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¡Y nos fuimos a los Juegos!

No obstante haber perdido el encuentro, regresamos a casa alegres y contentos, primero, por haber tenido oportunidad de disfrutar un evento deportivo de calidad, cosa que pocas veces se tiene oportunidad en estas tierras.

Por Maximiliano Mojica
Abogado, máster en leyes

Contagiados del entusiasmo de ser por tercera vez la sede de XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe, decimos ir con familia y amigos a ver uno de los partidos de básquetbol. Era el equipo de El Salvador midiéndose con sus pares de Cuba.

Entusiasmados llegamos al Gimnasio Adolfo Pineda para ver el mascón. Dato al usuario: júntense en algún casa o lugar y ya todos juntos, lleguen en Uber, taxi o transporte público para evitar la pesadilla del tráfico y de, ya en el lugar, encontrar parqueo. ¿La lluvia? No pasa nada, un buen par de sombrillas y estás hecho.

Llegando al lugar se aprecia el incremento de la presencia policial, tanto alrededor de los centros deportivos como en el interior, lo que te da una confortable sensación de seguridad. Interesante anécdota: estando en la cola de ingreso, me sentía un poco mal de la gripe lo cual hacía que utilizara mi pañuelo constantemente, por ello se me acercó una agente policial y me dijo: “Si se siente mal, acompáñeme, acá tenemos una enfermería”. Tan educada, cordial y empática actitud me dejó gratamente sorprendido. Ojalá así fuera el común denominador de los agentes policiales ¡bravo por esa buena policía! Levanta la imagen de nuestros cuerpos de seguridad.

Ya en el lugar se respira un ambiente de fiesta deportiva. Luces, alegría, limpieza, barras de los equipos llevando con orgullo sus respectivas banderas. Snacks y bebidas para todos los gustos, colas ordenadas. Pocas veces uno tiene la oportunidad de sentirse orgulloso de su país y de su gente.

El estadio topado de cabo a rabo, curioso: no había distinción de clases sociales, personas de diferentes condiciones socioeconómicas todos unidos, reunidos y felices de estar viviendo los eventos deportivos. La mayoría sentados en sillas confortables, de ahí se deriva una nota al pie de página: ¿costaba mucho numerar las sillas para que todo se hiciera con un poco más de orden? Era claro que existía sobreventa dado que muchas personas se quedaron paradas en los pasillos, creo que este es un punto de mejora para los próximos eventos.

El Gimnasio lucía espectacular. Pantallas led como que estuvieras en un partido de la NBA, excelente sonido. Magnífica iluminación. Muy muy lejos de ese lugar medio decrépito, oscuro y sucio al que acudíamos en los lejanos Ochenta a ver los partidos del Liceo versus el San Francisco… ahora luce totalmente renovado ¡Aplausos para las autoridades del deporte salvadoreño! Ahora solo falta que le saquen provecho y lo conserven así y que no solo sea llamarada de tusa.

¿Y cómo sacarle provecho? Apostándole a lo más importante del deporte: el factor humano. Si todo muy lindo, muy moderno, muy led, pero tan pronto el equipo de El Salvador tocó la pelota se hizo palpable la superioridad cubana. Nos sacaron diez puntos de diferencia en los primeros minutos. Les soy honesto, se vio el esfuerzo de los muchachos cuscatlecos por estar a la altura, le metieron de alma los primeros dos tiempos, lograron reducir la distancia a cinco puntos. La totalidad del gimnasio los apoyaba y coreaba. Todo sudor y emoción. Pero ya para los últimos dos tiempos se notó que nuestro equipo había perdido garra ¿cansancio? ¿Nervios? Ni idea, pero no pudimos contra la coordinación de relojería del equipo cubano. El resultado fue triste pero esperado, perdimos con treinta puntos de diferencia.

Dato curioso: los cubanos se colgaban del aro para encestar, los salvadoreños ni lo tocaban. Y no, no era una cuestión de altura sino de habilidad, se nota que nuestros muchachos no están suficientemente alimentados, dirigidos y enfocados. Mucho por trabajar para dignificar y levantar nuestro deporte.

No obstante haber perdido el encuentro, regresamos a casa alegres y contentos, primero, por haber tenido oportunidad de disfrutar un evento deportivo de calidad, cosa que pocas veces se tiene oportunidad en estas tierras. Segundo, por ser nuestro país un buen anfitrión de los atletas internacionales. Si tienes oportunidad de ir a asistir a algún evento deportivo no te lo pierdas, es el momento de sacar el pecho por El Salvador.

Abogado, Master en leyes/@MaxMojica

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