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Una Transfiguración verdadera y Santa Pureza

nuestro Padre se oye en el llanto del niño enfermo, en la voz del pobre que pide una limosna, en el dolor del enfermo que clama el anciano que se siente solo y muchas veces abandonado,

Por Ricardo Lara
Médico

“En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo”.

Vale la pena revisar con detenimiento la anterior lectura y preguntarnos ¿lucen mis vestidos de un blanco deslumbrador? O ¿cómo luce mi alma? ¿Luce blanca o es una inmundicia?

Gran mensaje que nos manda a recapacitar si nuestra vida religiosa es tan pura, tan deslumbrante para que Dios se goce en nosotros o sencillamente, somos unos por fuera y otros por dentro; realmente parece algo que tomamos a la ligera sin embargo debemos reflejar nuestra cruz o con nuestras obras demostrar que seguimos los pasos de Cristo, que somos pulcros por fuera y también por dentro.

Podemos engañarnos y engañar a otros sin embargo la pureza de la vida cristiana se debe reflejar en nuestro diario vivir, no es viviendo fechas que parecen más importantes que otras y nos volcamos a vivir una falsa espiritualidad pues por dentro, nuestra alma luce opaca. “Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos”.

El asombro de Pedro, Santiago y Juan fue enorme, solo escucharon una voz y ¿cómo lucimos ante la Palabra de Dios? ¿Somos cristianos –ya sea católicos o evangélicos o de otra denominación- que llevamos nuestra vida religiosa a cumplir lo que agrada a Dios? O ¿nada nos asombra?

Cuando esperamos que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos, es un franco llamado a recapacitar, a hacer una introspección si sencillamente somos personas, comunidades, iglesias o una sociedad a la que le encanta los ritos externos o somos cristalinos y si somos verdaderos hijos de Dios al hacer lo que a Él agrada y no darles rienda suelta a nuestras bajezas terrenales ¿Quién no conoce la doble moral que se vive en tantas iglesias? Podemos no faltar a misa diaria, sin embargo, nuestros vestidos ante Dios no son limpios, somos sucios de pensamiento, obra y omisión.

 “Como Pedro, Santiago y Juan, nosotros tampoco podemos quedarnos arriba en el monte sino a bajar del mismo, y a comprometernos en el mundo en el que estamos y en la sociedad en la que vivimos”, Dios quiere que hagamos un cielo de la tierra en la que vivimos, no podemos quedarnos con escuálidas celebraciones, con rostros piadosos cuando vivimos en un cielo muy particular donde primero estoy yo, segundo yo  y tercero yo; solo bajando, solo transfigurándonos en verdaderos cristianos –tanto católicos como evangélicos o de otras denominaciones-,  en verdaderos guerreros al servicio de los preferidos de Dios como son los pobres, los niños, los ancianos y los enfermos es que de verdad estaremos siguiendo las huellas de Cristo.

Si ni por cerca he pensado asistir a misa durante la Semana Santa y, al contrario, tenemos listo un plan de vacaciones, no nos engañemos pues nuestras batas pueden lucir pulcras, pero por dentro es el pecado y nuestro ego el que va a la cabeza; sin embargo, vale la pena preguntarse si como sociedad hacemos lo que agrada a Dios o lo que agrada al hombre y parece que estamos muy equivocados en nuestra forma de vivir y convivir pues por momentos parece que no hemos entendido que pueda ser que el mendigo más harapiento tenga un corazón puro, la viuda que dio sus únicas monedas de limosna,  que solo Dios pueda verlo y nosotros seguimos de paso.

 “Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
“Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo”: Lamentablemente muchos esperamos escuchar una voz que retumbe, una luz cegadora para así dar crédito que está cerca del Padre, si debemos saber que nuestro Padre se oye en el llanto del niño enfermo, en la voz del pobre que pide una limosna, en el dolor del enfermo que clama el anciano que se siente solo y muchas veces abandonado, si pensamos por un momento para pedir a Dios por los injustamente presos. ¡Así es como desperdiciamos de ver al Padre! Por eso vale la pena, lucir blancas túnicas y blancas intenciones. Que veamos la transfiguración del señor como la santa pureza que debemos    llevar        como nos lo dice San Josemaría Escrivá en Camino 118: La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad.

Médico.

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