La ciudad que lee

Baltimore, la ciudad más importante de Maryland, más importante aún que la capital del estado, Annapolis, tuvo un eslogan: The city that reads (La ciudad que lee). Kurt Schmoke, exalcalde, le puso este lema con la intención de estimular la lectura entre sus habitantes, con el fin, dijo, de enfrentar la amplia gama de graves problemas de la ciudad. Él creía que la mejor forma de superar los problemas sociales era a través de la educación, y que una forma de promover la educación era con la lectura. Tenía razón. Baltimore no está entre las ciudades cuyos habitantes leen más, no se encuentra ni entre las primeras veinte (es la número 100); pero era un anhelo, un sueño que esperaba se hiciera realidad.

Existen interesantes estudios que exponen cuáles son las ciudades de los Estados Unidos cuyos habitantes leen más. Algunos hacen preguntas directas, otros analizan datos como el número de compras de libros en Amazon y otros indicadores (librerías, certámenes de lectura, etc.). Las primeras cinco ciudades de una de las más recientes investigaciones son: Orange, California; Madison, Wisconsin; Torrance, California, Salt Lake City, Utah y Pasadena, California. Interesante es saber también que existe una correlación entre lectura y calidad de vida. En las ciudades donde se lee más existe un mejor estándar de vida y un ingreso per cápita mayor. Una investigación reveló que las personas que leen siete o más libros por año tienen un 122 por ciento más probabilidades de tener éxito económico que los que no leen o leen menos de tres libros por año.

Pero la lectura no sólo sirve para el éxito económico. La lectura está relacionada con la libertad individual y con el juicio crítico de los acontecimientos sociales. Las personas que leen son menos propensas a que los engañen, a que los manipulen, a que se comporten como rebaño. Son más críticos y son capaces de ver más allá de lo superficial, de lo llamativo y de lo artificial. Los faltos de lectura son más vulnerables y con frecuencia terminan siendo víctimas de los acontecimientos.

Desde el punto de vista de la salud mental el hábito de la lectura tiene grandes beneficios. El leer disminuye el estrés en más del 60 por ciento, mejora la calidad de sueño y fomenta más y mejores interconexiones neuronales. Los lectores regulares tienen menos probabilidad de padecer de trastornos cognitivos en la vejez y a sufrir de desórdenes afectivos.

Con todos los beneficios que tiene la lectura la pregunta que resulta obvia es: ¿cómo estimular la lectura? ¿cómo hacer que la gente lea? Existen personas que desde que nacen se ven inclinados hacia los libros, hay en ellos un elemento genético. El hábito de la lectura se puede fomentar desde casa. Hay que tener libros en casa (en papel, aunque salga más caro). Si los padres leen es más probable que los hijos tomen el hábito. Cualquier lectura es útil pero evidentemente existen libros que dejan más enseñanza que otros. Los clásicos son siempre una buena lectura, pero no son los que más atraen a los adolescentes y jóvenes, y puede incluso dar resultados negativos, promoviendo la percepción de que la lectura es aburrida. Los clásicos son para quienes ya han pasado del primer nivel. Comenzar con algo liviano es la mejor opción. Luego la misma persona buscará mejor literatura, y sin advertirlo se adentrará en uno de los mayores goces de la vida.

Médico Psiquiatra.