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Comer frente a la computadora bajo presión laboral suele llevar a elegir opciones rápidas y menos saludables, un hábito que los expertos vinculan con el estrés y la falta de pausas.

Cuando el trabajo aprieta: así cambia tu alimentación diaria

Cuando las tareas se acumulan y el estrés aumenta, lo que comemos también cambia: comidas apresuradas, menos calidad e incluso saltarse el almuerzo son parte del día a día.

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Por Betty Carranza
Publicado el 22 de septiembre de 2025

 

TU RESUMEN

Cuando el trabajo aprieta, también cambia la forma en que comemos. Un estudio de Cigna Healthcare España, difundido por EFE, revela que el estrés, la falta de tiempo y la sobrecarga laboral llevan a comer más rápido, elegir opciones poco saludables o incluso saltarse comidas. El 34.2% de los encuestados reconoce que una dieta adecuada mejora su concentración y productividad, pero un 53.4% admite que su alimentación empeora bajo presión. Aunque el teletrabajo ha favorecido hábitos más sanos, también aumenta el “picar” entre horas. Los expertos subrayan que empresas y trabajadores pueden romper este círculo con organización y cultura de bienestar.

Seguro te ha pasado: una mañana llena de reuniones o una fecha límite que no da tregua, y de repente descubrís que almorzaste a la carrera o que apenas probaste un café. Comer peor cuando el trabajo aprieta es más común de lo que parece, y distintos estudios lo confirman.

Un informe publicado por Cigna Healthcare España, titulado “Hábitos alimentarios en el entorno laboral” y difundido por la agencia EFE, muestra con claridad esta relación.

La investigación, realizada con una muestra de mil personas de entre 25 y 65 años, revela que factores como la carga de trabajo, la falta de tiempo y una organización deficiente condicionan lo que comemos y la energía con la que enfrentamos la jornada laboral.

Según los resultados, el 34.2% de los encuestados reconoce que una dieta adecuada mejora su concentración y productividad, lo que evidencia la conexión entre nutrición y desempeño profesional.

Comer bajo presión

El estudio señala que comer con rapidez, elegir alimentos poco saludables o saltarse comidas son tendencias frecuentes en entornos laborales con sobrecarga de actividad. Entre los directivos, la situación es aún más marcada: un 61% admite que no hace pausas regulares para comer y un 68.9% reconoce que en ocasiones se salta comidas debido a reuniones o exceso de tareas.

Mujer evidentemente estresada
El estrés laboral puede provocar que te saltés tiempos de comida. Foto: Shutterstock

Esta conducta no es exclusiva de España. Otras investigaciones respaldan este patrón. La Harvard T.H. Chan School of Public Health explica que el estrés eleva los niveles de cortisol, hormona que estimula el apetito y aumenta la preferencia por alimentos ricos en grasas y azúcares. La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) añade que muchas personas recurren a la comida como una vía para calmar la ansiedad, lo que se conoce como “alimentación emocional”.

¿Qué consecuencias tiene?

El impacto de estos hábitos va más allá de un almuerzo improvisado. Estudios revisados por la revista Appetite señalan que la fatiga emocional y el cansancio acumulado favorecen la elección de snacks poco saludables, lo que a su vez afecta la salud metabólica y el rendimiento laboral. Según un artículo en The International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, la alimentación deficiente en el trabajo contribuye al aumento de peso, la obesidad y una menor capacidad de concentración.

En palabras de la doctora Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Manager de Cigna Healthcare España, “la alimentación no es solo una cuestión de salud física, sino que también influye en el estado de ánimo, en la capacidad de concentración y en la productividad”.

Planificación y organización: claves para comer mejor

A pesar de las dificultades, el estudio de Cigna muestra que casi la mitad de los trabajadores busca soluciones. Un 49.1% organiza sus comidas con antelación y un 42.2% lleva comida preparada desde casa. Sin embargo, un 25.3% improvisa a diario, lo que aumenta la probabilidad de optar por alternativas menos equilibradas. El 53.4 % de los encuestados reconoce que su alimentación empeora cuando el ritmo laboral se intensifica.

Investigaciones de la Universidad Estatal de Michigan confirman que la calidad del sueño también juega un papel importante: un descanso adecuado puede reducir la tendencia a comer en exceso tras un día estresante. De lo contrario, la falta de sueño favorece las malas decisiones alimentarias.

Teletrabajo: entre lo positivo y lo negativo

El informe de Cigna también analiza los hábitos en el teletrabajo. La mayoría de quienes trabajan desde casa valora positivamente esta modalidad, ya que un 59.8 % afirma que su dieta ha mejorado y un 61% asegura consumir más frutas y verduras. Esto se explica por la posibilidad de disponer de más tiempo para cocinar y tener acceso directo a la cocina.

Sin embargo, el teletrabajo no está exento de riesgos. Un 46.5% reconoce que trabajar desde casa les lleva a picar más entre horas. Además, la reducción de la actividad física al no desplazarse a la oficina puede provocar un aumento de peso si no se compensa con ejercicio.

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El rol de las empresas en el bienestar alimentario

El estudio enfatiza que las compañías tienen un papel clave en la mejora de los hábitos alimentarios de sus empleados. Algunas de las medidas más valoradas son la instalación de fuentes de agua potable (62.7%), la promoción de pausas para almorzar (59.7%), la flexibilidad horaria para comer (56.1%) y la disponibilidad de un espacio adecuado para las comidas (53.8%).

No obstante, las opciones saludables siguen siendo limitadas en el ámbito laboral. Apenas un 29.6% de los encuestados tiene acceso a snacks como fruta o frutos secos en su lugar de trabajo, un 28.4% señala que su empresa promueve el consumo de alimentos naturales y solo un 24.4% dispone de menús saludables. Además, el 81.2% afirma que en su empresa no existen programas de bienestar corporativo enfocados en la alimentación.

Expertos como Silva subrayan que no basta con ofrecer opciones saludables, sino que es necesario fomentar una cultura corporativa que eduque, motive y acompañe a los empleados en la adopción de buenos hábitos. Crear un entorno que apoye la nutrición equilibrada es una inversión en bienestar y productividad a largo plazo.

Preparar fruta fresca para llevar al trabajo es una estrategia sencilla que ayuda a mantener una alimentación equilibrada y a reducir la tentación de optar por opciones rápidas y menos saludables.
Preparar fruta fresca para llevar al trabajo es una estrategia sencilla que ayuda a mantener una alimentación equilibrada y a reducir la tentación de optar por opciones rápidas y menos saludables. / Shutterstock

Estrategias prácticas para enfrentar el estrés alimentario

Diversas instituciones coinciden en algunas recomendaciones para contrarrestar el efecto del estrés sobre la alimentación en el trabajo:

  • Planificar con antelación los almuerzos y refrigerios.
  • Mantener a la mano opciones saludables como frutas, nueces o yogur natural.
  • Tomar pausas conscientes para comer, evitando hacerlo frente a la computadora.
  • Dormir lo suficiente para regular el apetito y reducir impulsos poco saludables.
  • Promover espacios laborales que faciliten una alimentación equilibrada.

El círculo entre estrés, cansancio y malas decisiones alimentarias no es inevitable. La evidencia recopilada por estudios como el de Cigna, junto con aportes de instituciones de salud y universidades, muestra que sí es posible revertir esta tendencia con cambios organizativos, personales y colectivos. Al final, lo que comemos en el trabajo no solo afecta la salud física, sino también la capacidad de rendir, concentrarse y sentirse mejor día a día.

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