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Democracia

Democracia se puede entender como gobierno del pueblo, pues es la gente la que “gobierna” a través de sus representantes. Sin embargo, cuando se toman en cuenta temas como la igualdad ante la ley, la libertad individual ante el poder político y el respeto por parte de las autoridades de la libertad de pensamiento y la capacidad de disenso frente al gobierno… estamos hablando de otra democracia, esa que se define como gobierno para el pueblo.

Por Carlos Mayora Re
Ingeniero @carlosmayorare

Todos conocemos la palabra, y su significado a partir de la etimología: el gobierno del pueblo a través de la libre elección de quienes le representan. Pero pocas veces vamos un poco más allá del mero concepto, aun cuando intuyamos que la democracia es algo bueno, importante… una aspiración, un ideal que -aunque imperfecto- vale la pena procurar y defender.

La democracia es, en esencia, una manera de tomar decisiones, de modo que a través de unos procedimientos pactados se pueda vivir en paz alcanzando el bienestar de la población en general, pero más importante, de cada individuo en particular.

Está sustentada por el convencimiento de que cada persona es capaz de tener diferentes valores, distintas perspectivas, diversas maneras de hacer las cosas. Una pluralidad que no lleva al conflicto, sino al entendimiento y a la inclusión de todos dentro del marco establecido por las leyes.

Entender la democracia, simplemente, como un sistema de gobierno opuesto a la monarquía o la aristocracia; en tanto la primera vendría a ser el gobierno de muchos a través de sus legítimos representantes, mientras la segunda y la tercera serían el gobierno de uno, y el de un grupo pequeño, respectivamente; es haber entendido algo, pero -al mismo tiempo- estar ignorando uno de los pilares que sostiene la democracia como sistema de gobierno: la capacidad de tomar en cuenta a todos los ciudadanos, y no solo a un grupo de ellos, por muy grande que sea.

Yendo un poco más allá del mero asunto numérico que haría que una gobierno elegido por mayoría, pero que al mismo tiempo despreciara, si no es que anulara, la participación de las minorías en el sistema, se acercara -por definición- mucho más a la tiranía que a la democracia… Esa situación no solo invalidaría el uso del término democracia, sino que a la postre terminaría por producir conflictos e injusticias, pues es lo que siempre sucede cuando se elimina por decreto la libertad de las personas.

En una democracia más cercana al ideal de la misma, es necesario que todos y cada uno de los ciudadanos, sin distinción de raza, credo político, género, religión, condición social y económica, etc., tengan capacidad para votar, sí, pero también para ser elegidos a cargos de representatividad popular. Si no es así, se estaría navegando en las aguas de la tiranía en una embarcación con bandera democrática.

Asimismo, en una democracia que se precie se debe privilegiar la idea de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, el respeto de todas las libertades y, como característica fundamental, la libertad de cada ciudadano frente al poder político. Precisamente esa es la razón por la que las instituciones que velan esas libertades, como por ejemplo, unos medios de comunicación veraces e imparciales, se consideran sustancialmente democráticas.

Así, democracia se puede entender como gobierno del pueblo, pues es la gente la que “gobierna” a través de sus representantes. Sin embargo, cuando se toman en cuenta temas como la igualdad ante la ley, la libertad individual ante el poder político y el respeto por parte de las autoridades de la libertad de pensamiento y la capacidad de disenso frente al gobierno… estamos hablando de otra democracia, esa que se define como gobierno para el pueblo.

En 1989, un grupo de estudiantes chinos se plantaron frente al régimen de su país y protestaron en la plaza de Tiananmen, en Beijing. Es posible que todos nos acordemos de ese joven que valientemente se paró en medio de la plaza he hizo que una columna de carros blindados se desviara de su ruta. Pero quizá el lector no se acuerde que los compañeros de ese chico, sostenían pancartas con una leyenda que tiene mucho más peso de lo que a simple vista representa, que decía: “no sé qué es la democracia, pero necesitamos más de ella”. Siempre.

Ingeniero/@carlosmayorare

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