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El calor mortal

Ahora, los ciudadanos en vez de buscar lugares frescos, elevados, mejor buscan establecimientos con aire acondicionado para mermar el inclemente calor. Debería interesar a los alcaldes y a las  nuevas autoridades  a buscar alternativas para incrementar la Reforestación en el país, sin andar con mucha sofisticación y gasto de estructuras para emular jardines. Es tan simple como evitar la desertificación en la ciudad que en su mayoría es provocada.

Por Carlos Francisco Imendia

Las altas temperaturas han alcanzado niveles catastróficos las últimas décadas. Con el cambio climático ya no hay vuelta atrás, revertir su efecto es  casi imposible. Aquellas temporadas de lluvias  copiosas quedarán en nuestros recuerdos, cuando puntualmente llegaban las lluvias casi siempre el Día de la Cruz llovía por la noche, y al amanecer los adornos y la fruta amanecía empapada; paralelamente los zompopos de mayo brotaban de la tierra, volaban,  era el deleite de las aves del cielo, entre ellos los zanates, los que se daban el gran festín. En el Colegio poníamos a pelear a los zompopos de mayo; era una gran atracción.

    En la actualidad y con poca lluvia siempre será una gran suerte encontrarse un zompopo de mayo. Si hemos notado, con el cambio climático las lluvias se atrasan o hay una gran sequía, afectando cultivos, siendo más vulnerables en el tema de la seguridad alimentaria en el corredor seco centroamericano. Las zonas más húmedas, las de la cadena volcánica, podrán tener el privilegio de tener lluvias a tiempo, mientras tanto en los valles, zona costera, el calor y la sequía son más angustiantes, se agrava la pobreza, las enfermedades y la falta de agua.

Hace unas semanas, mientras apagaba la luz, pude ver una luciérnaga que volaba, para mí fue como ver una estrella fugaz, a pesar de que en el campo existen aún, en la ciudad ya es muy raro verlas, pero años atrás en algunas zonas era un espectáculo verlas iluminar la noche de invierno.

Es incomprensible que ante las mortales y sofocantes  temperaturas y el asedio de la bocanada infernal sobre nuestro país, aún existan personas tan negligentes que sigan talando árboles, quitando sombra y oxígeno a su antojo, aunque no hay ley ni autoridad que lo mande, es anti ético, vergonzoso restarle a la nación menos oxígeno. En las redes sociales se virilizó un mensaje bien contundente que decía: el intenso calor que sientes es por los árboles que nos hacen falta.

Ejemplificar con Santa Tecla es lo más oportuno sobre el tema del cambio climático en nuestro país. Esta ciudad a principios del S. XX era un destino maravilloso para cambiar de ambiente (y clima) , ya por la tarde la ciudad se cubría de densa neblina y los fines de semana los  turistas sansalvadoreños disfrutaban de antojitos típicos y pupusas de comal en los parques tecleños, la temperatura descendía a las seis de la tarde, y la gente se abrigada, regresaban del paseo por la única vía que era la Carretera Panamericana. Más de cien años han pasado y la ciudad cambió: más población, más construcciones, menos árboles, más depredación ambiental en las faldas del volcán de San Salvador, la cordillera del Bálsamo, y el resultado es cuando llueve intensamente muchas calles se inundan a tal grado de poner en riesgo la vida de las personas. De la temperatura, ni hablar: Santa Tecla es ahora más cliente que a principios del S. XX y con las alteraciones por el cambio climático, es una ciudad como todas en nuestro país, altamente vulnerable.

Ahora, los ciudadanos en vez de buscar lugares frescos, elevados, mejor buscan establecimientos con aire acondicionado para mermar el inclemente calor. Debería interesar a los alcaldes y a las  nuevas autoridades  a buscar alternativas para incrementar la reforestación en el país, sin andar con mucha sofisticación y gasto de estructuras para emular jardines. Es tan simple como evitar la desertificación en la ciudad que en su mayoría es provocada.

Acondicionar los parques a que sean refugios y santuarios naturales para protegerse de la temperatura. Según John Kerry delegado del Gobierno estadounidense para el clima, alrededor de 10 millones de personas mueren anualmente por calor extremo. En Centroamérica recientemente: en Nicaragua más de 50 barrios de Managua están sin agua y la crisis hídrica se acrecienta. En Honduras, el Ministerio de Educación de la vecina nación suspende clases en todos los niveles  por ola de calor y resguardar a población estudiantil. Y en Costa Rica, debido a los bajos niveles de agua en las centrales hidroeléctricas, se incrementaron los apagones y la irregularidad en el servicio energético a la población.  Debemos tomar en serio las precauciones ante el incremento del calor. Es de vida o muerte.

En X @Chmendia

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