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Conversar con los niños sobre sus experiencias ayuda a consolidar recuerdos tempranos que, de lo contrario, pueden desvanecerse antes de llegar a la vida adulta.

Amnesia infantil: por qué olvidamos los primeros años de vida

Aunque los bebés forman recuerdos desde temprano, la ciencia explica por qué al crecer perdemos esas memorias y apenas recordamos después de los 3 años.

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Por Betty Carranza
Publicado el 22 de septiembre de 2025

 

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La amnesia infantil es la incapacidad de recordar los primeros años de vida, un fenómeno que intriga a la ciencia desde hace décadas. Estudios recientes de la Universidad de Yale demuestran que los bebés sí forman recuerdos gracias al hipocampo, aunque luego se vuelven inaccesibles. Según BBC World Service, ScienceDaily y Greater Good, factores como el lenguaje, la autoconciencia y la neurogénesis influyen en este olvido. News.Yale.edu destaca que, al igual que en experimentos con ratones, las memorias tempranas podrían permanecer latentes. Todo indica que la amnesia infantil combina causas biológicas, psicológicas y sociales aún en estudio.

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La amnesia infantil es uno de los fenómenos más intrigantes de la memoria humana. Pese a que los primeros años están llenos de momentos fundamentales —los primeros pasos, las primeras palabras, el primer cumpleaños—, la mayoría de los adultos no puede evocarlos conscientemente. La pregunta ha capturado a neurólogos, psicólogos y especialistas durante décadas: ¿acaso no formamos recuerdos en la infancia, o simplemente no logramos recuperarlos más adelante?

Qué es la amnesia infantil y por qué ocurre

Según un reportaje de BBC World Service publicado recientemente, el debate se concentra en dos hipótesis clave: la primera sostiene que los bebés crean recuerdos, pero esos registros se vuelven inaccesibles con el tiempo; la segunda afirma que los recuerdos no se forman realmente hasta que el cerebro alcanza un nivel más maduro de desarrollo.

Investigaciones recientes empiezan a inclinar la balanza. El profesor Nick Turk-Browne, de la Universidad de Yale, dirigió un estudio que sugiere que los bebés sí forman recuerdos antes de los dos años. Su equipo mostró imágenes a niños de entre cuatro meses y dos años, midiendo la actividad de su hipocampo, la región cerebral que consolida la memoria. Los resultados mostraron que cuando esta área se activaba intensamente, los bebés eran más propensos a recordar la imagen tiempo después.

Este hallazgo desafía la idea de que el hipocampo en los primeros años es incapaz de almacenar experiencias. El propio Turk-Browne lo define como “un primer paso” para demostrar que esas memorias se generan, aunque su acceso consciente pueda perderse en etapas posteriores. La gran incógnita es dónde permanecen esos recuerdos y por qué dejamos de acceder a ellos.

El hipocampo, región clave del cerebro, comienza a desarrollar su función de memoria en los primeros años, aunque muchos recuerdos se pierden con el tiempo.
El hipocampo, región clave del cerebro, comienza a desarrollar su función de memoria en los primeros años, aunque muchos recuerdos se pierden con el tiempo. /Shutterstock

Lo que revelan los estudios sobre la memoria temprana

ScienceDaily ya había señalado en 2014 que los niños pueden relatar experiencias ocurridas a los tres años, pero hacia los siete dejan de recordarlas, lo que sugiere un proceso de olvido acelerado en la niñez temprana. La neuropsicóloga Catherine Loveday, de la Universidad de Westminster, coincide en que los pequeños generan recuerdos, aunque estos se desvanecen con rapidez si no son reforzados. Ella recuerda que un niño puede contar con detalle un evento vivido en la guardería, pero años después ya no lo evoca.

Los especialistas destacan el papel del lenguaje. Según Greater Good Science Center, hablar sobre las experiencias ayuda a consolidar recuerdos y transformarlos en narrativas estables. En culturas donde las familias conversan con frecuencia sobre el pasado, los niños tienden a conservar memorias más tempranas. En cambio, sin esa práctica, los recuerdos pueden quedar como fragmentos emocionales o sensoriales, imposibles de ubicar cronológicamente.

Otro factor clave es la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas en el hipocampo durante los primeros años de vida. De acuerdo con estudios citados por Wikipedia y retomados en BBC World Service, la alta plasticidad cerebral de los bebés, lejos de asegurar una memoria duradera, puede contribuir al olvido. A medida que se generan nuevas conexiones, los circuitos previos se reorganizan, borrando trazas de recuerdos tempranos.

Experimentos con animales y su relación con la amnesia infantil

En paralelo, News.Yale.edu informó en marzo de 2025 sobre experimentos con ratones que parecen respaldar esta teoría. Los animales aprendían a salir de un laberinto en su etapa juvenil, pero olvidaban el recorrido al llegar a la adultez. Sin embargo, al reactivar de manera artificial las neuronas originales implicadas en ese aprendizaje, el recuerdo reaparecía. Este hallazgo abre la posibilidad de que en los humanos las memorias de la primera infancia permanezcan, aunque latentes, y solo sean inaccesibles con los métodos actuales.

La cuestión de la autoconciencia también es fundamental. Loveday enfatiza que el sentido del yo —saber que uno es un individuo que existe en el tiempo— aparece gradualmente. Antes de que esa conciencia esté consolidada, los recuerdos carecen de un marco personal que los organice como “míos”. Sin este andamiaje, aunque se formen, difícilmente se convierten en memorias autobiográficas.

Ejercicios y actividades de primera infancia. Foto Archivo

El desafío de los falsos recuerdos en la infancia

Otra dimensión del debate son los falsos recuerdos. La BBC recoge la advertencia de Loveday: muchas personas aseguran recordar episodios de su vida en la cuna o durante los primeros meses, pero a menudo se trata de reconstrucciones. Relatos familiares, fotografías y repeticiones crean imágenes mentales tan vívidas que parecen recuerdos genuinos. Sin embargo, la memoria siempre es una reconstrucción, no una grabación exacta.

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Este misterio sobre la amnesia infantil toca aspectos profundos de nuestra identidad. Como señala Turk-Browne, la idea de tener un vacío en los primeros años desafía la forma en que pensamos quiénes somos y cómo se ha construido nuestra historia personal.

Teorías principales sobre la amnesia infantil

En síntesis, las principales teorías apuntan a factores biológicos —desarrollo del hipocampo, neurogénesis intensa—, psicológicos —construcción del lenguaje, aparición del yo— y sociales —el refuerzo cultural y familiar de las memorias—. Todo indica que los bebés sí son capaces de formar recuerdos, pero que su permanencia y accesibilidad se transforman con el tiempo.

Aunque aún no exista una respuesta definitiva, la investigación avanza hacia un entendimiento más claro. Tal vez en el futuro descubramos métodos para reactivar memorias tempranas o comprender mejor cómo la mente organiza esos primeros capítulos de la vida. Por ahora, la amnesia infantil sigue siendo un recordatorio fascinante de lo complejo y misterioso que es nuestro cerebro.

TAGS:  Bebés | Cerebro | Desarrollo infantil | Memorias | Niños

CATEGORIA:  Vida | Cuerpo y mente

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