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La violencia en las calles

Debemos pensar que un minuto de retraso es preferible a una discusión acalorada que termine en un acto violento; no debemos olvidar que tenemos familias y que esperan por nosotros. Que la paciencia nos acompañe siempre y que el respeto hacia el otro conductor sea algo que como sociedad anhelemos.

Por Ricardo Lara
Médico

Abordaré un tema que parece no tener mayor trascendencia, como es la violencia en las calles no solo de la capital sino hasta en el lugar más alejado.


La violencia que se ejecuta por parte del conductor como del peatón no es más que el reflejo de la descomposición que la sociedad salvadoreña vive.

En las redes sociales circulan videos de que basta un pequeño golpe a un vehículo o un agravio para que se desate y se le dé rienda suelta a una violencia indescriptible.


Todos sabemos que al salir de nuestros hogares no es un derecho regresar a casa, a ver a nuestros hijos y a retomar fuerzas para comenzar el nuevo día y, por tanto, debemos ejercer el respeto y la paciencia para con los otros.

No vale la pena terminar en una cárcel por años por culpa de un arrebato que en el mejor de los casos somos nosotros los ganadores en un hecho de violencia; se puede ver cómo los vehículos se han convertido en verdaderas armas y llama la atención que a veces o con más frecuencia son los conductores de imponentes carros de altísimo costo quienes demuestran tan mala educación y creyendo que entre más caro y grande es el vehículo tienen todo el derecho a creer que son los dueños de la calle.


Personas que recién salen de las actividades religiosas dominicales no pueden esperar ni un segundo para que arda Troya. La sociedad salvadoreña ha perdido la paciencia y todos nos vemos como enemigos; triste video en que un hombre mayor insulta a una señora y hace alarde de su amistad con las autoridades de la Policía Nacional Civil y en horas --tristemente para este energúmeno-- aparece hincado y esposado.


No dudo que pasar en bartolinas lo que la ley manda y pagar los gastos del daño causado es suficiente para entrar en la reflexión que no somos nada y que tener un poco de paciencia y respeto por el otro será una muestra de cortesía y educación.


No debemos ser agresivos cuando manejamos; todo lo contrario, armarnos de paciencia y ¿por qué no dar el paso al otro?

Sucede una cadena de eventos en que el conductor de atrás hará lo mismo y en vez de que el nudo tome grandes proporciones, todo será más ágil. Tristemente en nuestra cultura, cuando sucede que a usted, amigo lector, se le ocurre ser cortés con otro conductor que se ve atascado y la circulación depende de usted, son decenas de mal educados que empiezan a meter sus carros cómo pueden y lo que debió ser una muestra de respeto mutuo se convierte en “quién es más vivo”. Deprimente realidad pero esa mala educación es lo que a veces hace que nadie quiera dar el paso.


Debemos pensar que un minuto de retraso es preferible a una discusión acalorada que termine en un acto violento; no debemos olvidar que tenemos familias y que esperan por nosotros. Que la paciencia nos acompañe siempre y que el respeto hacia el otro conductor sea algo que como sociedad anhelemos.


Lamentablemente nos cuesta entender y solo cuando nos vemos sacudidos por una fuerte multa es que decidimos cambiar nuestra forma de conducir o qué decir de personas que en un arrebato de ira se bajan de sus vehículos a golpear a un peatón de la tercera edad y en horas aparece en las noticias totalmente sometido. Ahí se acabaron egos y posiciones sociales y entonces.

¿Por qué esperar llegar a tales extremos? No es necesario.


Que una oración sea nuestra luz y recordar que hay familia que espera por nosotros, que unos minutos de atraso valen más que una vida perdida por ser poco tolerantes.


Entiendo que es un artículo que no despierta quizá ni leer pero si algún lector lo considera para aplicarlo en su vida y se logra salvar una vida, me doy por satisfecho.

Médico.

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