La campaña que vivimos

Nuestro país es víctima de la desmedida e ilegal campaña electoral del candidato de NI. Todo gira a su alrededor, diseñado a elevar su figura, convirtiéndose en un descomunal culto a su personalidad. Mientras, el sabor que los eventos últimos nos ha dejado a muchísimos salvadoreños es el de un país tercermundista con aspiraciones a liderar el mundo, sin Estado de Derecho pero con una maquinaria propagandística que, esa sí, puede competir a nivel universal.

El edificio de la Biblioteca Nacional es una destacable obra arquitectónica. Lo de “biblioteca” más parece una ironía, porque realmente es una ludoteca. Nada criticable, si así se anunciara y llamara; lo negativo es hacerla parecer lo que no es. Muy loable el que niños que posiblemente no tendrán la oportunidad de viajar al Primer Mundo disfruten de un lugar donde les parezca estar en uno de los parques de diversiones que ven en las películas. Ojalá lo disfruten y sirva para que aprendan a admirar y respetar las cosas buenas y lujosas, manteniéndolas en óptimo estado, tal y como las han encontrado. Y que el convivir con el orden y la limpieza les enseñe a que esas buenas prácticas se integren plenamente a sus vidas. Sería desastroso que, en poco tiempo, ese precioso y lujosísimo edificio estuviera convertido en un chiquero más de los que abundan en nuestra sucia, pintarrajeada y maltrecha capital. Son siete pisos para que los niños y jóvenes jueguen, se diviertan y, Dios mediante, aprendan. Y ojalá más de alguno se interese en los libros y se aficione a la lectura, para que, a partir de allí, se les despierte la sed de aprendizaje y vayan formando una mentalidad analítica, que les ayude a razonar mejor y a estar bien preparados para la vida. Un gran paso para convertirse en buenos ciudadanos.

En ese espectacular edificio, en sus siete palaciegos pisos, ¿habrá un rinconcito para resguardar los Archivos Nacionales? Sería del caso que, teniendo herramientas tecnológicas tan avanzadas, se instalara un lugar destinado a la digitalización de toda nuestra documentación histórica, anterior a nuestra Independencia y posterior a ella, así como de las leyes que nos han regido en diferentes épocas. Y también toda la literatura que exista de autores salvadoreños, muchos muy valiosos. ¿O será que no permitirán que haya nada anterior a 2019?

Lo de la BINAES fue solamente uno de los escenarios previstos para alardear de país maravilloso durante el famoso concurso de Miss Universo, que mutó de ser uno en el que compite la belleza femenina, a otro en el que lo obligado es la “inclusión”, por chocante y errada que sea, debiendo someterse a ella, so pena de no ser cool. Pero, aparte de una deuda astronómica, aunque desconocida, ¿eso qué nos dejó? Como país, digo. Quedaron algunas obras que en poco tiempo podrían arruinarse, dada nuestra atroz incultura, sumado a la tradicional falta de mantenimiento. Pero no importa porque no se busca beneficiar a nuestro país, sino elevar aún más la imagen del candidato NI. Y eso, lo han logrado con creces.

Te pregunto, compatriota: eso, a ti, ¿en qué te beneficia? La respuesta será muy triste: lejos de beneficiarte, te daña, porque pierdes un país de ley y orden, donde puedas vivir y trabajar en libertad. Eso, la propaganda no te lo dará.

Empresaria.