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Terroristas versus terroristas

El conjunto de contradicciones desnudadas por el ataque de ISIS-J en Moscú exhibe la irresponsabilidad de los gobiernos tiránicos de Centroamérica al establecer alianzas con Rusia y China sin ningún beneficio para nuestros pueblos.

Por Napoleón Campos |

Por supuesto que el Estado Islámico y todos sus ramales como la ejecutora del atentado reciente en Moscú, el del Jorasán (ISIS-J), constituyen peligros inminentes en Europa, Asia y el mundo. En estos días de visita oficial por Suramérica, el presidente Emanuel Macron reconoció desde la Guayana Francesa que el acto de ISIS-J eleva las alertas en su país de cara a los próximo Juegos Olímpicos en París.

Los ataques terroristas contras las democracias es la constante; de hecho, el ISIS-J desde su constitución en Afganistán el año 2015 ha ejecutado numerosos ataques en Europa, pero que atente contra el régimen del tirano ruso Putin -perpetrador de exterminios masivos-merece una interrogante especial: ¿Por qué terroristas atacan terroristas?

Con Jorasán, ISIS reivindica el histórico “Gran Jorasán” de mayoría persa, territorio localizado hoy casi totalmente en la parte fronteriza de Irán con Afganistán. Para los terroristas clérigos chií de Irán también ISIS es su enemigo, pero ISIS-J le atribuye a Putin la brutal represión contra comunidades musulmanas en las repúblicas rusas del Cáucaso Norte, y en Siria para sostener al dictador dinástico Bashar al-Assad. Putin habría utilizado y/o provisto de armas químicas a al-Assad para al menos dos de esas matanzas. Un panel de expertos de la ONU confirmó hace 7 años el uso de gas sarín por Siria y aportó evidencias de que ISIS, por su parte, habría utilizado gas mostaza contra leales a al-Assad.

El apoyo del Partido Comunista chino a Rusia, Irán y Afganistán prolonga geográficamente el brazo armado de ISIS-J. Los jerarcas chinos cargan señalamientos por matanzas contra comunidades musulmanas en particular contra el grupo étnico uigur en el nordeste de China.  Los uigures-etiquetados “terroristas” por Pekín-han sido confinados a campos de concentración en su propia región milenaria, sometidos-entre otros abusos-a torturas sistemáticas, esterilización forzada de mujeres y hombres, y lavado de cerebro para eliminar la cultura uigur y generar la obediencia a Pekín.

El conjunto de contradicciones desnudadas por el ataque de ISIS-J en Moscú exhibe la irresponsabilidad de los gobiernos tiránicos de Centroamérica al establecer alianzas con Rusia y China sin ningún beneficio para nuestros pueblos. La democracia en el texto constitucional y en la realidad política, dentro de un país y en las relaciones exteriores, es incompatible con el derramamiento de sangre y el irrespeto al Derecho Internacional. Por ejemplo, la “academia policial” en Nicaragua por decisión de Daniel Ortega será dirigida muy pronto por policías rusos. No menos grave: los diputados de Rusia y China-cómplices de Putin y Xi-son socios de varias asambleas legislativas y hasta del Parlamento Centroamericano creado como depositario de los acuerdos de Esquipulas II bajo el ideario de una región de paz y libertad, de vigencia absoluta de los derechos humanos, cuya ruta democrática hemos perdido. 

Los pleitos entre terroristas, como ISIS-J versus Putin, constituyen una dinámica más compleja que los atentados contra naciones democráticas, por ello el momento trágico, doloroso e inhumano, con cientos de muertos y heridos en Moscú, nos deja sin palabras: el terrorismo contra civiles inocentes exportado por Putin, que provoca sufrimiento para millones de personas en Ucrania y el mundo, ahora lo tiene en casa.

Doctor en Relaciones Internacionales

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Estado Islámico Opinión Rusia Terrorismo

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