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Recuerdos de mi ciudad natal Santa Rosa de Lima

Por Dr. Nelson Turcios |

A mediados del Siglo 16, Don Manuel Díaz, procedente de Perú, estableció en el oriente de El Salvador, la hacienda Santa Rosa de Lima, en honor a la patrona de Lima, Perú. Esa aldea, pronto recibió reconocimiento de pueblo y luego de villa. En 1954, recibió el nombramiento oficial de Ciudad y Cabecera del Distrito de Santa Rosa de Lima. No sería sorprendente, que en un futuro no muy lejano, sea reconocida como la capital de El Salvador.

La tradición narra que al final de agosto ocurre la “tormenta de Santa Rosa”, llamada así porque se le atribuye el origen de esa lluvia que logró la huida de los enemigos de los peruanos. Esa es la razón porque este mes celebramos las fiestas patronales de mi pueblo.

En el atardecer de mi vida profesional, la nostalgia invade mis pensamientos, agradeciendo a Santa Rosa de Lima por recibirme en éste mundo, y recordando mi niñez.

Mi rendimiento escolar siempre fue aceptable, pero yo era hiperactivo (super travieso). Este problema, es más común en varones, ocurre en 1 de cada 10 niños y usualmente se presenta en la edad escolar, algunas veces en adultos. Su causa exacta es desconocida, pero es tratable.

En aquellos años, sin servicios médicos; sólo el amor y la inteligencia de mi querida madre, logró orientar mi hiperactividad, en ambiciones y anhelos por una vida diferente. Es normal que a los niños les cueste concentrarse y comportarse bien de vez en cuando; sin embargo, en niños con déficit de atención e hiperactividad (falta de atención, fácil distracción, movimiento constante, hablar mucho, interrupción impulsiva de otras conversaciones) pueden causar dificultades en la escuela, hogar o con amigos.

Al concluir la educación primaria, me enrolé en aprendizaje vocacional y en pequeños negocios; pero la motivación por mi educación me llevó a completar noveno grado; en ese entonces era el máximo nivel educativo en mi pueblo. Iniciar mi bachillerato en otra ciudad fue un período de ansiedad. Extrañaba el camino simple de regreso a mi casa, jugar al fútbol descalzo con mis amigos en las playas y nadar en el río y pozas de mi pueblo.

Luego de obtener mi bachillerato, me enteré de la importancia de la educación universitaria en nuestra sociedad; pero, los medios eran limitados para obtenerla. En los años sesenta, la Universidad de El Salvador (UES) estableció un extraordinario programa para facilitar el estudio. Yo me beneficié de ese programa. Durante mi adolescencia, inesperadamente falleció mi madre. El dolor de su ausencia fue aliviado por el recuerdo de nuestros inolvidables momentos en mi ciudad natal y por mi inspirada ambición de ser diferente.

En los cincuenta años, transcurridos desde obtener mi doctorado en medicina, he alcanzado algunos logros: publicar libro en mi subespecialidad, cuyas regalías doné a nuestro hospital de niños; servir de editor invitado de prestigiosas publicaciones, ser miembro activo en organizaciones de servicio comunitario, presentar pláticas motivacionales a estudiantes de noveno grado y actualmente, pertenecer a juntas directivas de instituciones centradas en ayudar estudiantes en New Jersey a obtener Educación Superior y aumentar la representación minoritaria en las profesiones de salud. En 2012, recibí reconocimiento como médico humanista.

Orgulloso de mis triunfos, sin olvidar mis raíces. Indudablemente, estos logros han sido posibles, gracias a mi familia, profesores, pacientes y sus familias, colegas, amigos, mi alma mater y, naturalmente, mi tierra natal.

Son mis sinceros deseos que esta narrativa, alerte padres y profesores, a identificar niños con problemas de déficit de atención e hiperactividad para procurar evaluación médica y tratamiento apropiados. Espero, que también sirva de estímulo a nuestra vibrante juventud, para lograr la realización de sueños, ambiciones y esperanzas, porque sólo la persona realizada, es siempre verdaderamente libre. La educación es el único camino hacia esa libertad.

Para concluir, me gustaría compartir con mis apreciables colegas, que nuestros pacientes quieren médicos competentes, compasionados, buenos escuchas y comunicadores efectivos y recordarles, que una dosis por muy pequeña que sea, de esa peligrosa mezcla de ignorancia y arrogancia, puede dañar a cualquier persona.

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Médicos Memorias Opinión Santa Rosa De Lima

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