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El horror del Estadio Cuscatlán: producto de torpezas e imprevisión

Fue muy triste, desgarrador, ver a los familiares de las víctimas fatales reconocer sus cuerpos... personas que iban a divertirse y ya no pudieron regresar a sus casas. Una joven dijo a nuestro periodista que ella no tuvo valor de identificar el cadáver de su hermano en Medicina Legal...

Por El Diario de Hoy |

La horrible tragedia del sábado en el Estadio Cuscatlán, a causa de una estampida provocada, según víctimas y testigos, por una sobreventa de boletos, el cierre de puertas e ineficiente seguridad, deja interrogantes pero asimismo es el síntoma de un mal social triste: no se previenen suficientemente las tragedias hasta que ya han ocurrido, producto en muchos casos del desorden e improvisación. El resultado: 12 muertos y un centenar de lesionados, sin contar otros tantos afectados no registrados oficialmente.


Se nos dice que fue muy triste, desgarrador, ver a los familiares de las víctimas fatales reconocer sus cadáveres; una joven dijo a nuestro periodista que ella no tuvo valor de identificar el cuerpo de su hermano en Medicina Legal.
¿Por qué, se pregunta, tuvo que ir al Estadio ese día? Otras personas, a su vez, deben de estar dando gracias a Dios de que, por una causa u otra y pese a su entusiasmo, no pudieron ir; el deporte en cualquiera de sus modalidades es “deporte”, no algo sin lo cual simplemente no podríamos vivir.

Pero como acuñó el poeta romano Salustio hace dos mil años, “el pan y el circo” mantienen quietas a las masas, lo que ahora se complementa con el entretenimiento a través de diversos medios.


Tras semejante horror se buscan las causas, que para muchos parcialmente recaen en la sobreventa de entradas, lo que de inmediato conduce a disputas: si hay mil puestos pero se venden mil doscientos, de inmediato surge la disputa entre unos y otros; esto es igual al problema que surge cuando una línea aérea sobrevende boletos a costa del bienestar de un número de pasajeros.

Se dijo a nuestros reporteros que para la magnitud del encuentro y los antecedentes de enfrentamientos entre “barras bravas”, la presencia policial era escasa, las puertas fueron cerradas y la gente debió derribarlas para poder escapar de ser aplastada por otros. Sólo después de la tragedia llegaron los jefes de la seguridad ciudadana a “inspeccionar”. Como siempre, se trata de averiguar por qué se salieron las gallinas, pero nadie asume la culpa.


“Pan y circo”, pero el pan no llega por gracia divina
Actuar irresponsablemente se ha vuelto una problema grave; lo último, un hecho terrible que se repite casi semanalmente, conductores de rastras sobrecargadas y mal mantenidas, con frenos defectuosos y a veces con “salvajes” al timón, se llevan de encuentro vehículos y atropellas personas.


En uno de los últimos incidentes de esa clase, sucedido en el Bulevar de los Próceres, un armatoste de esos embistió 30 vehículos y estuvo a punto de matar personas, entre ellos al presentador de televisión Billy Calderón que hasta ahora está recuperando la capacidad de caminar.


Pero todo se “arregló” cuando los propietarios de la rastra dijeron que asumirían los costos y con eso “santas pascuas”, cuando hubiera sido mejor que le dieran mantenimiento al vehículo, no hubieran dañado a tanta gente y se hubieran ahorrado gastos.

“Pan y circo…”


El circo en nuestra época abunda en innumerables distractores deportivos y del espectáculo, las pantominas de Trump, los meneos de la oveja negra de la Casa Real inglesa, las continuas amenazas de la dictadura china al mundo libre…
¿Y el pan? Un déficit de granos de ocho millones de toneladas para que los salvadoreños se alimenten no va a solucionarse con nuevas ocurrencias del grupo en el poder…

Nuestro sincero pesar a las familias de las víctimas de esta tragedia…

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