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Haití: el alarmante foco de violencia en el Caribe

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Por Pascal Drouhaud
Politólogo, presidente LATFRAN

Desde hace varias semanas, la situación en Haití se deteriora tanto que parece estar al borde del quiebre: las pandillas o maras —les llamamos así para que se entienda en El Salvador— controlan el 80% de la capital, Puerto Príncipe. Surgió desde entonces una figura mediática: "Barbecue", de su verdadero nombre Jimmy Cherizier, un ex-policía encargado de las acciones sucias bajo el ex-régimen del presidente Jovenel Moise, quien fue asesinado en su residencia el 7 de julio de 2021. Con un discurso "revolucionario", inscrito en una retórica de lucha por la justicia social, controla una gran parte de una capital que vive bajo el zumbido y traqueteo de las balas. Uniendo las maras en la capital, controla un territorio de igual manera que “Izo, Johnson André, jefe de Vialj de Dye-5 Segonn", controlando las rutas marítimas alrededor de Puerto Príncipe. Grupos de autodefensas se están organizando.


¿Qué revelan? La atomización de la seguridad librada al más fuerte, al que más dinero tiene, resultado de tráficos en el corazón del Caribe, a dos pasos por compartir la misma isla, de la República Dominicana, miembro del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) cuya sede está en San Salvador. La seguridad es un pila de la unidad nacional con, supuestamente y por definición, el uso legítimo, proporcionado y graduado por el Estado, libremente aceptado por el pueblo, de la fuerza por el bien general. Estamos a años luz de esta situación en Haití.


La primera tragedia es la de las armas. Son de gran calibre, diseminadas en el país, a manos de las maras que las usan para reforzar su control de distritos, pueblos, difundiendo una presencia que tiene un propósito: sustituir al Estado fallido, encerrándolo en la imagen de la ineficacia y corrupción. ¿Por qué? Para mejor hacerse pasar como los "Robin Hood" del Caribe, luchando por los pobres. Es olvidar un poco rápidamente las masacres a los cuales han participado estos últimos años, una violencia diaria para controlar territorios atacando lo poco que queda del Estado, una policía valiente pero aislada, último pilar de un Estado que se ha vuelto virtual, para no decir simbólico.


Sin elecciones desde 2016, sin presidente desde el asesinado de Jovenel Moise en 2021, sin Jefe de gobierno, sin control de seguridad, Haití parece estar a la deriva. No es la primera vez: Haití acumula desde hace decenios pésima gobernabilidad, crisis económicas y sociales reforzadas por catástrofes naturales anuales. ¿Cómo imaginar que el terremoto de enero de 2010 pudo provocar la muerte de 300,000 personas, sobre todo en la capital, drama resultado de un subdesarrollo que favoreció malas construcciones, sumando con epidemias?


El país está sobre la ruta de los huracanes y otros fenómenos naturales: Sandy en 2012, Matthew en 2016, Iván o Juana en 2023, ilustran una macabra lista que refuerza la debilidad estructural de Haití. Con la dimisión, el 13 de Marzo pasado, del Jefe de gobierno Ariel Henry, impedido de regresar en Haití después de su viaje a Kenya quien tenia que liderar una misión internacional de seguridad e apoyo a la policía, se abre una nueva fase política. Por cierto, hoy en día, el peligro de estabilización regional es fuerte.


El CARICOM, la comunidad de los países del Caribe, presidido actualmente por Mohamed Irfaan Ali, el presidente de Guyana que acaba de superar una crisis con Venezuela —que quería tomar control de una parte de su territorio, la región del Esequibo, rica en petróleo— busca con los países de la región, una solución de salida de crisis con dos prioridades absolutas: garantizar bases de un marco institucional que permita a Haití reconstruir sus instituciones "ad hoc" antes de ser representativas a través de elecciones libres.


Para esto, se propone, la creación de un Comité presidencial, contando con 9 miembros, 7 titulares y 2 observadores, provenientes de los sectores de la sociedad y acuerdos políticos convenidos estos últimos años: el colectivo del 30 de enero, el acuerdo de Montana, la EDE-RED, Fanmi Lavalas, acuerdo del 21 de diciembre de 2022, "Pitit Dessaline", sector de las empresas privadas, están involucrados. Desde la negociación de Kingston del 13 de marzo pasado, tienen pocos días para designar sus representantes que serán miembros del Consejo presidencial encargado de designar un primer ministro a fin de reconstruir el ámbito institucional. El segundo pilar es la seguridad: como retomar control del territorio nacional, campos como ciudades empezando con la capital teniendo gangs sobre armados, motivados, sentiéndose fuertes y queriendo enfrentarse con fuerzas policiales que sienten debilitadas. "Barbecue" pudo hablar de igual a igual con el Estado, afirmando que la permanencia al "poder" del ex-jefe de gobierno abría el camino hacia una guerra civil.


Se está transformando, con sus aliados, de jefe marero, ex-policía rebelde, a jefe de guerra que se suena libertador cuando la única opresión que vive, es todavía, unos controles sobre sus tráficos y blanqueo de dinero de la droga. No puede ser Toussaint Louverture y Jean Jacques Dessalines, héroes de la independencia en 1804 y de la lucha contra la esclavitud, el primer advenedizo en pasar!


Esta realidad es la que debe prevalecer con la comunidad internacional, coordinada, a fin de acabar con una deriva que pasando los días, hace correr un riesgo de incendio en el Caribe y, a través del SICA, en América Central. Mas que nunca, la crisis se vuelve "peligro inmediato" para todos, en una región estratégica: a 1000 kilómetros de Florida, siendo vecino de Cuba, Jamaica y del arco de las pequeñas Antillas, la estabilización haitiana vestida de una retórica libertadora, contiene las semillas de una posible incendio regional, en medio de tensiones internacionales que pueden nutrir el desarrollo de un foco caribeño.

Politólogo francés y especialistas en temas internacionales.

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