Las democracias en todo el mundo deben unirse para combatir toda forma de totalitarismo, fue lo esencial del mensaje de los principales líderes mundiales al conmemorar el desembarco de los Aliados en Nomandía para combatir el nazismo en 1944.
Aun naciones tradicionalmente democráticas, en primer lugar Estados Unidos, sufren la amenaza de demagogos y populistas ávidos de llegar al poder, estando en primer lugar Donald Trump, condenado por un tribunal de Nueva York por treinta y cuatro cargos y lo que lo convierte en delincuente fichado, “un felón”, por falsificar reportes financieros y engañar al electorado.
Es la primera vez en la historia de la nación que un expresidente es enjuiciado y condenado, a lo que se agrega el hecho de que Trump todo el tiempo miente, tergiversa hechos y amenaza, esta vez diciendo que “de no ser electo el país estará sujeto a rebeliones populares”.
La ruindad de Trump no tiene límites, como lo demuestra el asalto al Capitolio para revertir los resultados de la elección del 2021, que causó muerte y mucha destrucción, algo cuya gravedad niegan sus correligionarios republicanos.
Una banda autonombrada los “proud boys” (“muchachos orgullosos”) se está reactivando para repetir desmanes en caso que Trump pierda.
La democracia en el mundo está amenazada incluso en el principal vecino de Estados Unidos al sur, México, que acaba de elegir una brillante científica pero al mismo tiempo afín a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
De hecho, su mentor, López Obrador, quiere aprovechar la mayoría que logró su partido en las elecciones para reformar el poder judicial y hacer que los jueces y magistrados sean elegidos “por voto popular”, para ellos, por masas de incautos.
Tanto los cubanos, que no pueden alimentar a su población debido al desastre de las fórmulas comunistas, como la narcodictadura venezolana, han pedido “protección” a Rusia, evidenciando que la “Internacional del Terror” se mantiene activa: al lado de naciones democráticas como Francia, Alemania, Italia… están Rusia, Irán, Afganistán.
Hace un par de días las Naciones Unidas condenó a Afganistán por darle de latigazos a sesenta “disidentes” sin duda por cuestionar su anacrónica visión del Islam, una creencia que cada grupo interpreta a su modo. Tanto en Afganistán como en Irán a la mujer se le discrimina, se le niega educación y se le obliga a portar “burkas” o trapos en la cabeza so pena de palizas o la muerte.
La libertad de expresión es garantía de la democracia
La contrapartida a la democracia son los totalitarismos, como el comunismo y el populismo. El comunismo no debe confundirse con el socialismo por muy “progresistas que se digan”, aunque hay variantes que fácilmente se pasan de agua caliente a agua hirviendo, como ha sucedido con el partido único de China, víctima, como fue en la Unión Soviética, del “culto de la personalidad” que pretende hacer de Xi una especie de santo.
Los países que caen en “partidos únicos” (Rusia, El Salvador, Venezuela…) son variantes del totalitarismo, un esquema al que aspiraba Modi en la India pero que se le derrumbó en la última elección, como no lo logrará Scheinbaum en México, pues en su patria hay muchos partidos y movimientos políticos de toda naturaleza que obligan al balance de pesos y contrapesos.
Mientras exista libertad de expresión e información no corre peligro ningún país de caer en el totalitarismo. Por eso es que lo primero que las tiranías cierran son los medios independientes, los controles y la fiscalización ciudadana al manejo de fondos y recursos públicos, como las cucarachas que huyen de la luz.