Un chip cerebral logra dar voz a personas con parálisis severa
Investigadores de Stanford desarrollan un implante cerebral que convierte el lenguaje interno en frases, un avance que promete dar voz a pacientes con parálisis.
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Agencias
Publicado el 01 de septiembre de 2025
Un implante cerebral desarrollado en Stanford logra decodificar en tiempo real el “lenguaje interno”, convirtiendo pensamientos en frases y ofreciendo una nueva voz a personas con parálisis severa. El estudio, publicado en el portal Cell, alcanzó un 74 % de precisión al transformar señales neuronales en palabras sin necesidad de movimiento físico. Aunque la tecnología aún es invasiva, limitada y en fase preliminar, abre una vía esperanzadora para pacientes con ELA o secuelas de accidentes cerebrovasculares. El avance también plantea retos éticos sobre privacidad mental y neuroderechos, pues la frontera entre lo íntimo y lo público en el cerebro comienza a difuminarse.
Un equipo de la Universidad de Stanford consiguió decodificar en tiempo real el “lenguaje interno”, es decir, las palabras que una persona piensa sin pronunciarlas. Este logro, publicado en agosto de 2025 en la revista Cell, marca un antes y un después en el campo de las interfaces cerebro-computadora. Según Stanford News, la investigación alcanzó un 74 % de precisión en las pruebas iniciales y abre la posibilidad de que pacientes con parálisis severa vuelvan a comunicarse únicamente a través de sus pensamientos.
El estudio incluyó a cuatro voluntarios con condiciones que les impedían hablar, entre ellas la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y secuelas de accidentes cerebrovasculares. Durante los ensayos, los investigadores implantaron microelectrodos en la corteza motora del cerebro, zona directamente relacionada con la producción del habla. Luego, entrenaron modelos de inteligencia artificial capaces de reconocer patrones eléctricos neuronales y transformarlos en fonemas, palabras y frases completas.
A diferencia de tecnologías previas, que requerían que los pacientes intentaran mover labios o lengua, este sistema logra resultados únicamente con el pensamiento. El profesor adjunto de neurocirugía Frank Willett explicó a The Times que, con mejoras de hardware y software, los futuros dispositivos podrían permitir una comunicación fluida y natural sin necesidad de esfuerzo físico.
El reto de la privacidad: una contraseña mental
Uno de los hallazgos más sorprendentes fue que el implante llegó a captar pensamientos que los participantes no habían sido instruidos a imaginar. Esto generó preguntas inmediatas sobre la privacidad mental y el control de la información personal. Para responder a esta preocupación, el equipo desarrolló un mecanismo de “contraseña mental”: una frase que el usuario debe pensar para autorizar al dispositivo a decodificar el lenguaje interno.
Durante las pruebas, esta medida alcanzó una tasa de éxito superior al 98 % en la protección de pensamientos privados, según reportó el sitio Popular Mechanics. Este sistema refuerza la idea de que, al igual que existe la ciberseguridad en internet, también será necesario hablar de “seguridad cognitiva” para proteger la mente humana.
La especialista en neuroética Nita Farahany advirtió en entrevista con NPR que la frontera entre lo que es público y lo que permanece íntimo se vuelve cada vez más difusa. “Cuanto más avanzamos en esta investigación, más transparente se vuelve nuestro cerebro”, señaló, advirtiendo que estamos entrando en una era completamente nueva.

Promesas, limitaciones y próximos pasos
Si bien el avance es calificado como revolucionario, los propios investigadores insisten en que aún se encuentra en una fase preliminar. La neurocientífica Erin Kunz, autora principal del estudio, explicó que la tecnología todavía no permite mantener conversaciones fluidas y que el vocabulario sigue siendo limitado. Además, el procedimiento es invasivo y requiere largos periodos de entrenamiento y ajustes continuos para cada usuario.
El portal ScienceAlert destacó que el futuro del campo podría incluir mejoras en algoritmos, exploración de otras regiones cerebrales relacionadas con el lenguaje y versiones inalámbricas más seguras y prácticas. Estos desarrollos podrían llevar varios años antes de llegar a un uso clínico extendido.
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Neuroderechos: un debate global en marcha
Más allá del terreno médico, este avance despierta un debate global sobre los llamados “neuroderechos”, un conjunto emergente de principios que buscan garantizar la protección de la vida mental frente a posibles intrusiones. El bioético Cohen Marcus Lionel Brown afirmó al New York Times que esta innovación representa un paso positivo desde el punto de vista ético, ya que otorga a los pacientes mayor poder de decisión sobre qué información compartir y cuándo.
En la misma línea, el artículo de France 24 publicado ayer 31 de agosto de 2025 subrayó que la delgada línea entre pensamiento privado y público se vuelve más compleja de definir, lo que obliga a la sociedad a reflexionar sobre cómo proteger este nuevo ámbito de la intimidad humana.
Una esperanza para miles de pacientes
Más allá de las preocupaciones éticas, el impacto potencial de esta tecnología en la vida de miles de personas no puede subestimarse. Para quienes han perdido la capacidad de hablar, contar con un sistema que traduzca sus pensamientos en frases supone recuperar autonomía, conexión social e incluso la posibilidad de expresarse emocionalmente.
Hasta ahora, las alternativas disponibles, como los sistemas de comunicación asistida basados en seguimiento ocular, eran lentas y poco naturales. En contraste, la decodificación del lenguaje interno promete una comunicación más rápida, menos agotadora y más parecida a la experiencia cotidiana de hablar.
Un futuro con silencios que hablan
El camino hacia la comunicación directa desde el pensamiento aún está en construcción, pero este avance ya redefine lo que significa hablar, callar y proteger la mente. El silencio, hasta ahora impenetrable, podría convertirse en palabras claras gracias a la unión entre neurociencia y tecnología.
Los investigadores de Stanford anticipan que se necesitarán años de desarrollo y múltiples mejoras antes de llegar a un uso clínico generalizado. Sin embargo, el estudio constituye una prueba sólida de que es posible abrir una nueva vía de comunicación para las personas que han perdido la voz.
En ese horizonte, la ciencia no solo promete devolver la capacidad de expresarse, sino también obliga a repensar cómo asegurar que la mente siga siendo un espacio inviolable. Un desafío que marcará el debate ético y tecnológico de los próximos años.
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