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Los libros

No siempre la influencia del libro ha sido castigada. Cuentan que el emperador romano Juliano explicaba que “quien ha recibido una educación clásica, es decir, literaria, podrá contribuir al avance de la ciencia, ser líder político, guerrero, explorador y héroe”

Por Ricardo Bracamonte

Contaban en la UCA, durante los días más cruentos del conflicto armado y para poner en evidencia la agudeza del sacerdote filósofo Ignacio Ellacuría, una anécdota: procedente de España llevaba en su maleta de mano un libro de Karl Marx, de inmediato en la aduana lo interrogaron al respecto y él les respondió “Ah, pero este es Marx el alemán, no el ruso” y se lo dejaron pasar.


En realidad, los libros siempre han sido objeto de persecución, según nos explica la filóloga clásica Irene Vallejo en el capítulo “”librero: oficio de riesgo” de su ensayo “El infinito en un junco”. Cuenta que su padre, un insaciable buscador de “tesoros” en los promontorios de libros usados en alguna parte de Madrid, encontró un falso “Don Quijote” ya que luego del primer capítulo seguía “El capital”, de Marx: Era una de las formas de esconder los libros prohibidos en la época de Franco.


Marco Valerio Marcial, poeta romano, creador de los epigramas (breves poemas satíricos y mordaces con un final imprevisto), cuenta que presenció en Roma la ejecución del historiador Hermógenes deTarso por “ciertas alusiones al emperador Domiciano” escritas en uno de sus libros…incluso, sufrieron pena de muerte los copistas y libreros que pusieron en circulación ese texto.


Recuerda, también, que entre 1976 y 1977, muchas librerías en Madrid sufrieron atentados por el Comando Adolfo Hitler en contra de libros marxistas, liberales y de izquierda tales como “envío de anónimos, amenazas verbales, llamadas telefónicas anunciando estallido de artefactos, tiros de revólver, lanzamiento de botes de tinta y colocación de cargas explosivas, Cuando no utilizaban excrementos para embadurnar los escaparates” donde exponían libros recientes.


De ahí retrocede a la época en que Don Quijote, quien de tanto leer libros de caballería se le secó el cerebro razón por la cual, el cura y el barbero, amigos del Quijote, le dieron fuego a los textos de Caballería que habían sido la causa de la locura del ingenioso hidalgo.


Quemar libros es un empeño absurdo que se repite con terquedad a lo largo de los siglos” reflexiona la española, autora del atrayente ensayo.


En aquel tiempo convulso entre los años 1980 y 1990, un maestro de la universidad nacional explicaba la mejor forma de quemar los libros sin que las autoridades de entonces notaran el humo que salía del patio de las casas. “Hay que rotar el barril en todo el patio, para que el humo no se concentre en una sola columna”, explicaba.


“Nos gusta imaginarlos peligrosos, asesinos, inquietantes, pero los libros son, sobre todo frágiles. Mientras lees este libro, una biblioteca arde en algún lugar del mundo. Una editorial destruye ahora mismo sus fondos no vendidos, una inundación sumerge en el agua alguna valiosa colección. Un ejército de insectos cuyas mandíbulas están abriendo túneles de papel para depositar sus larvas en infinitas estanterías, Alguien está ordenando una purga de obras molestas para el poder…Alguien condena una obra por inmoral o blasfema y la lanza a una hoguera”, concluye la española Vallejo.

Pero no siempre la influencia del libro ha sido castigada. Cuentan que el emperador romano Juliano explicaba que “quien ha recibido una educación clásica, es decir, literaria, podrá contribuir al avance de la ciencia, ser líder político, guerrero, explorador y héroe”.


Al respecto, algunos políticos latinoamericanos han declarado que su libro favorito es “Cien Años de Soledad” y otros al analizar profundamente su respuesta se han decantado por la Biblia.


“Los libros nos rescatan de toda clase de encierros con solo tenues movimientos de nuestros ojos y de nuestras manos, y nos recuerdan que el universo entero puede caber en los surcos de una página impresa”, exclama emocionada Irene Vallejo al final de este extraordinario ensayo sobre la historia del libro.

Profesor, Licenciado en Letras y Maestría en Política y Evaluación educativa

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Literatura Y Lengua Opinión

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