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Vivir sin letrina, la dura realidad de Santa Bárbara

Según el censo comunitario, 40 familias no cuentan con una letrina y tienen que pedir permiso a otras familias para usar las de ellas.

Por Lissette Lemus | Jul 17, 2022- 21:00

Foto EDH/ Lissette Lemus

Daniela camina unos cuatro metros y sale de casa. Luego, sobre la calle principal se desplaza unos 20 metros, para después cruzar en un pasaje. Al entrar, camina unos tres metros más para ingresar a la casa de su sobrino.

Esto debe hacerlo cada vez que necesita hacer sus necesidades fisiológicas.

La familia de Daniela Gutiérrez es una de las 40 familias en el cantón Santa Bárbara, del municipio de El Paraíso, que no cuenta con una letrina.

“Es una situación algo incómoda porque a veces están ellos ahí y nos toca esperar. En algunas ocasiones nos toca aguantarnos y regresar”, relata Daniela.

Hay noches que se ha tenido que aguantar las ganas de hacer sus necesidades fisiológicas, ya sea por la lluvia o por el temor de salir en medio de la oscuridad, cuenta Daniela.

Ella vive junto a sus dos hijos y su compañero de vida en una vivienda de tres cuartos que su padre le heredó, pero la letrina que estaba en el terreno, quedó en la porción que le asignaron a una de sus hermanas.

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Las condiciones de pobreza no le han permitido a Daniela y a su familia reunir los $750 que cuesta aproximadamente la construcción de una letrina abonera.

La familia de Daniela depende económicamente solo del salario de su compañero de vida, quien hace viajes en un pick up ajeno.

Ella no trabaja, pues las oportunidades de empleo en la zona para una mujer son casi nulas. Además debe cuidar de sus dos hijos pequeños.

Foto EDH / Lissette Lemus

“Yo quisiera, si me pudieran ayudar, para construir una, porque así como está el tiempo, no es fácil construir”, dice Daniela.

Un kilómetro más adelante, en la misma comunidad, vive Raquel Hernández, una joven de 26 años y madre de un niño.

Ella tiene el mismo problema de no contar con una letrina propia. Para hacer sus necesidades debe usar la letrina de su suegra.

“Es bien feo porque a veces uno está adentro, pero llega la dueña de la letrina que también necesita usarla. Uno se siente incómodo”, relata.

Raquel dice que su niño va creciendo y ella quisiera tener una letrina para uso solo de su familia.

Foto EDH / Lissette Lemus

Juan Antonio Calles, líder comunitario de Comunidades de Fe Organizadas para la Acción (Cofoa), expone que en el cantón Santa Bárbara, hicieron un censo que revela que 40 familias no cuentan con una letrina en su hogar.

Juan explica que, además, hay 120 familias que cuentan con letrinas aboneras que ya dieron su vida útil, que están dañadas y que incluso hay casos que temen que se hundan mientras las usan.

Es decir que en total, el cantón Santa Bárbara necesita la construcción de 160 letrinas.

Considerando que en el cantón habitan 338 familias, es el 50% de ellas que enfrentan esta problemática.

“La necesidad prioritaria de esta comunidad son las letrinas aboneras porque hay personas de escasos recursos que no pueden construir una, por ese motivo estamos interviniendo para que instituciones nos ayuden a solventar esta situación”, comenta Juan.

Las letrinas aboneras con las que cuentan varias familias de esa comunidad fueron construidas por Plan Internacional, hace unos 20 o 25 años atrás, según recuerdan.

Una de esas letrinas es la de María Guardado, la cual ya se le hundió una de las tazas de cemento.

Las letrinas aboneras son construidas con dos cámaras de recolección, con sus respectivas tazas cada una.

Las cámaras son construidas sobre el nivel del suelo para no contaminar las aguas freáticas, es decir las corrientes de agua acumuladas sobre el subsuelo y puede aprovecharse mediante pozos.

Cada taza tiene dos orificios, una donde cae la orina y otra donde van las heces.

Las heces se van cubriendo con ceniza para transformar los desechos en compost.

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Foto EDH / Lissette Lemus

Cuando se llena la primera cámara, se tapa y se utiliza la segunda cámara.

Después de seis y ocho meses se retira el compost de la primera recámara para ser utilizado como abono orgánico, sin ningún riesgo.

Rosa Guevara, líder comunitaria explica que han estado buscando ayuda para llevar un proyecto de letrinas para las familias más necesitadas de Santa Bárbara.

“Primeramente fuimos a donde el señor alcalde pero no hay Fodes, y aunque la alcaldía quisiera ayudarnos no tienen fondos. En las comunidades las necesidades son muchas, pero ya no viene el Fodes a las alcaldías”, señala.

El 7 de abril de 2021 el presidente Nayib Bukele escribió a través de su cuenta de Twitter que enviaría a la “nueva asamblea” reformas a la ley del Fodes, entre esas que este bajaría de un 10% al 6%.

“El 25% de eso se podrá utilizar en gastos (como antes), pero el 75% que se entregaba para obras, se entregará en eso: obras en las comunidades” se lee en el tuit de Bukele.

Además, el mandatario anunció ese mismo día en otro tuit que se crearía la Dirección Nacional de Obras Municipales (DOM), la cual se encargará de aprobar los proyectos solicitados por los alcaldes.

Es por eso que los líderes comunales de Santa Bárbara se desplazaron unos 70 kilómetros hasta las oficinas de la DOM para exponer la necesidad prioritaria de sus comunidad, sin embargo, no fueron escuchados.

“Fuimos a la DOM pero nos cerraron las puertas, cuando llegamos como líderes de Cofoa de todos los departamentos, no cerraron las puertas y nos recibieron” asegura Rosa.

Los líderes no se quedaron de brazos cruzados porque están conscientes que las necesidades en sus comunidades son muchas.

El 29 de junio pasado se fueron hasta Casa Presidencial, ahí les recibieron la documentación en la que plantean las necesidades de cada comunidad, pero hasta ahora no han tenido respuesta.

El cantón Santa Bárbara está a las orillas del embalse del Cerrón Grande, en las que viven 1,186 personas, de los cuales 372 son niñas y niños, según datos del censo realizado por los líderes comunitarios de Cofoa.

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