“Pánico y muerte causa tormenta”, rezaba el titular de la edición de El Diario de Hoy del 3 de septiembre de 1968.
Dos noches antes, San Salvador fue sorprendido por una torrencial lluvia que dejó luto y destrucción en diferentes partes de la capital.
Una de las zonas impactadas fue La Chacra, al oriente del municipio. Semanas antes de la tragedia, la comunidad marginal a orillas del río Acelhuate se convirtió en el centro de interés del sacerdote jesuita Antonio Fernández Ibáñez.
Mucho antes de la inundación, el religioso decidió misionar a favor de los pobres en ese tugurio capitalino, en donde echó andar varios proyectos de beneficio comunitario, con ayuda de un grupo de voluntarias.
La tormenta del 1 de septiembre le cambió de forma radical el panorama y fue en medio de ese drama humano que nació la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima (FUNDASAL).
A 55 años de aquella tragedia, se lanza el libro “Vivienda mínima. Obra máxima”, en el que se narran los primeros 12 años de la fundación.
Institución privada sin fines de lucro enfocada en “Potenciar la producción y gestión social del hábitat, respetando procesos socio-comunitarios y culturales, que generen capacidades para la mejora de condiciones de vida en la población vulnerable”.
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La publicación llega bajo el sello editorial Alejandría y reúne datos e imágenes históricas que revelan el enorme legado de FUNDASAL, cuyas bases fueron cimentadas en la filosofía del padre Fernández Ibáñez y el deseo de trabajar en pro de los más necesitados de un grupo de jóvenes profesionales.
Pero, ¿por qué solo los primeros 12 años? “Porque fue el período en el que dimos el salto de 100 a 15,000 viviendas”, destaca el arquitecto Alberto Harth, quien asumió el cargo de gerente general de la incipiente fundación en 1972, y quien dirigió el proyecto editorial que se presenta hoy 14 de diciembre de 2023, en la biblioteca de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).
“La inspiración de esta historia es el padre Antonio Fernández Ibáñez, S.J., quien afirmaba que el Evangelio se predica con obras y, medio en broma, decía: ‘Si la necesidad de los pobres fuera la falta de sombreros, seríamos una fundación de sombreros. Pero la necesidad de los pobres es vivienda, por eso somos una Fundación de vivienda’”, se lee al inicio de los agradecimientos incluidos en el libro y firmados por Harth.
En este punto, vale enfatizar que la vivienda mínima es un concepto habitacional que se vuelve vital para garantizar una vida digna a las familias de bajos recursos.
Hábitat para la Humanidad, oenegé que trabaja en más de 70 países para que más personas puedan vivir en lugares más seguros y asequibles, indica que se ha demostrado el vínculo directo que existe entre la calidad de la vivienda y el bienestar de los niños.
“Según una investigación canadiense encabezada por la Coalición Nacional de Vivienda de Bajos Ingresos (“Our home, our voices”, 2019 por: National Low Income Housing Coalition), los niños que viven en viviendas adecuadas tienen más probabilidades de prosperar en la escuela, lo que les permitirá construir un futuro mejor para ellos mismos”, detalla el sitio de Hábitat en Dominicana.
Convencidos de ello, FUNDASAL implementó desde su fundación un programa social que se transformó en un modelo para otras naciones. Un programa que involucró a la comunidad en la construcción de sus viviendas “por medio de la ayuda mutua y el trabajo propio”.
Además, el modelo social contribuyó a la organización de las familias beneficiarias, poniendo especial énfasis en la participación de las mujeres, mucho antes de que la equidad de género se fortaleciera.
A lo largo de esos 12 años, también se introdujeron nuevas normas urbanísticas y habitacionales, se implementó una arquitectura financiera que promovió el autofinanciamiento y se crearon cooperativas de ahorro.
Para Franz Kaps, jefe de misión del Banco Mundial, que entre 1972 y 1975 fungió como oficial de préstamos para El Salvador en la División de América Central del Banco Mundial, el “Primer Proyecto de Lotes con Servicios de El Salvador” implementado por FUNDASAL ha sido “una de las operaciones más apasionantes en las que he trabajado durante toda mi carrera en el Banco Mundial”.
De similar forma, se expresa Jeffrey Balkind, también del Banco Mundial, quien en 1972 visitó El Salvador, con un equipo de expertos para evaluar la solicitud del gobierno salvadoreño de preparar un préstamo que financiara la construcción de 7,000 viviendas de interés social, dirigida por FUNDASAL.
Estos datos y muchos otros de gran valor se han incluido en el libro “Vivienda mínima. Obra Máxima”, que hoy ve la luz 55 años después de la tragedia en La Chacra.