"Bolsonaro tira la piedra y esconde la mano…”, dirán algunos, al salir para Estados Unidos horas previas al asalto del Palacio de Desgobierno en Brasilia, emulando la toma del Capitolio por chusmas incitadas por Donald Trump en un intento por revertir los resultados de las elecciones del 2021.
Ambos vergonzosos acontecimientos recuerdan el 9F en El Salvador, cuando Bukele irrumpió en febrero de 2020 con tropas bien armadas en la Asamblea Legislativa mientras mantenía masas afuera para presionar por la aprobación de un préstamo por 109 millones de dólares. Por eso el régimen seguramente se abstiene de condenar lo sucedido en Washington y Brasilia, a diferencia de las naciones democráticas.
No se trata de escoger el “menos peor” entre Lula o Bolsonaro, ya que ambos son pájaros de cuenta, pero no se debe olvidar que Lula apadrinó la creación del “Foro de Sao Paulo”, una especie de hoja de ruta para que partidos comunistas tomen el poder y se eternicen en él, como es el caso del partido comunista chino, los castristas en Cuba y Maduro en Venezuela, llevando hambre y miseria a las naciones que caen en sus garras.
Lula, pese a su gane, no puede hacer de las suyas en Brasil, ya que no cuenta con una mayoría de diputados y, mal que bien, las cortes en Brasil velan por el cumplimiento de la Constitución, la separación de poderes y los pesos y contrapesos institucionales, lo que dejó de existir en nuestro país bajo el bukelismo.
En una obra que trata la creación de “la ciudad” cuando el hombre dejó de ser cazador, comenzó a cultivar la tierra y en ese momento inició la ruta de la civilización —vale decir organizarse en ciudades—, fue necesario establecer las reglas de convivencia, para no hundirse o en la anarquía o en una permanente lucha entre familias por el poder, como sucedió durante el Medioevo; Florencia en Italia fue escenario de tales encontrones, siendo el más memorable el intento fallido de unos banqueros, los Pazzi, de asesinar a Lorenzo de Medici y tomar las riendas.
Los Pazzi fueron ahorcados allí mismo, el hermano de Lorenzo, Giuliano, murió, pero Lorenzo salió con vida, una figura cimera en generar el Renacimiento italiano y de Europa.
En la pequeña ciudad italiana de San Giminiano, ubicada entre Florencia y Siena, las dos grandes rivales, se conservan al día de hoy trece torres del casi centenar que en un tiempo hubo, torres que pertenecieron a familias que guerreaban entre sí, feudos que repiten las luchas entre Capuletos y Montescos, lo que dio lugar al drama de Romeo y Julieta de Shakespeare (se dice que “Shakespeare” era gay, pero fue el productor de las obras, no el autor, como una investigación patrocinada por el Congreso de Estados Unidos ha establecido, señalando que el autor fue el conde Eduardo de Verre, que no quiso exponerse a las persecuciones de los isabelinos de su tiempo).
Cuando falta un orden de Derecho, los países caen el grave desorden
La primera ciudad de gran tamaño que registra la historia es Uruk, en Sumeria, donde a la par de las edificaciones situadas en una cuadrícula, el agua del río Éufrates se canalizaba para abastecer a la población. Quedan restos de puentes, cisternas y de un portal religioso, que guiaba a los pobladores a elevar sus oraciones a los dioses…
Pero lo esencial es que para ordenar la vida de la gente y partiendo del principio de que el derecho de uno termina donde comienza el derecho de otro, del resto, fue necesario formular las reglas que garantizan la convivencia, la protección de todos.
Es eso lo que se ha derrumbado bajo el bukelismo, lo que está en peligro tanto en Brasil como en Estados Unidos…