Alergias, colirios, desodorantes… muchas personas mayores nacieron antes que existieran antialérgicos o se comprendiera su naturaleza, al igual que con los colirios y los desodorantes. Tratar la “fiebre del heno”, un mal que suele presentarse al iniciar la florescencia en los campos, era errático, lo que llevó a que muchas personas fueran tratadas con radiaciones de rayos X u operando sus narices.
En aquellos tiempos, cuando alguien sufría irritaciones de los ojos, el remedio era colocar un colirio en una copita que se aplicaba al ojo, lo que podía provocar nuevas infecciones pues no muchos se ocupaban de asegurarse de que la copita estuviera debidamente esterilizada, problema que hoy no se sufre pues las gotas oculares vienen en sus propios pequeños envases.
En las clínicas Mayo de Estados Unidos, como seguramente recomiendan otros oftalmólogos, un buen método es lavarse ojos y cara con el champú Johnson&Johnson usado con los niños para que no lloren cuando lavan sus caritas.
En cuanto a desodorantes… aunque las personas se bañaran después de unas horas los olorcillos iniciaban, lo que las prudentes personas trataban usando jugo de limón para impedir la proliferación de bacterias, pues el mal olor es el tufo de las bacterias al morir.
Hay quienes se jactan de nunca haber gastado un centavo en desodorantes, lo que es bueno para sus economías e ideas pero no bueno para quienes están cerca…
Para controlar el terrible olor de los pies en los tiempos pre-desodorantes se recomendaba lavarlos varias veces al día, costumbre que los musulmanes incorporaron a sus ritos, como asimismo se ilustra cuando Nuestro Señor Jesucristo lavó los pies a los apóstoles, una ceremonia que la Iglesia repite cuando el Papa, todo Papa, lava los pies de mendigos en Roma!!
Cuando una persona se ducha debe en lo posible usar jabones suaves tanto para el cuerpo como para el cabello para no desarrollar alergias nuevas. Buenos y suaves champús hay en el mercado, aunque muchas personas en nuestro medio usan “jabón de cuche”…
Un salvadoreño conocido nuestro llegó a Estados Unidos y el aduanero, al ver con horror esa bola de color oscuro preguntó con cierto asco ¿qué es esto?
“Champú” fue la respuesta…
Cortés no habría conquistado nada sin sus indígenas anti-aztecas
Cuando los conquistadores españoles de Cortés llegaron a América, era gente que literalmente NUNCA se bañaba, a diferencia de los aztecas y otras tribus indígenas que sí lo hacían regularmente y adicionalmente usaban una clase de desodorante.
En tal sentido eran muy “civilizados” pero los sacrificios humanos, cuando arrancaban el corazón de un prisionero para restregarlo en el rostro del dios de piedra, anuló casi todo lo que de positivo hacían.
Se dice y no puede garantizarse la exactitud de la noticia, que al ofrecer a los conquistadores una sopa donde flotaba una cabeza humana, las buenas relaciones “se enturbiaron”.
Cortés por sí solo y su puñado de hombres no habrían podido conquistar mayor cosa; sus campañas las libró reclutando indígenas contrarios a la dictadura de los aztecas, como más tarde Pizarro “conquistó Perú” aliándose con etnias hartas de la dictadura de los incas, que habían formado un imperio comunista que nada envidiaría de Stalin, el monstruo al cual Pablo Neruda le dedicó una “oda”…