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Día del Maestro y del Árbol: Recordando a Jorge Alberto Cornejo

Los árboles son un regalo de Dios, de la Naturaleza misma; de esta Tierra bendita (La querida “Pacha Mama” de nuestros indígenas).

Por Carlos Alberto Saz

El sábado 6 de mayo de 2023, EL DIARIO DE HOY publicó un interesante comentario de dos páginas, acerca del maestro y escritor usuluteco Jorge Alberto Cornejo, escrito por el historiador Carlos Cañas Dinarte, con fotos y una caricatura de José Bernardo Pacheco (Nando).


Como dice el historiador, Jorge nació en el barrio de La Merced, en la ciudad de Usulután, a las 24 horas del 30 de abril de 1923. Su madre, doña Laura Cornejo, lo llevó al bautizo en la iglesia de Santa Catarina de Alejandría.
Jorge comenzó a escribir en el desaparecido periódico “La Tribuna”, un diario que apareció el año 1928 en Usulután.
Laboró en varias escuelas de su ciudad natal. Y el 6 de septiembre de 1948 en la ciudad de Berlín (Usulután) se casó con la maestra nicaragüense María Timotea Midence Montiel. Fue un hogar unido.

Después de prolongada enfermedad, Jorge falleció el 2 de agosto del año 2005. Escribió las obras “El libro de los madrigales” y “Poemas para esperar el alba”, además de numerosos artículos en revistas y periódicos nacionales. Perteneció a varios círculos literarios.


Con Jorge entablamos una estrecha amistad. Fue un destacado maestro y un amigo leal. Solíamos reunirnos en cafetines del centro de San Salvador. Y acostumbrábamos pasear por las calles de la ciudad.


Se jubiló como director de la escuela de la colonia El Milagro, de San Marcos, donde, después de 45 años de una labor magisterial excelente, dejó una estela corruscante en el firmamento del magisterio nacional, como maestro digno, respetado y admirado.


En cierta ocasión, cuando caminábamos en una calle, a pocas cuadras de la Dirección de Publicaciones e Impresos, vimos a un alcohólico recostado en una cuneta, y nos preguntó por la hora. Entonces, Jorge, molesto, pero con razón, me dijo: “¿Y para qué quiere saber la hora ese bolo, si en su borrachera, ni trabaja, ni hace nada?”. Y así como ese bolito, los hay en todo el mundo: en Madrid, en Barcelona, en París, en Lisboa, etc.


En este Mes del Maestro, nada mejor, pues, como recordar a uno de los mentores más dignos de El Salvador, como lo fue Jorge Alberto Cornejo.


El árbol

“Soy el árbol, pensé: mis venas hablan / de la oscura verdad de estar despierto/ desde antes de que el hombre despertara/ de las manos de Dios” (David Escobar Galindo –Santa Ana, 1943), del poemario “Jazmines Heredados”. EL DIARIO DE HOY, mayo de 1992).


Los árboles son un regalo de Dios, de la Naturaleza misma; de esta Tierra bendita (La querida “Pacha Mama” de nuestros indígenas).

En sus copas anidan los pájaros, que construyen por instinto sus nidos, con ramitas y pedacitos de hojas y zacate seco, y en ellos las pajaritas ponen sus huevos, y esperan unos días echadas, mientras los calientan, hasta que revientan y salen del cascarón unos tiernos pajarillos, que luego con sus trinos alegrarán dulcemente las mañanitas y los atardeceres . Y mientras anidan las pajaritas, el pájaro papá trae gusanitos para darles de comer a ella y a sus alados hijos. ¡Todo un misterio de la Naturaleza!


“Los árboles son seres vivos que refrescan el ambiente , y además de embellecerlo, mantienen los mantos acuíferos. Cuidémoslos como nos cuidamos nosotros mismos”, opinaba don Napoleón Viera Altamirano, que, con su esposa, doña Mercedes Madriz de Altamirano, fundaron EL DIARIO DE HOY en mayo de 1936.


Don Napoleón era amante de la Naturaleza. La Sociedad a la que perteneció, junto con otros naturalistas, llamada “Amigos de la Tierra,” veló siempre por la protección del medio ambiente.


Científicamente se ha comprobado que los árboles de una arboleda, a través de sus raíces se comunican entre sí en cadena, debajo de la tierra, para traspasar sus nutrientes, su sabia, en una comunión alimenticia. ¡Otro milagro de Natura!


Pues bien, volviendo al aeda David Escobar Galindo, el párrafo que encabeza este artículo fue tomado del poema “La conciencia del árbol”, del libro de poemas “Jazmines Heredados”, un opúsculo de 89 páginas, en donde el poeta dice así:


“Estos poemas no se publican por primera vez. Todos ellos aparecieron en la página sabatina de ‘El Diario de Hoy’, donde tengo amigos generosos y fieles. Doy al final, por pura efusión de puntualidad, las fechas de aparición de cada poema en el periódico. Que fue su primer destino. Y con lo dicho, basta para que estas palabras no vayan a convertirse en prólogo. San Salvador, 6 de febrero de 1992”.


(Agradezco al poeta el obsequio de tan valioso poemario, con una sentida dedicatoria de su puño y letra, fechada el 9 de agosto de 1992, hace ya 31 años)
¡Oh, árboles de mi tierra y árboles del mundo. Benditos sean todos ustedes, reyes de la Naturaleza; sin ustedes no habría frescor, ni mucho menos, mantos acuíferos. Por favor, cuidémolos ! ¡ Sí, señores!

Maestro, psicólogo, gramático.

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