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Aquel 13 de mayo

Tres pequeños pastores fueron testigos de la aparición mariana, en la Cueva de Iría (quizás un lugar para resguardarse de las tormentas). Los hermanos Jacinta y Francisco Marto y su prima Lucía dos Santos, la mayor.

Por Carlos Francisco Imendia

El trece de mayo no debería pasar inadvertido para nosotros, el mundo cristiano católico. En 1917 el mundo estaba convulsionado por la guerra; con ella un manto lúgubre y de mortandad yacía sobre toda Europa. La Primera Guerra Mundial, una de las más atroces, la guerra de las trincheras en donde la muerte, la inanición, las ratas, la destrucción fueron protagonistas. Rompía el cascarón el bolchevismo en el liderazgo de Vladimir Ilich Lenin, que buscaba arrodillar a todo el pueblo ruso a la paternidad absoluta del Estado, disipar la religión y con base en masacres, terror y linchamiento de terratenientes y burgueses, la familia imperial rusa de los Romanov e instaurar el comunismo.


Los acontecimientos místicos y sobrenaturales en la campiña portuguesa aparentemente alejados de las fauces de la guerra y la destrucción de Europa, realmente eran un oasis de paz y resguardo, en donde los pastores recorrían algunas praderas y peñascos con sus rebaños llevándolos a arroyos de agua cristalina y tierra para pastar. En esas sociedades rurales de Portugal tenían lo modestamente necesario para vivir, un modo de vida orgánica y con menor impacto ambiental.

Tres pequeños pastores fueron testigos de la aparición mariana, en la Cueva de Iría (quizás un lugar para resguardarse de las tormentas). Los hermanos Jacinta y Francisco Marto y su prima Lucía dos Santos, la mayor.


Ese fue el punto de partida para una serie de acontecimientos sucedidos en esa región rural de Portugal, entre visiones, mensajes y profecías, advertencias. Lo principal que pedía la Virgen era la construcción de una ermita (como ha sucedido en múltiples manifestaciones al rededor del mundo). También dio a la mayor, Lucía, tres secretos que se vendrían cumpliendo a lo largo de las décadas del S. XX. entre ellos, el atentado contra Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro mediante disparos a corta distancia propiciado por el turco Mehmet Ali Agca (sicario de los bloques comunistas) un 13 de mayo pero de 1981. El Papa se salvó.


El 13 de mayo, una fecha trascendental para la humanidad y el mundo católico, la consagración de Rusia a la Virgen era un hecho que debería consumarse en épocas posteriores por medio de actores históricos del S. XX. El comunismo acechaba la estabilidad mundial, Rusia o URSS. Era la matriz donde esta ideología iba a desparramar sus perversidades y errores, entre ellas una muy notable y vigente hasta nuestros días: la persecución a la Iglesia. Después a la vida, a la destrucción de la producción, de la paz y la democracia. Pese a las advertencias de la aparición en 1917, pasaron las décadas y vendrían más tiempos oscuros sobre Europa, las advertencias se cumplirían con mayor severidad y Lucía dos Santos solo se daba cuenta en el interior de un monasterio donde dedicaba su vida a Dios. Vendría la Segunda Guerra mundial, los nazis, Hitler, la consolidación de los bloques comunistas en Europa, y lo más lamentable millones de vidas sacrificadas (pese a las advertencias de Fátima).

La Guerra Fría si bien es cierto fue una hostilidad de volumen bajo, no así que las dos súper potencias (U RSS y EE.UU.) se apuntaban sus misiles NUCLEARES y amenazaban con propiciar un cataclismo nuclear. Sobre todo con las plataformas de misiles construidas en la isla de Cuba.


América Latina no fue ajena a los avances del comunismo, entre los países que figuraron fueron: México, Cuba y Guatemala, como lo decía San Juan Pablo II eran polígonos de las superpotencias. Centroamérica llegó a ser campo de batalla y la región estuvo entre ceja y ceja para la avanzada del comunismo; sólo en Nicaragua pudo fraguarse este mal para la región y cuyas secuelas aún se pagan. El oscuro promotor, el dictador cubano Fidel Castro, instigador y financista, proveedor de muerte y destrucción, de grupos y guerrillas de desestabilización que tanto dolor propiciaron.
A pesar de que San Juan Pablo II consagró a Rusia al corazón Inmaculado de la Virgen, era inevitable la mutación del comunismo, después del fracaso de la Guerra Fría y que las guerrillas querían transformarse en partidos políticos, el comunismo mutó con aliados como el populismo, el neo-comunismo a través de una nueva fórmula basada en la promulgación de la ideología de género, la amenaza a la integridad de la familia biológica vía el aborto, el anticlericalismo, el feminismo radical, el ateísmo, etc.

Fátima en El Salvador. Nuestro pequeño país no quedó fuera de la brújula del contexto Fátima. Una de las primeras réplicas de la imagen fue enviada a El Salvador en 1949 al Cerro de las Pavas en Cojutepeque, Cuscatlán. Y es un santuario al que llegan miles de fieles y peregrinos cada año. Otro gran regalo mariano a nuestro país es la reciente construcción del magno Templo de arquitectura gótica en el Valle del Ángel, y el cual no representa una amenaza hídrica para la zona, una obra integral y de evangelización que nuestra sociedad necesita de urgencia, un sueño que esperamos pronto sea culminado con solidaridad de la Iglesia Católica y fieles, una bendición para el pueblo.


En Twitter: @Chmendia

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