El pasado 14 de diciembre, en la biblioteca de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), se lanzó el libro “Vivienda mínima. Obra máxima”, publicación de la Editorial Alejandría que narra los orígenes de la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima (FUNDASAL).
Detrás de la dirección editorial de esta obra, se encuentra el arquitecto Alberto Harth Deneke y un grupo variopinto de colaboradores que han plasmado a lo largo de siete capítulos, parte del enorme legado de la oenegé que acumula 55 años de experiencia.
Durante la presentación del libro, Harth Deneke ofreció una breve reseña del contenido, que prueba que en El Salvador “sí se puede proveer de viviendas a los estratos de más bajos recursos”, y que hay mucho que hacer en temática habitacional para garantizar el acceso a viviendas dignas a ese sector de la sociedad.
En estas páginas destacamos 15 datos del origen de un milagro llamado FUNDASAL, que impulsó el sacerdote jesuita Antonio Fernández Ibáñez en 1968, cuando animó a un grupo de mujeres voluntarias a optar por los pobres y ayudarle a cambiarle la vida a las familias de un tugurio llamado La Chacra.
Comenzaremos por indicar que el título del libro, “Vivienda mínima. Obra máxima”, fue retomado de un estudio ejecutado por el sacerdote jesuita Ignacio Martín Baró (uno de los mártires de la UCA) bajo el mismo título, que fue publicado en 1978 por la editorial ECA.
1. Nace la Asociación Benéfica La Chacra como respuesta a la tragedia causada por el desbordamiento del río Acelhuate, la noche del 1 de septiembre de 1968. Una fuerte tormenta dejó a su paso luto y destrucción en varios lugares de la capital, pero el padre Ibáñez y su grupo de voluntarias ya trabajaban en pro de esa comunidad, por lo que acudieron ahí para ayudar a los damnificados de esa zona.
2. Ante la urgencia de proveer de un lugar seguro a las familias afectadas, el padre Ibáñez se contactó con el arquitecto Romeo Esquivel, esposo de Silvia, una de sus voluntarias líderes; el ingeniero José Roberto Castillo, esposo de Ivette, otra de sus mujeres voluntarias; y el arquitecto Adalberto Morales, entre otros profesionales, para involucrarlos en su deseo de reconstruir la vida de los residentes de La Chacra, junto a las voluntarias y los afectados de la comunidad.
3. Los pioneros de la fundación planificaron la reconstrucción bajo la modalidad de ayuda mutua y esfuerzo propio, basados en el concepto de participación comunitaria, que se convertiría en una de las innovaciones que legó esta institución. En 1969, a un año de la tragedia y a escasas semanas de que se desatara la Guerra de las 100 horas entre El Salvador y Honduras, se inauguraba el nuevo asentamiento para unas 100 familias. Se le bautizó como “Plan Piloto 1° de Septiembre”.
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4. El padre, las voluntarias y el equipo de ingenieros y arquitectos dispusieron continuar con la construcción de comunidades dignas, organizados bajo el nombre Fundación Pro-Vivienda Mínima, nombre sugerido por las familias de La Chacra beneficiadas con el primer proyecto, el día de la inauguración del plan piloto. Popularmente, la oenegé era llamada “La Mínima”.
5. El 15 de enero de 1970 se colocó la primera piedra del segundo proyecto habitacional, denominado “Agua Caliente” en Ciudad Delgado, que beneficiaría a 62 familias. Ese mismo año se establecen los estatutos de la incipiente fundación y se publican en el Diario Oficial el 19 de junio. La mística de la oenegé está descrita en el primero de estos: “Promover el desarrollo comunitario e individual de quienes luchan por superar sus condiciones de vida en las zonas marginales de nuestras ciudades y en el agro”.
6. Con la misión de “servir al hombre, a la familia y a la comunidad, concibiendo la vivienda como un instrumento para ese fin”, inicia FUNDASAL, bajo la mirada del padre Ibáñez y enfocada en la opción preferencial por los pobres.
