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El valor de la de la tolerancia en la educación familiar

Cuando se es tolerante debe quedar claro que no se está siendo débil

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos | Mar 20, 2022- 05:56

Foto: Pixabay

La disciplina, firmeza y flexibilidad son criterios fundamentales y complementarios en el modelo educativo familiar. Un cuarto, la tolerancia, es otro elemento de ese conjunto de criterios. Se ponía el ejemplo de un árbol como modelo comparativo, y como el viento podía mover sus ramas, pero no mover el árbol de su sitio (firmeza). Precisamente esa capacidad para encajar el empuje del viento, flexionando sus ramas, pero sin desplazarse, es la tolerancia del árbol al empuje del viento. Si las ramas fuesen inflexibles, no admitiesen una tolerancia y permanecieran rígidas, el viento podría quebrarlas.

En la educación de los hijos, hay unos criterios generales básicos que son como el tronco del árbol; hay unas normas generales, que son como las ramas principales del árbol; hay algunas normas más específicas que dependen de las generales, como las ramas secundarias del árbol dependen de las principales; y todavía hay normas más concretas, como ramitas más pequeñas en el árbol. Los hijos a veces empujan como el viento. Pese a que las normas responden a unos principios básicos de relación familiar, el ser permanentemente estrictos y rígidos en su cumplimiento puede provocar cierta asfixia psicológica, sensación de falta de libertad y clara disconformidad con el modelo educativo, y el responsable de ello será quien estableció unas normas que sólo perseguían un bien.

Dra. Margarita Mendoza Burgos. Foto: Cortesía

Por ello, tolerancia en la educación es la capacidad para pasar por alto algunas veces el incumplimiento de alguna norma o de algún acuerdo; o para obviar, a veces, algunas normas sin menoscabo de la firmeza, conscientes de que ello no significa que ya no existan, sino que simplemente se trata de paréntesis que sirven como válvulas de escape, y que permiten seguir aceptando la disciplina con una actitud positiva. Es como tomarse un respiro cuando se hace un esfuerzo.

Como las ramas del árbol, y al igual que sucedía con la flexibilidad, las normas más concretas y específicas son las que permiten mayor tolerancia, las más generales, menos; mientras que los criterios básicos, es decir, el tronco, apenas permiten tolerancia. Y también al igual que la flexibilidad, la tolerancia tiene unos límites; aplicándose en la medida adecuada, oxigena la relación familiar, pero el exceso de tolerancia tiende a deformar el modelo educativo y conduce al fracaso. Tan perjudicial es la excesiva tolerancia como la intolerancia.

Cuando se es tolerante debe quedar claro que no se está siendo débil, sino solo tolerante, que no es lo mismo. Es decir, debe quedar claro que si las cosas no han sido como debían es algo excepcional, no habitual, y que lo habitual debe seguir siendo el cumplimiento de las normas. Castigar siempre es ser rígido; no castigar nunca o casi nunca es ser débil. Ser tolerante es no castigar la primera vez, o no hacerlo cuando el incumplimiento es excepcional, pero sí hacerlo cuando empieza a ser habitual. Además, el grado de tolerancia debería ser parejo para todos los miembros de la familia, empezando por uno mismo como padre o madre.

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