Hagamos algo ¡ya!

El pasado martes fuimos testigos del monstruoso accidente, provocado por una rastra que causó un múltiple choque donde hubo fallecidos, heridos y grandes daños materiales. Contemplando esas escenas dantescas y los vehículos retorcidos como si fueran de papel de empaque, compartimos genuinamente el dolor de las familias afectadas. Pero también nos llenamos de indignación y condena por lo sucedido.

Porque, tal y como el ingeniero Pedro Roque viene pregonando desde hace más de dos décadas desde las páginas sabatinas de este periódico, muchas veces son la falta de previsión, de mantenimiento, cumplimiento y conocimientos actualizados los que causan eventos perfectamente evitables. Los accidentes suceden, sí, pero en este caso, podemos llamar “accidente” al que sufrieron los ocupantes de los 29 vehículos que fueron afectados por la rastra que, según reportaron los noticieros, perdió el aire de los frenos y llevaba 7.9 toneladas de sobrepeso. Es decir, cumplir las normas y una revisión previa a la salida de esa unidad, podría haber evitado esa tragedia.

Como si fuera poco, mientras Moisés Urbina reportaba sobre ese evento en el noticiero nocturno, mostró el video donde, casi en el mismo lugar, al inicio del bulevar de Los Próceres, dos unidades de carga se veían como enganchadas, debido a que el vehículo de atrás perdió también los frenos y el de adelante lo venía deteniendo para impedir su descontrol. ¡Inconcebible!

Los problemas nacionales son variados, graves y se multiplican a una velocidad mayor de la que nuestra mente es capaz de asimilar. Sin embargo, por mucho que nos preocupemos por el bien común, por mucho que nos empeñemos en encontrar soluciones, debemos realizar que no está en nuestras manos resolver ese cúmulo de situaciones, que son otros los responsables y que cada quien debemos enfocarnos en cumplir nuestras propias obligaciones, tal y como debe ser.

El mortal problema de los accidentes viales SÍ está en nuestras manos resolverlo, cumpliendo con la seguridad vial y promoviendo que todos lo hagamos. Hago un llamado al empresariado nacional, siempre a la vanguardia, para que lidere una campaña que termine con este flagelo, causante de tanto dolor, cuyo impacto económico y social parecemos ignorar.

¿Qué pueden hacer las empresas?

Rápidamente, incluir en su publicidad mensajes alusivos a la seguridad vial. Pero lo principal es practicar esa seguridad. Para empezar, dar ejemplo de total cumplimiento de la ley. Además, llevar una bitácora de mantenimiento de sus unidades, escrupulosamente; elaborar un calendario de capacitación sobre seguridad vial, que incluya el conocimiento de las leyes y reglamentos de tránsito, para TODO el personal a su cargo, no solamente para los motoristas. Porque muchísimos de ello manejan automóviles o motos y deben tomar conciencia de la responsabilidad que eso significa.

Las distribuidoras de automóviles, de lubricantes, de repuestos y demás productos relacionados, podrían unirse para realizar material audiovisual ameno, instructivo y de fácil entendimiento, para que todo aquel que en su negocio (banco, sala de ventas, consultorio médico) tenga una sala de espera con televisor, pueda transmitirlo gratuitamente para que sus clientes vayan adquiriendo esa educación, tan necesaria.

En fin, ideas no faltarán. Pero hay que llevarlas a la acción. Y que esta horrible tragedia sea un parteaguas para que cada uno tomemos conciencia de que el poseer o manejar un vehículo representa no sólo un privilegio, sino una enorme, ineludible responsabilidad.

Empresaria.