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Con 18 años y sin haber cometido delito, una joven pasó 14 meses en prisión

¿Cómo se vive,a los 18 años, 14 meses en prisión? Aguantando hambre, durmiendo apiñada, soportando malos olores, y cumpliendo castigos de 21 horas. Así lo resume Mónica

Por Jorge Beltrán Luna | Jun 24, 2023- 21:55

Video: Edh

Aquella tarde del 9 de abril de 2022, la joven de 18 años de edad, cuya nombre real se omite y se usa el seudónimo Mónica, iba en una mototaxi junto a su compañero de vida y otro joven. Regresaba de dejar una perrita a su madre cuando varios policías los detuvieron para hacerles una requisa.

Una mujer policía comenzó a decirle que a ella le decían La Gata. Luego les tomaron una foto y les dijeron que de esa imagen dependía si los capturaban o no. Los policías comenzaron a acusarlos que regresaban de dejar a un cabecilla. Ni le decían La Gata ni regresaban de dejar a ningún cabecilla de pandillas. Pero en el acta de captura los policías escribieron eso.

Aunque nunca había cometido delito alguno ni había estado presa, aquella tarde Mónica presintió que su suerte estaba echada. Una policía le preguntó por qué no decía nada en su defensa. “Y para qué si presa ya estoy”, le respondió.

A casi un mes de haber salido de prisión, Mónica lucha contra una enfermedad de la piel que le ha afectado todo el cuerpo. La mayoría de personas que están en prisión padece de enfermedades de la piel. Foto EDH / Jessica Orellana

“Yo solo me le quedaba viendo. Me daba risa y luego me daba cólera y me ponía a llorar, pero a la vez me decía que para qué iba a llorar si detenida ya estaba”, detalla la joven que luce varios tatuajes artísticos en su cuerpo, así como cientos de manchas rojas, consecuencia de la sarna humana o escabiosis que lleva meses de padecerla.

Muchos presos por el régimen padecen enfermedades de la piel debido al hacinamiento y la insalubridad en las celdas.

Tras estar cuatro días en bartolinas policiales de Usulután, Mónica fue llevada a Cárcel de Mujeres, en Ilopango, donde la metieron en una celda junto a 299 mujeres.

Allí comenzó a conocer el infierno. La carencia de comida, la escasez de agua para asearse, la escasez de espacio y de catres pero sobre todo, la abundancia de calor. “Era el doble de este”, afirma la joven durante una entrevista a mediodía de principios de junio en el municipio costero de Jiquilisco.

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“En Ilopango, en la celda donde yo estaba habíamos 300 personas. Dormíamos siete por catre, con la mitad del cuerpo adentro y los pies colgando”. No había espacio ni para cambiarse de posición”, recuerda Mónica.

De Ilopango la trasladaron el 9 de septiembre en la noche, cuando Cárcel de Mujeres dejó de serlo para mujeres y llevaron solo hombres. El siguiente día amanecieron en el penal de Apanteos, convertido ya solo para mujeres.

En Apanteos tuvo que sufrir un tiempo por la comida: Dos tortillas delgadas, arroz, un pedazo de queso o un huevo, o carne de soya. Todo sin sabor, asegura la joven.

La muerte de Sandra

Fue en Apanteos donde vio morir a compañeras de cárcel. Recuerda el caso de Sandra, una lesbiana apresada junto a su pareja.

De repente Sandra se hinchó del estómago. Se le había dañado un intestino pero así pasó una semana en bartolinas hasta que la llevaron al hospital. Dos semanas después regreso enflaquecida y demacrada. Vomitaba todo lo que comía; expulsaba un líquido amarillo. A las dos semanas la volvieron a llevar al hospital. Ya no regresó.

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Una custodia le dijo a la pareja de Sandra que ella había muerto.

“En el penal se aprende a vivir solo, con alguien o sin alguien, como yo”, reflexiona Mónica, mientras comenta los castigos que soportó. “Me ponían a cubetear desde la una de la madrugada a las nueve de la noche. Cubetear es jalar agua desde unos 400 o 500 metros. Tuve que hacerlo como cinco o siete veces”, recuerda.

Mónica se define como una joven que no se deja humillar por nadie, y por eso tuvo que soportar mucha soledad durante los 14 meses que estuvo en prisión. Espantaba la soledad leyendo un libro de Joyce Meyer, que les llegaron a regalar. No recuerda cuántas veces lo leyó.

“Posición de visita”

“Una de las cosas que me ha disgustado siempre es que me despierten cuando duermo”, comenta. Y eso era precisamente lo que le molestaba cuando en la celda gritaban “¡Posición de visita!”

“Posición de visita significa que cuando llega la UMO (policías de la Unidad de Mantenimiento de Orden) usted tiene que bajarse de su nube, de su catre, sentarse en el piso viendo a la pared, sin hacer ningún ruido ni volverlos a ver. Llegaban a las celdas. Se quedaban parados, se quedaban unos cinco minutos y luego se iban. Volverlos a ver era castigado, era indisciplina. Siempre me pregunté por qué llegaban”, explica.

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Mónica solo hubiese estado en prisión 12 meses, si Centros Penales hubiera cumplido de inmediato la orden de un juez de dejarla “inmediatamente ”en libertad.

Pero salió dos meses exactos después de la orden judicial. Ella lo ve normal. Así pasa con todas, dice.

A pesar de todo, Mónica considera que algo positivo sacó de esa dura experiencia, pues tuvo para reflexionar sobre la relación con su madre.

“Yo nunca imaginé que algún día iba a estar presa. Ahora me doy cuenta que sí vale la pena estar con mi mamá. Antes yo no quería estar con ella, no era porque no la quería sino porque no le hacía caso. Yo he cambiado bastante. Ella lo ha notado también”, dice la joven mientras recuerda el día, de los últimos de mayo, cuando al abrirse las puertas de la prisión, lo primero que vio fue a su madre, que la esperaba.

Mónica no sabía que su madre, desde que se enteró que ya tenía la orden de libertad, se fue, prácticamente, a vivir frente a las puertas del penal de Apanteos, a esperar que su hija saliera.

Actualmente Mónica vive con su madre, en una casa sencilla de una zona rural de Jiquilisco.

Su expareja también salió de prisión pero una de las condiciones que el juzgado le puso para ponerla en libertad, es que no debe comunicarse con personas que estén en su misma condición jurídica, también debe ir a firmar cada cierto tiempo al juzgado y tiene prohibido salir del país… Esto último es lo que desea la joven: marcharse de El Salvador. Pero por hoy no puede. Lo intentará hasta cuando haya sido cerrado su caso y no tenga esa restricción.

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