7. Uno de los primeros estudios heredados al sector vivienda del país por la fundación es “La Vivienda Popular Urbana”, realizado en 1975. A través de este se constató que “el mercado de vivienda urbana estaba dividido en varios submercados: tugurios, colonias ilegales y mesones. El estudio estimo que el crecimiento de la población en estas zonas superaba al de la ciudad en su conjunto, alcanzando del 15 al 20 % anual en algunos de los municipios que componen el área metropolitana de San Salvador”.
8. Frente al fracaso de las políticas públicas de vivienda en El Salvador, el arquitecto y urbanista Alberto Harth acepta el reto de asumir la gerencia general de la oenegé en enero de 1972, motivado por Francisco de Sola y su esposa Nadine. Para ello, interrumpe sus estudios y comienza a trabajar en la institución que funcionaba en un sencillo garaje dentro del local de Fe y Alegría, en la colonia Miramonte. Solo contaba con un equipo de seis personas.
9. En un lapso de 5 años, Harth y el equipo de personas que conformaban la Fundación dieron un salto de 100 viviendas a 15,000, gracias a tres préstamos internacionales que lograron afianzar venciendo una diversidad de obstáculos. El financiamiento fue aportado: uno por la Fundación Interamericana (FIA) y dos por el Banco Mundial. En esa época era inaudito que una incipiente oenegé lograra tales aportes económicos.
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10. Ese salto cuántico con el primer préstamo otorgado por el Banco Mundial —FUNDASAL se convirtió en la primera oenegé en obtener uno de esta entidad financiera internacional—, generó escozor en el gobierno salvadoreño y una crisis interna en la fundación. En esta última, el padre Ibáñez y los promotores sociales, sobre todo, temían que la fundación perdiera su naturaleza social. A ello, se sumó la convulsión social que ya se vivía en El Salvador en el preámbulo de la guerra civil.
11. “Animado por el propósito de resolver la crisis, el gerente general de la Fundación organizó un taller en el Centro Salesiano de Retiro Ayagualo, con la mediación del reconocido académico de Harvard e INCAE, Harry Strachan, quien con su habilidad negociadora logró la conciliación de las diferencias relativas a la escala del préstamo del Banco Mundial y los objetivos sociales”, se lee en el capítulo 3, página 56 del libro.
12. El programa social instituido por FUNDASAL heredó una diversidad de innovaciones técnicas, urbanísticas y de arquitectura (que se detallan a partir del capítulo 4), introdujo nuevos mecanismos financieros y consolidó el modelo de acción social que se retomó en otros países, todo con el objetivo de lograr la accesibilidad a las viviendas de las familias de escasos recursos.
13. Una de las premisas del modelo de ayuda mutua era que todos los que participan en los proyectos debían trabajar sin importar el género, empoderando a las mujeres que pronto fortalecieron la seguridad en sí mismas y trabajaron de forma equitativa en pro del desarrollo humano de sus comunidades. “La ayuda mutua dejó como lección que la producción de las viviendas genera trabajo y energía comunitaria en abundancia”.
14. En el libro se describen una serie de investigaciones que para una oenegé en los años 70 era inaudito, una de las cuales evidencia que la fundación construyó todas las viviendas que se propuso. Asimismo, figura que ejecutó el primer perfil de la vivienda en el país: “La Vivienda Popular Urbana en El Salvador. El mercado habitacional: análisis del acceso de los pobres a vivienda en las ciudades principales del país”, de 1976. El aporte investigativo de la institución se detalla en el capítulo 7 del libro.
15. Esta historia de los primeros 12 años de FUNDASAL termina en 1980, tras el asesinato de San Óscar Arnulfo Romero, al comienzo de la guerra civil, “que nos cambió la vida a todos en la fundación. Dos se unieron a la guerrilla, cuatro fueron asesinados, varios migraron y algunos acabaron en organismos internacionales. En mi caso, la extraordinaria experiencia en la fundación me permitió acabar mi tesis y formar las bases de una gratificante carrera durante 20 años en el Banco Mundial”, detalló el arquitecto Harth Deneke durante el lanzamiento de “Vivienda mínima. Obra máxima”.