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El proteccionismo empobrece a los pueblos, sentenció la gran Margaret Thatcher

Existen formas más eficientes y mucho menos perjudiciales a una economía de recoger fondos para llevar a cabo tareas colectivas fundamentales, como lo relacionado a la salud, al mantenimiento de la estructura publica como son calles y puertos, educación, vigilancia...

Por El Diario de Hoy |

El proteccionismo, equivalente a barreras a la competencia, debilita la propia industria y la actividad económica dijo la gran Margaret Thatcher, la “Dama de Hierro” que junto con Ronald Reagan redujeron impuestos como una forma de promover la creatividad de personas, grupos sociales y comunidades.

Tanto Thatcher como Reagan combatieron los abusos de los sindicatos, los que han revivido en los últimos tiempos encareciendo bienes y servicios a los consumidores, que son quienes pagan tales imposiciones.

A lo que pueden llegar los despojos fiscales lo ilustra lo que sucede a quienes ganen las loterías públicas: si un hombre gana el premio, digamos un billón de dólares, después de pagar el impuesto a la renta y los impuestos locales, a la postre el “billonario” termina con poco más de trescientos millones, a lo que se suma que si opta por obtener anualidades por el resto de su vida versus una sola erogación, también tiene que pagar impuestos por esos ingresos, volviendo realidad el dicho que lo “único seguro en nuestras vidas es la muerte y los impuestos”.

En parte el motor que mueve la persecución fiscal es la envidia, lo que se ilustró cuando una diputada muy, muy de izquierda, para no decir “ más roja que un tomate”, se presentó a la gala del Metropolitano en Nueva York con un rótulo pintado en su trasero que decía “tax the rich” más de lo que ya están pagando.

Agregaremos que existen formas más eficientes y mucho menos perjudiciales a una economía de recoger fondos para llevar a cabo tareas colectivas fundamentales, como lo relacionado a la salud, al mantenimiento de la estructura publica como son calles y puertos, educación, vigilancia...

La avaricia carga sobre vidas ajenas una vil lacra que envenena almas

Se calcula que cobrando el equivalente de un IVA de un diecisiete por ciento un gobierno como Estados Unidos obtendría todos los recursos necesarios para cumplir sus actuales funciones, sin los engorrosos trámites, auditorias y literalmente “extorsiones” que hacen, como ejemplo, difícil que unas personas conserven la casa donde crecieron por los “impuestos a la herencia”, que en nuestro país se dejó de cobrar porque era más costoso hacerlo que los beneficios que se obtenían.

A esto se suman los perjuicios causados cuando un grupo o persona ejercen un monopolio, digamos controlar la única ferretería del pueblo o la principal aerolínea del país; en ambos casos pueden haber alternativas pero lo probable es que la codicia se sobreponga al deber de servir, sin excederse explotando al público para obtener el máximo beneficio personal a costa del padecimiento de un público atrapado.

En el aeropuerto de marras gran parte de los viajeros sufren inconveniencias por tergiversaciones en sus reservas, además que una mayoría tiene que esperar de pie hasta que llega el momento de abordar sus vuelos.

La codicia mata, un tanto emulando el personaje de Moliere, el gran autor de comedias francesas del siglo ---, aferrado al cofre donde guarda sus monedas y que termina en manos de sus sobrinos... cuando el motor de una vida es hacerse de dinero en la manera que sea, valerse de cualquier medio para rellenar los propios cofres como el sujeto que vaciaba las alcancias de los templos hasta que fue capturado, al final nada queda de esa existencia que valga la pena, como el drogomano cuya miserable vida gira alrededor de la nada...

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