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La desinformación como negligencia moral

Si una persona posee habilidades para realizar un razonamiento de alto nivel ¿por qué acepta argumentos tontos? Es porque no se trata de un defecto intelectual, sino de un defecto moral. Las personas aceptan el engaño y los disparates por negligencia moral. Mentir implica un engaño intencional, pero al mentiroso no le importa si lo que dice es cierto o no, siempre y cuando alcance su objetivo principal. Del mismo modo, aunque una persona puede no estar tratando intencionalmente de causar daño usando un argumento tonto, no le importa si lo hace, siempre y cuando le ayude a mantener su creencia apreciada y le evite pasar por la vergüenza de reconocerse equivocado.

Por Mario Vega

Las redes sociales se han convertido en el nuevo instrumento para la manipulación de la conciencia colectiva. El ambiente virtual es una burbuja en la que pueden pulular muchas mentiras, disparates y sinsentidos que las personas reciben como la verdad. Tal fenómeno ha conducido a la conclusión precipitada de que tales personas poseen limitaciones sustanciales en su capacidad de pensar o razonar.

Pero el tipo de personas que elaboran, difunden y creen las mentiras o tergiversaciones no necesariamente sufren de una falta de habilidad para el razonamiento. Por el contrario, la elaboración de un disparate a menudo requiere de una capacidad importante de cognición. El engañador reconoce la necesidad de poseer un argumento que resulte creíble, luego debe formularlo de manera que resulte comprensible para sus destinatarios y debe asegurarse de que ese argumento, al menos, parezca ser convincente. Todo ese proceso puede ser cualquier cosa, menos un ejercicio carente de raciocinio. Para engañar se necesita una capacidad de articulación, cuando menos, básica.


De manera que la afirmación de que los disparates son recibidos y propagados por las personas que poseen una inteligencia o educación limitada es inexacta. El verdadero problema no reside en la capacidad cognitiva de una persona, sino en la calidad de los argumentos que decide usar. Es así como personas con capacidades y conocimientos notables pueden abrazar las ideas más disparatadas. Un ejemplo notable de ello lo constituyen los oficiales nazis de las SS, quienes en su mayoría fueron hombres con elevada formación académica, poseedores de maestrías y doctorados de importantes universidades.


Otto Ohlendorf fue un economista con un doctorado de la Universidad de Leipzig. Poseía una distinción intelectual notable en su campo, lo que lo llevó a ocupar varios cargos en el ámbito económico. Pero, durante la guerra, terminó como oficial de un escuadrón de exterminio que cometió atrocidades en masa en los territorios conquistados de la Unión Soviética. Durante los juicios de Núremberg, su porte elegante y su conducta refinada, hizo dudar a los jueces. Pero él admitió sus crímenes y proporcionó detalles sobre las masacres que había organizado justificándolas como una necesidad militar para proteger al Estado alemán. Fue condenado a muerte y fue ahorcado manteniendo intactas sus ideas nazis.Las personas no tienen razones para mejorar sus creencias y decisiones, sino para convencer a otros de esas creencias, o para proteger esas creencias del desafío y la refutación. La mayor parte de convicciones no se originan de un análisis racional de los hechos disponibles, sino del entorno social. Una vez que se ha adoptado una creencia fundamental, la persona usa sus habilidades de razonamiento para defenderlas a capa y espada.


Pero si una persona posee habilidades para realizar un razonamiento de alto nivel ¿por qué acepta argumentos tontos? Es porque no se trata de un defecto intelectual, sino de un defecto moral. Las personas aceptan el engaño y los disparates por negligencia moral. Mentir implica un engaño intencional, pero al mentiroso no le importa si lo que dice es cierto o no, siempre y cuando alcance su objetivo principal. Del mismo modo, aunque una persona puede no estar tratando intencionalmente de causar daño usando un argumento tonto, no le importa si lo hace, siempre y cuando le ayude a mantener su creencia apreciada y le evite pasar por la vergüenza de reconocerse equivocado.


Entonces, si el problema de las noticias y afirmaciones falsas en internet no es el resultado de la deficiencia intelectual ¿qué podemos hacer para prevenirlas? En lugar de discutir con extraños anónimos en las redes sociales o con familiares borrachos, deberíamos centrar nuestra energía en los valores fundamentales. Nada que atente contra la vida, la dignidad de las personas, lo legal y lo honesto debería ser tolerado de ninguna manera. No importan los razonamientos que se deseen enarbolar. Hay líneas muy bien trazadas por la ética que nunca deben ser cruzadas. Esto no se trata de un tema político sino de uno moral. Todos debemos reconocer nuestra vulnerabilidad a la tentación de participar en razonamientos necios y trabajar para protegernos de ellos. Los valores firmes y los criterios éticos bien afincados se convertirán en la única barrera eficaz contra la estulticia y la mentira.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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Ética Lucha Contra La Corrupción Opinión

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