda que necesitamos sentir para vivir plenamente. Dar un abrazo puede ser una de las formas más simples y profundas de sanar.

TAGS:  Familia | Psicología | Relación de pareja | Salud | Salud Mental

CATEGORIA:  Vida | Cuerpo y mente

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