La polarización y malas noticias generan un impacto silencioso en la mente
La polarización social y el bombardeo de malas noticias afectan la salud mental, generando ansiedad, insomnio y más evasión informativa.
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Betty Carranza / Agencias
Publicado el 22 de septiembre de 2025
La polarización social y la exposición constante a malas noticias se han convertido en un desafío para la salud mental. Según explicó a EFE Salud la psicóloga Raquel Huéscar, este clima informativo erosiona el espíritu crítico, aumenta la ansiedad y favorece la evasión de noticias como forma de protección. Estudios confirman que la saturación de información negativa incrementa síntomas de depresión e insomnio, especialmente en los jóvenes. Expertos citados por Psychiatrist.com advierten que la confrontación continua genera sensación de amenaza, aislamiento y desconfianza, lo que convierte este fenómeno en un problema de salud pública creciente.
La polarización social y política, sumada al constante bombardeo de malas noticias en medios y redes, se ha convertido en un riesgo creciente para la salud mental. Según advirtió a EFE Salud la psicóloga Raquel Huéscar, “la polarización se carga el espíritu crítico, el diálogo con argumentos, la duda… Está haciendo más daño del que pensamos”.
Abrir el periódico o mirar las redes sociales suele significar toparse con titulares de violencia, cancelaciones, conflictos y crispación. El panorama, señala Huéscar, está lejos de favorecer la calma: “Un contexto que favorezca la tranquilidad sería un contexto que favorece la salud mental. No ayuda el momento, pero tampoco lo digital, porque no contribuye a la calma ni a contactos humanos cálidos, cercanos, reales”.
La especialista advierte que este clima informativo, lejos de nutrir un debate constructivo, eleva la sensación de inseguridad y alimenta el desasosiego. “El sonido que late de fondo no aporta tranquilidad, así que la situación se vuelve desalentadora”.
La evasión de noticias como forma de protección
En este contexto, cada vez más personas optan por evitar informarse. Un estudio del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS), citado por EFE, siguió durante años a 942 adultos y encontró que la exposición continua a noticias negativas acentuaba los síntomas de ansiedad y depresión.
El fenómeno tiene un reflejo global: el Instituto Reuters detectó que cuatro de cada diez personas en 48 países evitan activamente las noticias, una cifra récord. Las razones principales: el impacto negativo en el estado de ánimo, la saturación informativa, la cobertura de guerras y la política.
Huéscar lo confirma desde la práctica clínica: “Cada vez más gente quiere mantenerse al margen de la información. No quiere leer las noticias o no quiere ver los telediarios como forma de protección”.
Jóvenes y desesperanza
La psicóloga pone el foco en la población joven, donde la percepción del futuro se tiñe de pesimismo. “Estamos en un contexto en el que parece que el futuro no será mejor, y entonces se genera un cierto hilo de desesperanza”.
Aunque no todos lo viven igual —factores como la resiliencia, el apoyo familiar o la situación económica marcan diferencias—, hay síntomas comunes: insomnio, dolores estomacales o cefaleas, que revelan el impacto físico del estrés prolongado.

La polarización como estado de crispación permanente
La FundéuRAE eligió “polarización” como palabra del año en 2023, subrayando su protagonismo en el debate público. El concepto describe sociedades divididas en dos polos rígidos, con poca apertura a los matices.
Huéscar lo define como “un estado de desarrollo propio de las edades infantiles” que, trasladado al ámbito político y mediático, funciona como “una especie de pandilla adolescente” donde predomina la confrontación y la rabia. El resultado: “más hostilidad y menos confianza, y por tanto, más agresividad”.
Lo que dice la ciencia sobre polarización y salud mental
La preocupación de los psicólogos encuentra eco en investigaciones recientes. Un artículo publicado en PNAS Nexus concluyó que las personas que perciben altos niveles de polarización reportan más días de mala salud física y mental al mes.
Además, según explicó el psiquiatra Keith Humphreys en Psychiatrist.com, “la polarización política no solo afecta cómo votamos o qué opinamos, sino cómo pensamos y sentimos en la vida diaria. Genera una sensación de amenaza constante, y el cuerpo responde como si estuviera bajo ataque, lo que a la larga erosiona la salud”.
En la misma línea, la psicóloga clínica Laura Roberts sostuvo en ese medio que “vivir en un entorno de confrontación continua debilita la capacidad de diálogo y aumenta el aislamiento, que son factores de riesgo para la depresión y la ansiedad”, según publicó Psychiatrist.com, en 2024.
Efectos acumulativos: ansiedad, aislamiento y fatiga
La combinación de malas noticias y polarización tiene efectos acumulativos:
- Incremento de la ansiedad y la tristeza.
- Problemas de sueño y fatiga crónica.
- Desconfianza hacia instituciones y hacia quienes piensan distinto.
- Mayor aislamiento social y dificultad para mantener relaciones sanas.
La psicóloga de EFE advierte que este entorno puede resultar especialmente dañino para las personas con alta empatía o sensibilidad. “No tiene por qué ser ansiedad —dice—, pero sí se manifiesta en el cuerpo con dolores de cabeza, malestares estomacales o insomnio”.
Estrategias de cuidado
Frente a este panorama, especialistas recomiendan medidas individuales y colectivas:
- Establecer límites en el consumo de noticias, seleccionando horarios y fuentes confiables.
- Combinar información dura con contenidos positivos o constructivos.
- Mantener hábitos protectores: ejercicio, descanso adecuado, ocio creativo.
- Fomentar el diálogo respetuoso en lugar de la confrontación.
- Promover la alfabetización mediática para identificar sesgos y evitar la manipulación.
Un reto de salud pública
El impacto de la polarización y las malas noticias trasciende lo individual. Como subraya Humphreys en Psychiatrist.com, “una sociedad permanentemente polarizada es una sociedad más enferma, no solo en lo político, sino en lo emocional y lo físico”.
La reflexión final de Huéscar a EFE va en la misma dirección: “Un contexto que favorezca la tranquilidad sería un contexto que favorece la salud mental”. Construirlo depende tanto de las políticas públicas como de las decisiones cotidianas de cada persona al relacionarse con la información y con los demás.
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