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La senda estrecha

Amar a Dos no es un amor sentimental ni una utopía soñada. Tampoco consiste en metas mínimas de fácil alcance cuyo cumplimiento podemos presentar ante el Señor con la conciencia tranquilizada.

Por Heriberto Herrera
sacerdote salesiano

¿Se  le fue la mano a Jesús? ¿No nos está proponiendo demasiado? ¿Son realistas sus “mandamientos”? ¿Hay alguien que viva a la altura de sus exigencias?

Comencemos por asumir que ser discípulo de Jesús no se reduce a la práctica ordinaria de actividades piadosas. Tampoco darnos por satisfechos porque nuestra conciencia no nos acusa de pecados “gordos”.

La moral del evangelio no consiste solo en evitar el mal. Esa limpieza mora es básica, pero no suficiente Jesús propone metas muy altas. A primera vista parecen imposibles de cumplir.

¿Por qué Jesús traza ese estilo de vida tan exigente? Porque no se trata de acciones buenas ocasionales, sino de un estilo de vida permanente. ¿De dónde sacó Jesús esa larga lista de exigencias? Simplemente es su propio retrato. Él vivía cada uno de esos rasgos evangélicos. Quien quiera ser su seguidor, debe ponerse a la altura de su estilo de vida.

Tampoco se trata de escoger un par de ellas a y así darse por satisfecho. El paquete viene entero: o se toma o se deja. Pero, atento, que no son órdenes, sino propuestas. Quien ajusta su vida a ellas, acierta en el seguimiento de Jesús. Quien arruga la frente y su ánimo decae, pierde la oportunidad de entrar en el meollo del seguimiento de Cristo. Y no tendrá la felicidad de ir creciendo hasta adquirir la estatura del Maestro.

El elenco de las exigencias que >Jesús propone al candidato a discípulo suyo se encuentro en el evangelio de Lucas 6,27-38. Para muestra, uso botones: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian, al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica: al que te pide, dale: al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Trata a los demás como quieres que ellos te traten.

En el fondo, todas se pueden reducir al mandamiento de fondo: Sean misericordiosos como mi Padre es misericordioso. La misericordia es el corazón del evangelio. Quien se pone decidido a caminar tras el Maestro, irá aprendiendo a renunciar al odio y la violencia. Ir desterrando de su corazón conductas “asesinas” como “el que me la hace, la paga”, “ojo por ojo”, “perdono pero no olvido”. Perdonar es saludable porque sana las relaciones humanas.

Si bien es cierto que este estilo de vida propuesto por Jesús es sumamente exigente, contamos con la gracia de los sacramentos y de la oración que nos ayuda a vivir en sintonía con el evangelio.

En resumen, amar a Dos no es un amor sentimental ni una utopía soñada. Tampoco consiste en metas mínimas de fácil alcance cuyo cumplimiento podemos presentar ante el Señor con la conciencia tranquilizada. Son líneas de vida abiertas a un crecimiento inagotable.

Como le dijo Jesús al joven rico que quería ser su discípulo: Haz esto y vivirás.

Sacerdote salesiano y periodista.

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