Compartir ubicación en tiempo real, la nueva conexión juvenil
Cada vez más jóvenes eligen compartir su ubicación en tiempo real con amigos o pareja. ¿Seguridad o dependencia? Una tendencia que redefine la confianza.
Por
EFE
Publicado el 28 de diciembre de 2025
Cada vez más jóvenes optan por compartir su ubicación en tiempo real con amigos o pareja mediante aplicaciones como Instagram, Google Maps o iPhone, según reporta EFE. Esta práctica, impulsada por la necesidad de seguridad y pertenencia, puede brindar tranquilidad, pero también plantea riesgos emocionales si se usa sin consenso. La psicóloga Silvia Álava destaca que, aunque compartir localización puede ser útil, también puede generar dependencia emocional o vulnerabilidad. Expertos aconsejan fomentar el diálogo y la confianza, especialmente entre padres e hijos, antes de recurrir a estas herramientas como forma de control. La clave está en usar la tecnología con conciencia.
Saber en qué lugar se encuentra una persona ya no es solo una función práctica del celular. Según publica EFE, ahora compartir la ubicación en tiempo real se ha convertido en una práctica cotidiana entre grupos de jóvenes que desean sentirse más conectados y seguros. A través de aplicaciones como Instagram, Google Maps o la función “Buscar” de los iPhone, muchos optan por mantener un rastro digital constante, visible para sus amigos más cercanos o sus parejas.
“Saber en todo momento dónde están mis amigos hace que se reduzca la incertidumbre y aporte tranquilidad. Influye ese miedo a quedarse fuera”, explica la psicóloga Silvia Álava en entrevista con EFE. Según ella, esta práctica también puede ser una forma de mostrar pertenencia al grupo: “No compartir se podría interpretar como que no estás dentro, que tenés desconfianza o que tenés algo que ocultar”.
Del “me avisas cuando llegués” al rastreo constante
Las plataformas digitales lo han hecho más fácil que nunca. Instagram, por ejemplo, permite mostrar la última ubicación en una burbuja llamada ‘mapas’, visible para todos los seguidores o solo para los “mejores amigos”. Esta se actualiza cada vez que se abre la aplicación y desaparece si no se usa durante 24 horas. Lo mismo ocurre con Google Maps o la herramienta “Buscar” de Apple, donde se puede configurar un grupo de confianza para compartir la localización en tiempo real.
La psicóloga Álava señala que esta función puede ser útil cuando se hace de forma consensuada: “Facilita la organización o la seguridad con amigos y amigas que saben por donde voy y que si me pasa algo me van a poder ayudar. Nos sentimos más cuidados y apoyados”. Pero también advierte sobre el riesgo emocional: “Puede generar dependencia emocional, confundiendo confianza con vigilancia”.
La seguridad como principal motivación
Sandra Lázaro, de 29 años, tiene activada esta función con su grupo más cercano de amigas. Para ella, no se trata de control, sino de protección: “Es una forma de sentir seguridad. Vivo sola y cuando vuelvo a casa ya saben por dónde está volviendo cada una”. También le resulta útil si pierde el celular o se lo roban. Aunque, admite entre risas, que en ocasiones la delata: “Siempre llego tarde y muchas veces les digo ‘ya voy’ y estoy aún saliendo de la ducha”.
Paula Santiago, de 30 años, va un paso más allá: comparte su ubicación no solo con sus amigas, sino también con su pareja. “Mi pareja no quiere compartir la ubicación conmigo, pero yo al ser mujer me siento más segura”, confiesa. “Es bueno que gente cercana a mí tenga mi ubicación y si pasa cualquier cosa sepan dónde estoy. No me siento vigilada. No tengo nada que esconder”.
¿Cuidado o vigilancia? El dilema emocional
Para los expertos, el acto de compartir la localización puede traer beneficios cuando se hace con conciencia, pero también abre la puerta a nuevas vulnerabilidades. “Estamos difundiendo datos muy íntimos, lo que nos hace ser más vulnerables a otros problemas que generan las redes”, advierte Álava. La clave, dice, está en hacerlo con personas de confianza, con una utilidad clara y sin caer en la presión grupal.

Detrás de esta tendencia se combinan factores sociales y emocionales. El miedo a sufrir una agresión, especialmente entre mujeres, y la necesidad de pertenecer a un grupo son dos de las principales motivaciones, de acuerdo con los especialistas. Curiosamente, los padres suelen quedar fuera de esta práctica, aunque muchos expresan el deseo de tener a sus hijos geolocalizados para calmar su propia ansiedad.
Construir confianza en la era digital
Ante esta nueva realidad, la psicóloga recomienda a los padres establecer relaciones basadas en el diálogo más que en el control. “Antes de activar esta herramienta, es importante trabajar la confianza y el respeto, para que cuenten qué están haciendo y sepan que si ha habido algún problema entiendan que la primera persona a la que se lo pueden decir es a ellos”, sugiere.
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La tendencia a compartir la ubicación podría parecer, a primera vista, un exceso de exposición. Pero también puede leerse como una nueva forma de conexión humana, donde la tecnología no solo informa dónde estamos, sino también a quién confiamos nuestro bienestar. Una práctica que, bien gestionada, puede fortalecer vínculos, fomentar el cuidado mutuo y redefinir la forma en que nos acompañamos a la distancia.
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