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El dolor en codos puede intensificarse con el frío. Aplicar calor y evitar la inactividad son claves para cuidar las articulaciones en invierno.

Cuando el frío hace doler las articulaciones estos consejos ayudan

Cuando bajan las temperaturas, el cuerpo lo resiente. Con simples cambios diarios, podés moverte mejor y reducir el dolor en tus articulaciones.

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Por EFE
Publicado el 29 de diciembre de 2025

 

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Durante el invierno, muchas personas sienten mayor dolor y rigidez en las articulaciones. Según expertos consultados por EFE, el frío y la humedad afectan la movilidad y aumentan la percepción del dolor, especialmente en quienes viven con artrosis o artritis. Sin embargo, con medidas sencillas como mantener el cuerpo abrigado, moverse suavemente cada día y aplicar calor localizado, es posible reducir las molestias y recuperar bienestar. La clave está en no quedarse quieto y adaptar el ritmo a lo que el cuerpo permite. Con constancia, el dolor puede volverse manejable y compatible con una vida activa, incluso en los días más fríos.

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Durante los meses más fríos, muchas personas con artrosis o artritis sienten que sus síntomas se intensifican. Según expertos consultados por EFE, el dolor articular, la rigidez y la dificultad de movimiento suelen aumentar cuando bajan las temperaturas y se incrementa la humedad ambiental.

El frío y la humedad provocan que los tejidos se contraigan y pierdan elasticidad, haciendo que actividades cotidianas como caminar o subir escaleras se vuelvan más dolorosas. "Los cambios de temperatura y humedad afectan cómo las articulaciones gestionan la inflamación y cómo el sistema nervioso interpreta el dolor", explica la doctora María Andreina Terán, reumatóloga del Hospital Universitario Sanitas Virgen del Mar.

Frío, humedad y un cuerpo que se vuelve más rígido

En entornos fríos y húmedos, la musculatura tiende a contraerse. Esto puede reducir la movilidad articular y acentuar la rigidez, especialmente en personas que ya conviven con enfermedades reumáticas. La Sociedad Española de Reumatología señala que más de once millones de personas padecen alguna enfermedad reumática, siendo la artrosis y la artritis las más comunes.

La rigidez matutina o tras periodos de inactividad es una de las molestias más frecuentes. El dolor suele presentarse con mayor intensidad al iniciar el movimiento, lo que dificulta tareas simples y disminuye la calidad de vida.

El frío puede aumentar la rigidez en rodillas. El movimiento suave diario y el abrigo térmico ayudan a aliviar el dolor y mejorar la movilidad.
El frío puede aumentar la rigidez en rodillas. El movimiento suave diario y el abrigo térmico ayudan a aliviar el dolor y mejorar la movilidad. / Shutterstock

A este panorama se suma el hecho de que el clima frío suele desmotivar la actividad física. "Al moverse menos, disminuye la estabilidad muscular y aumenta la rigidez articular", advierte la doctora Miriam Piqueras, directora médica de Sanitas Mayores.

Estrategias efectivas para mitigar el impacto del frío

A pesar del impacto del clima, existen medidas simples y efectivas que pueden ayudar a reducir las molestias asociadas al frío en personas con artrosis o artritis. Según los especialistas citados por EFE, estos son algunos de los consejos más útiles:

  • Abrigá bien las articulaciones: Usar ropa térmica ligera, guantes, bufandas y calcetines de lana ayuda a mantener la temperatura y mejora la movilidad.
  • Realizá ejercicios suaves dentro de casa: Estiramientos, paseos cortos por el hogar y movimientos articulares regulares previenen la rigidez.
  • Calentá antes de salir: Activar el cuerpo antes de exponerse al frío reduce la sensación de tirantez y previene el dolor.
  • Escuchá tu cuerpo: En días especialmente húmedos o fríos, moderá el esfuerzo físico y tomá descansos frecuentes.

Movimiento y calor: la combinación clave

El movimiento adaptado y constante es esencial para mantener las articulaciones funcionales. No se trata de ejercitarse intensamente, sino de integrar la movilidad como parte del día a día. Esto puede lograrse con caminatas suaves, ejercicios acuáticos en ambientes templados o incluso rutinas de yoga adaptado.

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El calor también es un gran aliado. Compresas calientes, baños de agua tibia y masajes térmicos contribuyen a relajar la musculatura y mejorar la circulación.

Vivir con dolor no tiene que ser la norma

"No siempre podemos eliminar el dolor por completo, pero sí hacerlo manejable y compatible con una vida activa", subraya la doctora Terán. Este enfoque promueve una visión constructiva: vivir con artrosis o artritis no significa resignarse al sufrimiento, sino aprender a gestionar los síntomas con inteligencia y constancia.

En caso de que el dolor se vuelva muy intenso o limite significativamente las actividades cotidianas, es fundamental consultar con un especialista para ajustar el tratamiento y recibir orientación personalizada.

Adoptar hábitos saludables, mantenerse activo y protegerse del frío son pasos claves para cuidar la salud articular todo el año.

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