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Maratón electoral latinoamericano 2024

El nuevo mapa político regional será más heterogéneo sin olas rosas ni olas azules predominantes.

Por Daniel Zovatto

El 2024 se perfila como un año complejo e intenso para América Latina, enmarcado en un contexto internacional caracterizado por una gran incertidumbre y volatilidad geopolítica y económica.

En el actual escenario de policrisis, hay que poner atención a la evolución de varios conflictos, como los de Ucrania y Rusia, Israel y Hamás y China y Taiwán, entre otros.

El FMI prevé una disminución del crecimiento económico global, de un 3 % en el 2023 a un 2.9 % en el 2024, cifra que está por debajo del promedio del 3.8 % registrado entre el 2000 y el 2019.

Los pronósticos más pesimistas anticipan cuatro des: desaceleración, desinflación, deuda y desglobalización. A esto se añade un “tsunami electoral”, el mayor de la historia, con alrededor de 80 procesos electorales en unos 70 países. Obviamente, muchas de estas elecciones no son sinónimo de más democracia, ya que en varios países autoritarios los comicios serán una farsa.

De todas estas citas a las urnas, destacan, por su impacto geopolítico, económico y para el futuro de la democracia tanto a escala global como regional, las elecciones en Estados Unidos, el 5 de noviembre, cuando es muy probable que se repita el enfrentamiento del 2020 entre el presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump.

El líder republicano, pese a sus numerosos desafíos judiciales, encabeza de momento las primarias de su partido y también la mayoría de las encuestas frente a Biden. Pero aún faltan 11 meses para ir a las urnas y múltiples factores pueden afectar la elección.

En América Latina este año será el de mayor actividad electoral dentro del superciclo 2021-2024, con seis elecciones presidenciales y varias subnacionales, que terminarán de reconfigurar el mapa politico regional.

En el terreno político, los gobiernos latinoamericanos continuarán enfrentando una triple amenaza que está erosionando el Estado de derecho y la calidad de las democracias en la región, y complicando la gobernabilidad democrática: el crimen organizado, la corrupción sistémica y el populismo autoritario.

En el ámbito económico y social las noticias tampoco son alentadoras. La Cepal anunció que el 2023 cierra con un crecimiento mediocre del 2.2 % y prevé una caída al 1.9 % en el 2024.

Este crecimiento anémico (más pronunciado en América del Sur que en Centroamérica y el Caribe) será insuficiente para reducir las aún altas tasas de pobreza e informalidad que aquejan a la región.

Pese a ello, existen expectativas positivas y oportunidades relacionadas con el nearshoring, la agroindustria, la energía limpia, los minerales estratégicos (litio, cobre, etc.) y servicios digitales.

Maratón electoral

El super ciclo electoral iniciado en el 2021 concluirá en el 2024 con seis elecciones presidenciales, las cuales analizamos a continuación.

En El Salvador, el 4 de febrero, Nayib Bukele se encamina hacia una reelección asegurada. A pesar de que la Constitución prohíbe explícitamente la reelección consecutiva, Bukele logró una reinterpretación judicial (de la Corte de lo Constitucional que está bajo su influencia) para poder candidatearse nuevamente.

Su modelo de populismo punitivo le ha granjeado una popularidad superior al 80 %, gracias a la significativa reducción de la criminalidad y los homicidios desde la imposición de un estado de excepción en marzo del 2022. Sin embargo, este ha venido acompañado de violaciones a los derechos humanos y un debilitamiento del Estado de derecho.

Existe preocupación por el creciente dominio de Bukele sobre el Congreso, las alcaldías y otras instituciones del país, lo que representa una creciente autocratización.

En Panamá, el 5 de mayo, una decena de candidatos competirán por la presidencia en un ambiente marcado por las protestas. El vicepresidente Carrizo, candidato del gobierno, enfrentará una dura contienda contra los exmandatarios Ricardo Martinelli y Martín Torrijos, y varios otros candidatos.

Martinelli, quien lidera las encuestas, fue encontrado culpable de blanqueo de capitales en el proceso judicial New Business y enfrenta una sentencia de 10 años y 8 meses de prisión, además de otros procesos abiertos, que podrían impedir su candidatura si la Corte Suprema de Justicia rechaza (creemos que así ocurrirá) su recurso de casación, lo que cambiaría por completo el panorama actual.

En la República Dominicana, las elecciones municipales del 18 de febrero darán comienzo al ambiente electoral, seguidas por la elección presidencial el 19 de mayo (y una eventual segunda vuelta en junio).

El presidente Luis Abinader, del partido PRM, avanza con paso firme hacia su reelección, manteniendo una popularidad por encima del 50 % y una intención de voto cercana a la mayoría absoluta.

La oposición, coordinada en la Alianza Opositora Rescate RD, compartirá candidatos a las municipales y legislativas, respaldando al candidato presidencial de estos partidos que pase al balotaje —en caso de que hubiese una segunda vuelta—. La candidatura más competitiva para enfrentar a Abinader es la del tres veces presidente Leonel Fernández, líder de la Fuerza del Pueblo.

México vivirá una megaelección el 2 de junio, con más de 20.000 cargos en juego. La contienda mayor será entre dos mujeres, una garantía de que México tendrá por primera vez una presidenta.

Claudia Sheinbaum, exjefa de gobierno de Ciudad de México y candidata oficialista, lleva la delantera en las encuestas. Su rival, Xóchitl Gálvez, del PAN, lidera la alianza opositora Frente Amplio por México, que incluye a los partidos tradicionales PRD, PRI y PAN. La popularidad del presidente López Obrador ronda el 60 %.

En Uruguay, las elecciones presidenciales y legislativas tendrán lugar el 27 de octubre. El presidente Lacalle Pou no puede reelegirse, y su administración mantiene una aprobación cercana al 40 %.

Un reciente escándalo de corrupción en la Cancillería y nuevos desafíos de gobernabilidad podrían estar inclinando la balanza de apoyo ciudadano hacia el Frente Amplio (de momento lidera por estrecho margen las encuestas) por sobre la oficialista Coalición Multicolor, integrada por el Partido Nacional, los Colorados y Cabildo Abierto. Los candidatos serán definidos en las elecciones internas el 30 de junio.

En Venezuela, tras una década de gobierno autoritario con Maduro en el poder, las sanciones de las potencias occidentales y la coordinación estratégica de la oposición han llevado al régimen a la mesa de negociación en los últimos meses del 2023.

Se anticipa que en el 2024 podrían celebrarse elecciones presidenciales con ciertas garantías e integridad. María Corina Machado podría ser la candidata para enfrentar a Maduro, si se levantan las inhabilitaciones. Sin embargo, la incertidumbre es alta y cualquier detalle puede alterar el curso de los acontecimientos.

En resumen, la maratón electoral del 2024 traerá un debilitamiento de la tendencia del voto de castigo a los oficialismos, un equilibrio entre continuidad y alternancia, y una mayor diversidad ideológica entre los mandatarios.

La prevalencia de gobiernos de izquierda o centroizquierda que existía en América Latina a principios del 2023 (la llamada segunda ola rosa) se ha reducido como consecuencia de tres triunfos de mandatarios de derecha o centroderecha en Paraguay, Ecuador y Argentina, y algo similar podría ocurrir durante el presente año.

De confirmarse nuestras proyecciones, el nuevo mapa político regional será más heterogéneo sin olas rosas ni olas azules predominantes.

@zovatto55

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