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Disfrutar de la soledad también es plenitud. Cada vez más personas eligen el bienestar personal sobre las relaciones tradicionales.

Adiós al amor tradicional, el mundo cambia su forma de relacionarse

La decisión de no tener pareja ni hijos deja de ser excepción y comienza a marcar una tendencia global con efectos sociales, culturales y económicos.

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Por Betty Carranza
Publicado el 02 de diciembre de 2025


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En todo el mundo, las tasas de matrimonio y natalidad están cayendo, mientras crece el número de personas que optan por no establecer relaciones de pareja. Esta transformación social está siendo documentada por medios como Financial Times, que recientemente habló de una "recesión de las relaciones", con implicaciones que ya se sienten en la economía, el modelo familiar y las expectativas de vida personal.

El fenómeno no distingue fronteras: desde América hasta Asia, cada vez más hombres y mujeres deciden no comprometerse sentimentalmente. Un estudio publicado por el Institute for Family Studies reveló que las nuevas generaciones están abandonando o postergando la idea del matrimonio y la maternidad, motivadas por un cambio profundo en valores personales y prioridades de vida.

La periodista Gillian Tett del Financial Times sostiene que “la estructura emocional del mundo está cambiando rápidamente. Lo que antes se consideraba aspiracional, como casarse y tener hijos, ya no lo es para muchos”. Esta afirmación resume una tendencia que está redefiniendo los vínculos humanos y la idea misma de éxito personal.

Cambio de prioridades

Una de las causas más visibles de esta transición es el cambio en las metas individuales. Hoy, muchas personas priorizan el desarrollo profesional, la estabilidad financiera o la libertad emocional sobre la formación de una familia. Esta elección, lejos de representar una carencia, se percibe como una forma de vida plena y libre de compromisos tradicionales.

 La conexión más importante hoy es con uno mismo. Vivir solo y sin pareja ya no es excepción, es una forma de vida en auge.
La conexión más importante hoy es con uno mismo. Vivir solo y sin pareja ya no es excepción, es una forma de vida en auge. / Shutterstock

El diario El País documentó el testimonio de varias mujeres que decidieron seguir solteras, destacando que “la autonomía económica y emocional es cada vez más valorada. Muchas ya no sienten la necesidad de conformar pareja para cumplir sus metas personales”.

Esta transformación no es exclusiva de un género. Los hombres también experimentan un alejamiento de los modelos tradicionales. Algunos enfrentan dificultades para cumplir con las nuevas expectativas afectivas y económicas que muchas mujeres consideran indispensables. Como resultado, surgen brechas de compatibilidad emocional que obstaculizan las relaciones.

Impacto en la natalidad y las estructuras familiares

Las consecuencias de esta tendencia ya se reflejan en las cifras. Newsweek informó que la tasa de fecundidad mundial ha caído por debajo del nivel de reemplazo poblacional en varios países. A nivel global, el promedio de hijos por mujer se sitúa por debajo de 2.1, lo que podría desencadenar un descenso poblacional en el mediano plazo.

Esta caída en la natalidad también transforma la composición de los hogares. Se multiplican los hogares unipersonales y se reducen las familias numerosas. Time alertó sobre las implicaciones de este fenómeno en el futuro de las pensiones, el mercado laboral y la organización social.

El portal Sky News destacó que muchas personas sí desean tener hijos, pero no pueden hacerlo por motivos económicos, falta de tiempo o condiciones de vida inestables. Este dato contradice la idea de que hay un desinterés absoluto y refuerza la necesidad de repensar las condiciones estructurales que dificultan formar una familia.

La soltería ya no se ve como fracaso, sino como elección consciente. El amor propio y la libertad emocional ganan espacio en el estilo de vida actual.
La soltería ya no se ve como fracaso, sino como elección consciente. El amor propio y la libertad emocional ganan espacio en el estilo de vida actual. / Shutterstock

Un cambio cultural irreversible

El concepto de soltería también está experimentando una revaloración. Lo que antes se consideraba una situación transitoria, hoy puede ser un estilo de vida elegido. Medios como El Nacional de Cataluña y La Vanguardia señalan que la soltería ya no se asocia con soledad o fracaso, sino con independencia, bienestar y libertad personal.

Este giro también implica un cambio en la forma de entender la felicidad. Ya no depende exclusivamente del amor romántico ni de formar una familia. La plenitud personal se redefine en términos más amplios, donde el autocuidado, los vínculos de amistad y el crecimiento profesional cobran protagonismo.

El periodista Martín Caparrós, en una reciente columna para The New York Times, reflexionó que “si queremos entender el futuro de nuestras sociedades, tenemos que mirar cómo cambió el deseo”. Y en efecto, lo que se desea hoy dista mucho de los sueños colectivos de hace apenas una generación.

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Desafíos y oportunidades ante un nuevo paradigma

Este fenómeno plantea interrogantes profundos: ¿Es posible construir nuevas formas de comunidad que no giren en torno a la pareja? ¿Cómo deben adaptarse las políticas públicas ante el descenso de la natalidad? ¿Qué significa hoy vivir una vida plena?

Los retos son reales, pero también lo son las oportunidades. Una sociedad con mayor diversidad de modelos de vida puede ser más flexible, creativa y empática. Para lograrlo, es clave fomentar espacios de diálogo, redes de apoyo y estrategias de bienestar que reconozcan distintas formas de construir futuro.

Aunque los modelos familiares están cambiando, la necesidad de vínculo permanece. En este nuevo escenario, se abren posibilidades para imaginar una vida plena que no dependa de normas heredadas, sino de elecciones conscientes, conectadas con el presente y con el bienestar individual y colectivo.

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