El cáncer y la justicia social en El Salvador

La equidad en la atención del cáncer es la igualdad de oportunidades que deberíamos tener todos los salvadoreños para acceder a la prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer a fin de obtener la mejor calidad de vida y supervivencia después de diagnosticada la enfermedad.

    Sin embargo, las poblaciones marginadas experimentan disparidades evitables e injustas en el acceso a la atención y a la supervivencia del cáncer: aquellas con un nivel socioeconómico bajo, las que viven en zonas rurales apartadas con dificultades de transporte, conocimiento limitado de la salud, ancianidad, discapacidades, trastornos mentales y las poblaciones indígena y LGBTI tienen más probabilidades de retrasos en el diagnóstico del cáncer y menos probabilidades de recibir atención oncológica acorde con las pautas internacionales y experimentan muertes prevenibles desproporcionadas.

    La pandemia de covid-19 ha agravado aún más el riesgo de retrasos en el diagnóstico y tratamiento del cáncer para las poblaciones desatendidas pues han sufrido las tasas más altas de infección por coronavirus y la pérdida de sus empleos, profundizando su exclusión.

    Necesitamos en el sistema nacional de salud un centro moderno, con instalaciones dignas, que cuente con toda la tecnología y medicamentos necesarios para el diagnóstico y tratamiento del cáncer, que aumente el acceso a la atención en múltiples subespecialidades oncológicas con equipos profesionales multidisciplinarios centrados en la persona y que desarrollen capacidades para atender pacientes con necesidades complejas.

   El enfoque multidisciplinario es la mejor manera de brindar la atención que necesitan los pacientes con cáncer; sin embargo, es un desafío que requiere cambios organizacionales y culturales y debe ser liderado por gestores de salud competentes que puedan mejorar el trabajo en equipo dentro de las instituciones.

    No basta con tecnificar y especializar al personal de salud; es necesario abordar las barreras a nivel del paciente y su entorno para la atención del cáncer, para lo cual es necesario la colaboración de asociaciones comunitarias que tengan potencial para abordar los determinantes sociales de la salud con la ayuda de las municipalidades y la red de atención del sistema sanitario.

   Hace un año fue sancionada la Ley de Prevención, Atención y Control del Cáncer y el 19 de mayo 2022 se publicó en el D.O. el reglamento para la aplicación de la ley donde se indica que los siguientes pasos serán la creación de la Política, el Plan Nacional y los Programas y Protocolos para la atención del cáncer, el Registro del Cáncer, el Banco Nacional de Medicamentos y la Escuela de Recursos Humanos Oncológicos. Este sueño, si se hace realidad, representará un avance sanitario y social nunca visto en la historia de la oncología salvadoreña; pero debido al deterioro de las finanzas públicas y a los vaivenes políticos, este Programa Nacional de Cáncer corre el riesgo de quedarse guardado en un escritorio, como una pieza retórica durmiendo el sueño de los justos, mientras las comunidades desatendidas continúan invisibilizadas esperando, como ha ocurrido por muchas décadas….

    Están dadas las condiciones para fundar el Instituto Nacional del Cáncer para concentrar en una misma institución todo el quehacer oncológico del país y sin demora liderar el trabajo con las instituciones que conformarán la Red Nacional de Atención del Cáncer y la Alianza Nacional para la Prevención y Control del Cáncer. En 1950, el Dr. Ricardo Peralta presentó a la asamblea legislativa el proyecto de fundación del Instituto del Cáncer, pero fue ignorado… se adelantó mucho a la historia.

Cirujano Oncólogo