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Pretende la dictadura egipcia que Francia devuelva la Rosetta

La ruta hacia el futuro debe ser libre de escollos, restricciones, fanatismos y supersticiones, además de narcisismos que conducen a dictaduras ruinosas para los pueblos que las sufren, como lo que actualmente sucede en China y Rusia al igual que en Venezuela, Nicaragua y “en un lugar de La Mancha cuyo nombre no quiero recordar”, como dijo el Hidalgo Don Quijote de La Mancha...

Por El Diario de Hoy |

Cuando el califa Omar —según una historia que puede ser apócrifa—  estuvo en la biblioteca de Alejandría, donde se atesoraban obras de la antigüedad clásica, dijo que “si sus contenidos coincidían con las enseñanzas del Corán eran innecesarios y que si las contradecían tenían que destruirse”, pero seguramente en los siglos que transcurrieron entre su fundación y ese incidente lo allí acumulado fue usándose hasta para fogatas por la gente del lugar, llevando a la destrucción para siempre obras producto del pensamiento y la inspiración de poetas, dramaturgos, historiadores y filósofos de la antigüedad.

Unos siglos más tarde copistas irlandeses se dieron a la tarea de recoger o copiar todo manuscrito en bibliotecas del Medioevo, con lo cual salvaron mucho de la civilización griega, romana, bizantina y las obras de pensadores árabes en España como Avincena y Averroes.

En su campaña en Egipto para cortar la influencia inglesa en el Medio Orienté, Napoleón llevó a Francia la Piedra de Rosetta, grabada con tres idiomas: griego, demótico (el lenguaje diario de los griegos con su propio alfabeto) y en la simbología egipcia, una piedra que fue entregada a lingüistas para que intentaran descifrar la escritura de los faraones.

Jean-Francois Champollion (1790-1832), un genial lingüista francés que desde joven hablaba copto, griego clásico, latín, hebreo y árabe, se dio a la tarea de descifrar los símbolos usados por los antiguos egipcios, labor que le tomó veinte años hasta que coronó su esfuerzo, abriendo la llave para leer prácticamente todas las inscripciones en estatuas, estelas, papiros, sarcófagos...

La última petición del régimen dictatorial egipcio es que Francia devuelva la Piedra de Rosetta a Egipto para colocarla en el espectacular museo de arqueología que a un costo de más de un billón de dólares se ha construido desde El Cairo hasta Giza, donde se levantan las tres grandes pirámides y la esfinge.

Únicamente en una sociedad libre como era Francia al restaurarse la monarquía es que puede un sabio que no está sujeto a seguir directrices de libros sagrados como el Corán o la Biblia antes de la Revolución Francesa, emprender la titánica labor de alguien como Champollion, lo que habría sido imposible en Egipto, forzado a seguir las directrices y normas del Corán, que entre otras cosas prohíbe la representación de imágenes, sean seres humanos, objetos diversos y plantas, lo que llevó a destruir o cubrir los mosaicos de Santa Sofía, que el dictador turco Erdogan ha convertido en mezquita.

Akenatón, faraón de Egipto, introdujo el monoteísmo

La dictadura egipcia debe de estar más que satisfecha de recibir una copia de la Rosetta y levantar, dentro del museo, un monumento a Champollion por su extraordinaria labor.

La ruta hacia el futuro debe ser libre de escollos, restricciones, fanatismos y supersticiones además de narcisismos que conducen a dictaduras ruinosas para los pueblos que las sufren, como lo que actualmente sucede en China y Rusia al igual que en Venezuela, Nicaragua y “en un lugar de La Mancha cuyo nombre no quiero recordar”, como dijo el Hidalgo Don Quijote de La Mancha...

Que siga la Piedra Rosetta en Francia y que la humanidad siempre agradezca a Jean-Francois Champollion haber abierto la extraordinaria civilización de los faraones, uno de cuyos mayores aportes fue el monoteísmo por Akenatón...

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